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Hace más de tres meses que la atención está puesta en la lucha estudiantil. Sin desmerecer su trascendencia e implicancias, a diario ocurren situaciones que al no estar en los medios, pasan inadvertidas y que a la larga conllevan tanto o más daño para el desarrollo del país.

¡Qué vergüenza! Hace unos días un ciudadano ecuatoriano me increpó. “¿Los chilenos no se dan cuenta de lo que está ocurriendo en Antofagasta? Los capitales extranjeros están cómo sanguijuelas llevándose sus recursos naturales y ustedes lo permiten, no ponen restricciones para su explotación ni tampoco a quiénes vienen a trabajar acá. Sí, Chile hoy es el país con los mejores índices económicos de América Latina, pero ¿qué va a pasar en 20 años?”.

Su reflexión me hizo meditar. Antofagasta es hoy una ciudad distinta al resto; el “New York chileno”, me decía un ciudadano español al observar cómo se ha ido poblando de extranjeros que vienen a esta “ciudad industrial”, a este “panal de riqueza”. Las autoridades locales están preocupadas por la explosión que ha tenido en los últimos tres años: más de 500 personas de distintas nacionalidades hacen fila semanalmente en la precaria oficina de extranjería cuya atención ha quedado visiblemente sobrepasada por la demanda de colombianos, peruanos, ecuatorianos, paraguayos y ciudadanos de distintas nacionalidades, incluso europeas, que vienen en búsqueda de un mejor pasar económico.

“En cinco años será una ciudad cosmopolita”, manifestó un funcionario gubernamental, en medio de comentarios de que no deberá sorprender si en diez años su alcalde resulta ser un ciudadano con ascendencia colombiana (más de cuatro mil residentes). Para ingresar en calidad de turista sólo se requiere pasaporte vigente, lo que sumado a un contrato de trabajo permite obtener residencia.

Es impresionante y hasta chocante. La acuñada frase de “atendido por sus propios dueños” con que orgullosamente aún se promueve el turismo en el sur, prácticamente no aplica. Los restaurantes, los locales de comida rápida, las conserjerías de los edificios, son atendidos por extranjeros. Al recorrer la costanera es imposible no volcar la mirada al escuchar hablar español con tan variado acento. En efecto, visitar hoy Antofagasta da la sensación de haber cruzado una frontera, de estar en otro país. ¿Mano de obra barata?

Los “grandes temas” que ocupan a la clase política muchas veces dejan de lado otros que tal vez son más trascendentes para las futuras generaciones: desarrollo con sustentabilidad no sólo debe enfocarse en temas ecológicos y medioambientales, sino también en la responsabilidad que el país tiene con sus ciudadanos. No es malo abrir las puertas del territorio, pero debemos tener cuidado de no regalar nuestras riquezas y fuentes laborales. El royalty a la minería y las restricciones a la migración, con todas sus implicancias, son sin duda temas a los que debemos poner atención. ¿Qué dirán los parlamentarios de la Segunda Región


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