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No es mi intención lanzar la primera piedra ni atribuirme la razón. Solo creo que, más allá de hacer una etiquetación de gente de derecha o izquierda, cada cierto tiempo me encuentro con los mismos argumentos o falacias que utilizan los detractores de la gente que se suma a causas altruistas, o quiere contribuir a cambiar las cosas. No digo que esta gente no haya cometido errores o no tenga que ser autocrítica, pero yo las prefiero a ellas que a los que solo saben criticar, valiéndose generalmente de estos ocho manoseados razonamientos, que se apoyan en un suelo lógico muy delgado, como pueden comprobar a continuación:

Argumento 1. La conciencia social es una moda: La falacia preferida del meme de Willy Wonka. Si apoyas alguna causa social, tu detractor, en lugar de darse el trabajo de investigar sobre tus motivaciones reales, lo más probable es que opte por el cómodo camino de la generalización, y que concluya que estás siendo manipulado o lo haces por seguir una moda o tendencia. Por supuesto que debe ser eso, la lucha por la igualdad existe solo desde el movimiento estudiantil, o desde que apareció Internet. La historia no tiene ningún otro registro de que haya existido una lucha social. Además, no tiene ningún sentido que un grupo de gente apoye la administración responsable de recursos naturales o quiera un modelo económico más justo y largoplazista. No, es absurdo, cómo vamos a querer eso, tiene que ser por moda.

Argumento 2. Izquierda y derecha son la misma mierda, todos los políticos son iguales: Este argumento es el favorito de los analfabetos políticos. A ver, aclaremos un par de puntos: Los políticos no  son extraterrestres, no son muy distintos a nosotros. Los políticos son tan buenos o malos como la gente. Si hay corrupción, si hay deshonestidad, es porque es un rasgo distintivo del hombre en general. Usted no es mejor persona solo por no ser político, no es tan fácil la cosa. Cada día veo a miles de personas quedarse con el vuelto del pan, hacer trampa en las pruebas y los juegos, coimear y sobornar, sacarse multas o encontrar una pega gracias al amiguismo, llegar borracho a la pega y contarlo como una gracia, y luego rasgar vestiduras por el escándalo de la corrupción política. Si tenemos malos políticos es porque tenemos malas personas, pero creo que, como en todos lados, debe de existir un grupo de individuos con un sentido de la integridad más elevado, así que no generalicemos, aunque hay que decir que cuesta bastante, lo reconozco. Y  con esto tampoco digo que haya que conformarse con el menos malo o que no haya que cuestionar la integridad de los representantes de la actual centro izquierda, los mayores culpables de que esta falacia sea tan popular.

Argumento 3. Para ser consecuente con las ideologías no hay que tener Internet ni dinero: “Estás contra el neoliberalismo pero tienes Playstation y compras pan”; “Criticas a las grandes corporaciones pero usas facebook”, son algunos de los argumentos que escucho a diario. La creencia de que la única forma de ser consecuente es irse a vivir a las montañas como un ermitaño equivale a decir que, de existir otro sistema distinto al capitalismo, no habría Internet, Playstation o comida, porque fue gracias a este modelo que gozamos de estos privilegios, y de ser cambiado por otro estas cosas no existirían. El tener un trabajo para pagar mis cuentas no me convierte en un vendido. El hecho de que vaya al doctor porque me enfermé no significa que esté validando el desigual sistema de salud, y el que me vea obligado a pagar estratosféricas sumas por los servicios básicos no significa que eso me guste. Si usted se siente más consecuente por no cuestionar lo que paga o hace, allá usted. Y sí, no soy estúpido, sé que compartir una noticia en Internet no va a acabar con el sistema, pero es una herramienta muy válida para romper los cercos informativos. Si no me cree o es muy joven, compare el nivel de desinformación y la concentración de medios de los noventa con la situación actual. Se llevará una sorpresa. Las redes sociales han tenido una importancia mayúscula e indiscutiblemente decisiva en eventos como la revolución en Egipto, la Primavera Arabe o las causas ambientales en Chile.

Argumento 4. Atacar una postura es antidemocrático o intolerante: Torturadores, homofóbicos y demás esperpentos adoran esta falacia, y es su caballito de batalla favorito. Lo que proponen, amparados en una absurda racionalización de la famosa frase de Voltaire “Detesto lo que dices pero daría mi vida por tu derecho a expresarte”  es que hay que validar todas y cada una de las posturas, y si estás en contra de la tortura, la depredación de recursos naturales o la brecha económica, eres intolerante. Bueno, les tengo noticias: Primero, democracia no es estar a favor de todo, como erróneamente se piensa. Democracia es un modelo de participación ciudadana, regida por los criterios de los votantes. Segundo, la tolerancia absoluta es una ridiculez. Es estúpido el respetar todas las opiniones. Lo que hay que respetar son las personas, no las opiniones.  Las opiniones fueron hechas para derribarlas según la calidad de los argumentos que las sostienen, por eso se llaman “opiniones” ¿Capice?  De no ser así, todas las opiniones estarían en el mismo nivel jerárquico de validez, lo que convierte al hermoso arte de la argumentación en una pérdida de tiempo. Por ejemplo, en los colegios estadounidenses se acostumbraba a enseñar el creacionismo como una teoría igual de válida que el evolucionismo, pese a que solo la segunda tiene fundamentos científicos y pruebas comprobables. Todo ello amparado en la bienintencionada costumbre de dar cabida a más de un punto de vista, lo que a la larga constituye un flaco favor para los profesores que enseñan a argumentar a los alumnos, porque ¿Para qué enseñar a razonar, si al final igual puedes defender la existencia de seres mágicos solo porque “crees” en ellos?

