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El 25 de Abril recién pasado, a los 93 años, murió el gran Poeta Gonzalo Rojas, Premio Nacional de Literatura 1992.

Lo entrevisté años después, en el 2003, para la revista Siete+7, cuando ganó otro de sus tantos galardones, el premio  Cervantes.

Hoy, junto con la entrevista, lo siento tan cerca como entonces. Sus palabras emanaban del alma limpia…y al alma del interlocutor llegaban,

Era-es-un maestro  de la palabra, pero no sólo para crear y crear poemas de esos que llenan los sentimientos, el entendimiento, la gramática, el intelecto, la trascendencia. Era el comunicador simple, directo y sin ego para hablar de sí mismo, sin frases rimbombantes. Del corazón y la verdad, a la palabra y al interlocutor .Era él, simplemente. Eso me sedujo más que nada. Y entonces juré que guardará la  entrevista como tesoro de ese encuentro tan intenso y conmovedor para mí. La guardé. La encontré el día de su muerte. La publico para leer, releer y  escuchar una vez más como se expresa un hombre bueno, y un genio sin ego ni pretensiones.

La entrevista

En  uno de sus poemas de 1964 ya hablaba sobre su propia muerte. Pero al parecer, lo olvidó. Hoy a los 85, bajo, fornido, igual de creativo y bueno para enamorarse, parece estar más cerca que nunca de la vida. En su casa chillaneja de largas galerías, en las que, seguro, reparte sus muchos galardones, disfruta y escribe, a veces, porque asegura que no es muy trabajador.

En 1992 recibió el Premio Nacional de Literatura y el Reina Sofía, de España; en el ’97, el José Hernández, en Argentina; y un año después, el Octavio Paz, en México. Un diario argentino dijo, hace poco, que nuestro vate sube y baja de los aviones como cantante de rock. Suena algo imprudente.

Pero antes de calificar el asunto, hay que conocer algunos datos de Rojas: es, cuentan, un caballero andante con las mujeres -da no se qué decir “picado de la araña- y con bastante éxito. Tiene sus mañas seductoras. Como cuando, sin importar su edad o la de la interlocutora, apresura el corazón con un “mi niña” entre cariñoso y coquetón. O cuando hace 65 años se arrancaba por los techos del Internado Nacional Barros Arana junto a los alumnos. El detalle es que él no era alumno, sino el serio inspector contratado, a los 20 años, para mantener la disciplina. O cuando alfabetizaba mineros en Atacama a punta de fragmentos de Heráclito: “El tiempo es un niño que juega”, leía para su audiencia obrera. Es de veras un personaje entre venerable y festivo. Buena mezcla. Y a lo mejor, además, le gusta el rock. A los 85, claro, abundan los recuerdos dulces y de los otros. Como cuando de golpe partió al exilio, vivió en Venezuela, Estados Unidos y Alemania. Volvió el ’79, y desde entonces reparte su reposo entre Chillán y el Torreón del Renegado. La vida sigue y seguirá para este hombre que, se siente, ha tenido la suerte y la intuición de entender que en verso genial la vida vale más la pena.

El éxito es pavoroso”. Estaba recostado, quizás, en su cama china, antiquísima – uno de sus pocos lujos- en un invernal día de primavera chillaneja, cuando recibió la noticia de que era el ganador del Premio Cervantes de Literatura. Tal vez, en un acto de sincronía de esos que perciben los poetas y los que se alejan a ratos de lo muy terrenal, estaba justo pensando en dos personajes que lo impresionan una y otra vez: el largo Quijote y el gordo y basto Sancho Panza. Ni suponía que, entre 33 postulantes, iba a ser el ganador. No andaba para premios parece, porque hace un mes y medio, cuando se cumplieron los 30 años de la muerte de Neruda, dijo, en España, que “el éxito es pavoroso, ya se sabe. El poeta a veces acaba convertido en un figurón. Y eso falta a todo lo recto, al pudor y la gracia”. Consecuente, reaccionó tranquilo, sin aspavientos, a la noticia. Conversó con Siete+7, con algo de lírico y ninguna soberbia en el tono.

-¿Cómo se siente con este premio?

-Mire, me siento igual no más, hija. Los premios son títulos, qué sé yo, cosas que uno recibe y que casi siempre no alcanza a merecer. Esa es la verdad y se lo digo con el corazón, porque es así como pienso.

-¿Por qué no alcanza a merecerlo?

-Para responderle, a mí me gustaría decirle una frase del Goethe que leí cuando era chico: “Que no puedas llegar nunca, eso es lo que te hace grande”.

-Se podría aplicar no sólo a la poesía….

 

-Es para la vida entera. Uno no debe andar presumiendo que, porque se ganó la lotería o cualquier premio, tiene una gloria perdurable. Nada de eso. Son puros ejercicios, hermosos ejercicios.

Pero, hoy, sentirá el roce de la gloria…

-Ninguna gloria. Soy aprendiz. Y no crea que es falsa humildad. Esas cosas no las uso tampoco. Hay mucha gente que merece este premio. Concursaron 33 personas.

-¿Sabía que estaba Benedetti también?

-Supongo que estaba Benedetti. También estaba Nicanor Parra, que merecería el Nobel.

-¿Y usted no lo merecería?

-No, no aspiraría jamás a eso.

-Ya que este es el Premio Cervantes ¿cuál es su relación con Cervantes, cómo lo ve?

-Una criatura que va con nosotros y que no se ganó ningún premio, un verdadero tesoro. Kafka tampoco recibió ningún premio en el siglo XX, ese genio. ¿Y Vicente Huidobro? No sacó siquiera un premio municipal, ¡jamás! Y también era un genio, un niño mayor. Él, los dos Pablos, el De Rokha y el Neruda, y la Mistral. Son las estrellas máximas de nosotros en esa línea de la poesía.

Volvamos a Cervantes ¿qué es lo que más lo impresiona de él?

-¡Lo hombre! Ese ejercicio de ser libre y de haber propuesto esas dos imágenes, Sancho y el Quijote, que andan dentro del seso de cada uno de nosotros.

-¿Cómo es su Sancho interno?

-Está dentro de uno con ese ánimo de precisar y de reírse. Lo que se llamaría el portento meramente imaginativo. Es una figura colosal que hace un solo todo con Quijote.

-¿Y su Quijote, el que lleva en el seso, como usted dice?

-Don Quijote apuesta y eso me gusta de él. Él y Sancho apuestan a ser criaturas humanas, a ser hombres enteros. Y Cervantes tuvo el genio de cubrir en esas dos grandes figuras lo que es el hombre en su cabalidad.

-¿Hay alguna inspiración de Cervantes en su poesía, no en la forma sino en el fondo?

-Yo soy desinspirado, niñita. Soy un tipo laborioso… Y no trabajo demasiado tampoco. El trabajo mío es trabajo no más.

-En este mismo día que recibe un premio importante ¿me podría decir qué verso suyo privilegia para recordar y recitar?

-Yo lo más que le puedo repetir es lo que escribí hace veinte años: “Vivo en la realidad / duermo en la realidad / muero en la realidad / Yo soy la realidad / tú eres la realidad / pero el sol es la única semilla”.

Es la figura del día en Chillán de Chile,¡cómo no!. Y se despide con algo muy parecido a un verso improvisado:

-Los teléfonos me ametrallan, mi niña. Un abrazo, hasta la vista.

 

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4 Comentarios sobre “Gonzalo Rojas, poeta laborioso: “Los premios son puros ejercicios”

    1. Gracias, Mauricio. Quedé seducida e inspirada de por vida. Parece que ese día aprendí -no apliqué- el no ego.Y el desapego.

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