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Desde que estamos en el vientre materno, percibimos y articulamos sensaciones que se almacenan en la mente, la genética que traspasamos a nuestra descendencia también está cargada de disposiciones y “costumbres” ambientales.

Todos los seres cohabitamos en comunidades, dentro de las cuales debemos tener rasgos comunes o percepciones de la realidad similares para poder identificarnos con el entorno y con nuestros congéneres. Si no pudiéramos interpretar lo que el otro piensa, jamás podríamos comunicarnos y menos convivir en sociedad. Como vimos en el artículo anterior sobre las neuronas espejo, hace muy poco se ha descubierto que el cerebro humano tiene elementos biológicos específicos que otorgan la capacidad de imitación y observación aguda de los movimientos y actos del otro.

Un importante avance hacia los estudios modernos del pensamiento lo hizo Gregory Bateson, quien planteó la relación entre mente y entorno interpretándolo como un círculo en constante cambio, donde el contexto determina situaciones y maneras de comprender el pensamiento humano; “¿Cómo sucede que pensamos aquello que pensamos?” ¿Qué relaciones establecemos para definir, categorizar, situar, identificar, etc.? Se comienza a hablar de “ecología de la mente” y redes de relaciones significativas.

Actualmente hablamos de “Teoría de la mente” como la capacidad de comprender a las personas como seres “psicológicos”, desarrollando habilidades cognitivas que nos ayudan a atribuir “mente” sobre otros y también sobre nosotros mismos. Se activa la capacidad de predecir y actuar en razón de lo que conocemos, de la información que nos entrega el medio.

Desde el yo construimos representaciones mentales del otro, siendo capaces de adelantarnos a su pensamiento por la aguda observación e imitación de sus actos y la interpretación que hacemos de sus creencias, a esto se la llama: Intersubjetividad, que es la capacidad de hacer inferencias acerca del otro por la información recibida y además la acción de dos o más personas en un acto de habla (Los actos de habla son aquellos que por medio del lenguaje natural y la pragmática comunican y transforman el entendimiento y expresan un compromiso relacional con otro)

Las representaciones de segundo orden son aquellas que, a partir del conocimiento teórico previo, otorgan distinciones a las representaciones por medio del mentalismo recursivo y la identificación y se conocen como: Metarrepresentaciones.  A partir de este concepto, se habla de  proto-metarrepresentación a los actos imitativos en los menores de un año, quienes al observar a un ser de su misma especie, intentan reflejar la acción que observan, por ejemplo: abrir la boca, cerrar los ojos.

Logramos tener conciencia de que otros tienen creencias, es decir, inferimos el comportamiento de los demás por medio de la observación de sus acciones y la concordancia que tienen con el entorno. Para estudiar esto se desarrollan ejercicios cognitivos llamados “juegos de ficción” (ver ejemplo) donde se advierte la capacidad de los niños de predecir; aquí aparece el problema de la falsa creencia donde el niño menor de cuatro años, no es capaz de suponer estados mentales atribuidos por la información del medio, es decir, la realidad que ellos manifiestan en otro es literal y no construyen metarrepresentaciones para comprender los sucesos, porque no han formado la madurez de sus herramientas para procesar la información cognitiva. Los niños piensan de forma concreta y no han desarrollado habilidades para conjugar la experiencia inmediata con la intención del otro respecto a sus pares o adultos, la realidad está formada por hechos, no por creencias a partir de inferencias acerca del otro.

Estudios realizados en psicología cognitiva apuntan a explicar el comportamiento de nuestras relaciones a partir de la biología cerebral y el aprendizaje por convivencia, imitación y contextualización, además de la conjunción cerebral de las actividades representacionales.

Si observamos la evolución cognitiva de la mente, la capacidad que desarrollamos se vincula con las habilidades comunicativas y de inferencia que vamos adquiriendo con el crecimiento, algunas características en que se visualizan son:

– Nonato: es capaz de percibir los sonidos maternos y la longitud de onda que emiten al hablar.
– Neonato: realiza actos de imitación (actos proto-metarrepresentacionales).
– 9 meses: comienzan a descubrir la comunicación intencionada.
– 2 años: los niños son capaces de establecer juegos de ficción, es decir, pueden otorgar características reales a objetos inanimados, sin necesidad de creer que son lo que representan.
– 3 años: comprenden la intención de una frase sencilla en un contexto determinado.
– 4 años: cometen el llamado “error realista” por la comprensión de creencias falsas.
– 5 años y más: predecir el actuar de otro mediante la inferencia de sus creencias. (metarrepresentación)

Lo interesante de todo esto es que desarrollamos estas habilidades por la necesidad de identificación con el medio en que vivimos y con los demás seres humanos.

Observamos, imitamos, aprendemos y queremos ser reconocidos en el espacio-tiempo porque buscamos constantemente encontrar identidad, pensamos “el otro es como yo” “yo soy como tu” .

La realidad que construimos es personal, porque toda negación o afirmación es producto de inferencias y representaciones que tenemos del mundo y de las personas. Utilizamos la recursividad y la comunicación para explicar nuestra percepción de realidad, sin embargo, cada ser tendrá su propio espacio y discurso mental de acuerdo a lo que observa y experimenta con el medio.

La finalidad de todo esto es la vida en comunidad, sentirnos parte de un grupo social y establecer lazos con las demás personas y con el medio natural. Somos lo que comunicamos, las proyecciones y configuraciones, pues al establecer en otro una identificación debe existir “algo” que nos conecte por medio de los sentidos y con el lenguaje. Lo interesante es la capacidad de hacer “conclusiones adelantadas” de los actos de otro, la forma en que podemos comprenderlo desde su intención y que nos ayuda a comprender la evolución del pensamiento y de las relaciones sociales.

Bibliografía:
“Pensamiento, Representaciones y conciencia: nuevas reflexiones”.
Compiladoras: Alicia Gianella, María Cristina González, Nora Stigol.
Primera Edición, Alianza Editorial S.A. 2008, Buenos Aires, Argentina.

Gregory Bateson: un pensamiento complejo para pensar la complejidad (Leer aquí)

Publicado originalmente en: carolinacadiz.com
En twitter caropaz_

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