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Habíamos comido una rica cena hipocalórica (para compensar el superhabit del postre); habíamos repasado los acontecimientos del año esperando la hora para la repartición de los regalos que con mucho cariño e imaginación cada cual había aportado. Y luego de la ceremonia de entrega, la anfitriona se asomó a una de las ventanas del departamento para escuchar la algazara de los niños, que ya habían recibido lo suyo, en el jardín del condominio

Desde abajo se oía este inédito diálogo:

Voz 1:- ¡Arriba las manos Viejo Pascuero !—

Voz 2: .- ¡Levante los brazos  no queremos dispararle!

Voz 1: – ¡Salga y ríndase!

Creí reconocer  la voz de un dulce niño que había estado en el departamento contándonos que en su casa era una tradición tomarse de las manos y agradecer los alimentos antes de comer.

Mis amigos se murieron de la risa; yo me quedé rumiando lo escuchado y apreciando  la asertividad de los niños, porque en el fondo del alma sentía que la Navidad se ha ido transformando en eso: un asalto al Viejo Pascuero.

Díganme si no :

Toneladas de papel destinadas a suplementos de regalos insertos en los periódicos.

Cientos de minutos de TV ocupados con notireportajes para encauzar las compras de los televidentes

Números especiales de revistas y suplementos extragordos  para entregar una Gúia de  regalos .

De radio no se, porque no tengo hábito de escuchar sistemáticamente, pero imagino que la cosa  debe haber ido por ahí. Y en las calles, las cunetas, las micros, el metro, las vallas publicitarias ….,

La secretaria de mi oficina llegaba día tras día con bolsas de multitiendas y se ufanaba de comprar todo a doce cuotas para terminar de pagar los primeros días de diciembre y endeudarse  nuevamente en las últimas semanas.

A otra chica su padre le tijereteó las tarjetas cuando la cosa pasó a mayores y las cuentas comenzaron a llegar todos los días a la casa.

Por supuesto está la contraparte a este diálogo: la de la fantasía de atrapar al Viejo y quedarse con todos los regalos. Hundirse en el cerro de paquetes, romper uno por uno los envoltorios y engolosinarse con todo aquello .

Yo crecí en un Chile mucho más pobre, austero, y sabíamos que en la carta al Viejito podíamos incluir tres opciones aspirando a que al menos una sería aceptada  (porque el dulce caballero de la barbablanca debía atender las necesidades de muchísimos niños en todo el mundo). Claro que el señor del trineo tenía ayudantes y entonces  aparecían otros regalos sorpresa.

El arbolito era de pino de verdad, oloroso  a bosque, y los adornos se guardaban en algodones año a año constituyendo parte del gozo navideño sacarlos intactos de su caja. Ahora la idea es tener un  árbol de color distinto cada vez y adornos desechables (aunque  todavía existen familias que guardan animalitos, trineos, duendes o angelitos heredados de los padres y abuelos, que aparecen pudorosos entre guirnaldas con ampolletitas Led).

Hubo un año en que se quemó nuestra casa y otras cuatro más con todo, absolutamente todo, lo que había adentro. Y esa Navidad, cuando ya ninguno de nosotros aspiraba a un árbol, mi padre apareció con una rama de pino  y un paquete de cerezas corazón de paloma  para colgar sobre ella (no había para más o tal vez no había ánimo para armar arbolito). Me acuerdo todavía de la estrella plateada  brillando en lo alto y nuestra enorme felicidad de estar juntos en una casa nueva, más pequeña y con apenas los muebles necesarios.

Claro que a veces hubo  pistolas entre los regalos, además de pelotas de fútbol, bicicletas etc;  pero los niños jugaban a los vaqueros y después a Rambo y años más tarde se figuraban ser uno de los personajes de la Guerra de las Galaxias, con esas espadas centelleantes que blandían en el aire. Y que recuerde nunca escuché en los juegos un asalto a mano armada al hombre del traje rojo.

Ahora las guerras se dan en un play station y aunque las niñas siguen demandando  muñecas, se aspira a tener el set completo de barbies (¡¡ con marido y caballo incluído!!).

No quiero parecer cándida, ni retro, ni ríspida, ni desactualizada. Pero ¿será mucho pedir más respeto para el Viejito, como deseo de año nuevo?

 

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4 Comentarios sobre “¡Arriba las manos Viejito Pascuero!

  1. Hablar de la navidad es hablar del consumo- más notorio en esas fechas, con toda la fuerza de los media apoyándolo.
    En este relato reconozco mi propia experiencia de niña feliz y creo que muestra – a modo de ejemplo- formas más simples y verdaderas de estar juntos en familia y en sociedad.

  2. Los cambios increíbles de los niños, es lo más notorio de una sociedad que ha privilegiado el tener más que el ser. Pero que de a poco se está volviendo al ser y al encontrarse con el otro más que al tener. Me llamó la atención que este año no vi tanto despliegue navideño, puede ser mi percepción, pero confío en que hay muchas personas más deseosas de espacios para compartir que del regalo que hará.

  3. Como siempre estupendo relato…Nosotros en casa éramos un tanto descreídos por lo tanto era una fiesta familiar sin tanto alboroto.
    Hoy festejamos con mucha austeridad y nuestros regalos son libros de cuentos para los más pequeños e intersantes para los ma´s viejos.
    Gracias Patricia por tus notas

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