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El pasado 12 de abril, un joven murió producto de un balazo en Villa La Reina. Los vecinos, cansados de hechos de violencia que están sucediendo con mayor frecuencia en ese sector, aparecieron en una nota de TV pidiendo un refuerzo en la vigilancia. Sólo quieren vivir más tranquilos. Sin embargo, una preocupación adicional se sumó a esta justa petición: el periodista a cargo de la nota insistía en rebautizar a la Villa La Reina como “La Legua 2” o una “nueva población La Legua”.

Quienes trabajamos en comunicación, sabemos que en la medida que uno otorga un nombre a un objeto, situación, persona o emoción y esa nueva conceptualización es compartida (o amplificada por televisión en este caso), se asume como una verdad que lentamente se va instalando y a la que se puede hacer referencia en cualquier minuto. Se vuelve parte de la conversación cotidiana y eso cuesta revertirlo.

Si bien los mismos vecinos se encargaron de pedirle al periodista que no hiciera referencia a La Legua cuando hacía la nota –porque no querían ser estigmatizados-, el reportero lo hizo de todas maneras. Ante esta situación, cabe preguntarse: ¿cuánta conciencia tienen los medios de comunicación en su rol de constructores de la realidad?, ¿es una labor de educación hacia el periodista que hace la nota; de trabajo con el editor que aprueba el material; o de línea editorial del canal que la transmite?

Este tipo de situaciones son más cotidianas de lo que quisiéramos: están en los imputados por delitos, a quienes los medios condenan antes de que las pruebas acrediten culpabilidad; en un hombre que comete un homicidio y que incluso antes de las pericias sicológicas, se le bautiza como “sicópata”, o en niñas que pasan por una situación traumática y a quienes se les atribuye depresiones u otros estados clínicos sin siquiera esperar un diagnóstico médico.

En la medida en que este poder que tienen los medios de comunicación sea utilizado de forma responsable y con conciencia, se podrá, en el futuro, evitar este tipo de situaciones. Si no, vamos a seguir siendo testigos y parte de nuevas realidades que, de verdad, no tienen ni siquiera la intención de serlo.

 

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Alguien comentó sobre “Los medios como constructores de realidades

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