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Eso decía una pequeña pancarta en la famosa plaza de Madrid. La Asamblea General de Acampada Sol acordó continuar acampando por lo menos hasta el próximo domingo. Entre las diversas razones, destaca la de difundir el modelo de trabajo y convivencia a otros barrios de España. La idea es que los vecinos y vecinas de la ciudad experimenten el sistema de participación directa que se vive en Sol http://madrid.tomalaplaza.net.

Por acá por Chile, ya son varias las semanas en que el derecho a disentir, propio de las sociedades democráticas, y la protesta como ejercicio activo de la libertad de expresión, está repletando nuestras calles e inundando nuestras conversaciones. Evidentemente, el rechazo a Hidroaysén no es sólo un tema energético sino la muestra de un malestar más de fondo. Un fondo que habla de una democracia acartonada, no participativa, con un mundo político lejano a la gente que dice representar y con una ciudadanía que mayoritariamente se mueve entre el letargo y la reacción solo cuando algo sucede en su esquina.

La democracia en la medida de lo posible, ya no es suficiente y una nueva prueba está en estas reivindicaciones de derechos a través de la protesta social. Estas protestas como formas de existir en público son expresiones contundentes de frustraciones y propuestas ciudadanas. ¿Seremos capaces de escucharlas con oídos nuevos?

Por eso, cuando los mínimos parecen garantizados o estos se demoran demasiado en llegar, es natural que pidamos más. Necesitamos cambios. Pero ahí no basta con patalear vía twitter. Un camino de ese ejercicio ciudadano activo y responsable es aumentar las demandas y la fiscalización a los poderes del Estado que se deben a la ciudadanía. El camino complementario, revisar las implicancias que tienen esos cambios también en nuestras prácticas cotidianas y personales. ¿No a las centrales hidroeléctricas pero uso calefacción en mi casa como para andar en polera en pleno invierno?

Ambos caminos de cambios implican molestias. Molestias porque hay algo que no se ajusta a lo previo, aprieta, duele, genera disonancias y requiere transformaciones. Aunque la palabra queda chica, si siguen el hilo de esta opinión, es posible clasificar como distintos grados “molestias” a las interrupciones que vivió el Presidente en su discurso del 21 de mayo o los carabineros, incluso a los protestantes o carabineros heridos en las últimas manifestaciones. Consecuencias indeseadas, pero parte de un proceso mayor que no deberíamos ver de manera aislada.

Parte del desafío es no quedarnos en el reclamo sino intentar profundizar en los contenidos de la protesta y en sus protagonistas diversos. También avanzar de los destrozos para poner atención a las demandas que seguro aportan aire a las agendas típicas. Por último, alejarnos de las visiones que asumen el conflicto como negativo para la democracia y a sus participantes como criminales. Esa construcción de mundo solo genera miedo paralizante a conversaciones pendientes. Ni la unidad es a cualquier costo, ni el silencio por temor la fórmula para avanzar.

Así como un acto de responsabilidad cívica es ejercer el derecho a protesta, también lo es el de informarse, buscar espacios para el diálogo y generar propuestas que posibiliten puntos de encuentro. Encuentros para seguir bailando en esta democracia que hace que en la calle se potencie la energía de los cuerpos y de los gritos comunes.

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5 Comentarios sobre ““Cerrado por revolución, disfruten las molestias”

  1. La “molestia” es el roce que se produce cuando las personas o las comunidades deben adaptarse a nuevas situaciones. Lo clave es que se abran o produzcan las nuevas situaciones y no quedarse en las molestias.

  2. Yo también estoy dispuesta a todas las molestias!!!!Por ahí va la cosa, siempre es más fácil criticar lo mal que se hacho todo, pero… reciclamos en casa? consumimos lo realmente necesario, apagamos las luces por la energía del planeta o por la cuenta de fin de mes?

  3. Una mirada global, que deje de mostrar los detalles como una constante o como lo central. Respetar las demandas y a las personas, para mirar más allá de los números que buscan indicar la dimensión de la destrucción. Si son los números lo importante ¿Cuantos números de la construcción o de la unión se difunden?

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