Argumento 5. Las cosas se logran por esfuerzo, si exiges algo eres flojo y quieres todo gratis: La extensión más lógica de este argumento, que plantea que cada quien debe rascarse con sus propias uñas, es que ni siquiera debería existir estado, impuestos o sociedad, total, cada uno se las puede arreglar solo, y lo que hagan los demás no puede afectarnos, ni positiva ni negativamente. Por supuesto que el esfuerzo personal es una variable significativa, pero no la única, están las condiciones, el entorno, y obviarlas es tan obtuso y gil como no esforzarse.

Argumento 6. No hay que mirar al pasado: Al querer aspirar al progreso, al intentar labrar un futuro mejor libre de odios, se tiende a pensar que traer a colación conflictos políticos pretéritos es avivar rencillas y dividir a la gente innecesariamente. El problema estriba precisamente en que aunque el tiempo pase, los conflictos siguen siendo los mismos. La desigualdad económica, la exclusión social, los gobiernos injustos, tienen raíces muy profundas, y para modificar todo el aparato hay que retroceder muchas décadas, para no cometer los mismos errores y no dejar gobernar a quien ya tenga antecedentes de turbiedad. Si en las relaciones personales el borrón y cuenta nueva rara vez funciona, mucho menos en la política.

Argumento 7. Si no viviste esa época, no puedes opinar: Caballero, yo no estuve en Auschwitz pero igual me siento capacitado para creer que meter a niños en una cámara de gas solo por causa de su ascendencia, es una felonía. Créame, tampoco estuve en un circo romano, pero tengo la convicción de que hacer devorar a alguien por leones o hacerlos combatir como gladiadores solo por su opción religiosa, es una monstruosidad. Y aunque no me crea, tampoco viví la época de las cavernas, pero aún así sigo pensando que darle un garrotazo a una mujer y llevármela del pelo hasta mi casa no es una opción válida para encontrar pareja. ¿Sigo, o ya captó el punto?

Argumento 8. Formar parte del sistema equivale a ser un traidor: Si eres político, si trabajas con un partido, eres un vendido: Esta es la falacia más peligrosa, quizá porque tiene una pizca de razón, y porque no solo es utilizada por gente de derecha, sino también de ultra izquierda. Por lo general, esta gente se refiere a la palabra “sistema” en un tono como si se tratara de Voldemort o el Cuco. En resumidas cuentas, cuando alguien utiliza a la política como una plataforma para conseguir un cambio, si alguien busca llegar a acuerdos o meterse en un partido para cambiar las cosas, es un vendido, un mercenario, que únicamente tiene interés en impulsar su carrera política. Corríjanme si me equivoco, pero ¿Desde cuándo labrarse una carrera política es algo malo? ¿No les suena bastante lógico que para empezar una carrera política hay que hacer (Redoble de tambores) política? ¿Cómo quieren entonces que los dirigentes nuevos comiencen? ¿Por pituto, pagando dinero, apareciendo en realities? ¿No se dan cuenta de que justo lo que necesitamos, es que caras nuevas se hagan cargo de los puestos que los carcamales pasados a naftalina han escogido como guarida para echar sus raíces? ¿Cómo aspirar a que las cosas cambien, si condenamos el cambio mismo? Porque la otra alternativa es hacer las cosas a la mala, y si cada quien piensa que su causa es lo suficientemente justa como para salir a la calle a blandir un hacha por ella, pucha que estamos sonados entonces.

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3 Comentarios sobre “Los ocho argumentos más comunes contra las ideas progresistas

  1. *Afirmo y sostengo*, que como dice el argumento II: *”todos los políticos son la misma M**rd*”*. Y lo sostengo en base a la experiencia como ciudadano mexicano, donde, desde ya muchas décadas atrás, todos los que llegan al poder (y también los que no llegan) persiguen el poder como perros para, una vez en él, vivir como vulgares sangujuelas y parásitos despreciables a costillas de la nación. En base a lo anterior, también sostengo: todos los que apoyan a la política, o son gente sin dignidad o son gente sin memoria…¡o ambas cosas! Las ideologías políticas (izquierdismo, derechismo, etc.) son un vil engaño para quien quiera dejarse ver la cara tan a lo tarado. Solo son caretas con que los sistemas engañan a la ciudadanía, pues tanto izquierda como derecha provienen de los mismos sistemas. De esta manera los sistemas nunca pierden, pues se asegura de seguir en el poder sea que gane derecha o que gane izquierda. ¿Es tan difícil de entender las jugadas asquerosas de los sistemas políticos mundiales? Si bien es cierto que la corrupción se da hasta en las personas más “comunes” de la sociedad, eso no justifica que la gente que nos representa políticamente, puedan también conducirse con corrupción, pues ellos son responsables de la nación A LA QUE SIRVEN, tienen la responsabilidad de gobernar con toda rectitud, porque en realidad, los gobernantes de una nación, son sirvientes de esa nación; porque, a final de cuentas, lo que hunde a un país en crisis y desigualdad, es la corrupción de quienes la “gobiernan”. Desde mi postura 100% apartidista, yo no me agacho a besar las botas de ningún cerdo de la política, ni creo, ni mucho menos defiendo a ningún ente despreciable de la política. ¡He dicho!

  2. No puedo evitar corregir tu error del argumento 7.

    En la época de las cavernas, también llamada Paleolítico (porque no en toda la prehistoria vivíamos en cavernas que encontrábamos en nuestra nómada vida), la relación hombre-mujer era mucho más igualitaria que en la Historia. Si bien había división sexual del trabajo, no era cierto que la mujer se quedase en la cueva con las crías esperando a que llegase el macho con la cacería. La mujer recolectaba, cazaba pequeños animales y era muy valorada en la tribu, no como moneda de cambio, sino que se la adoraba. Las mujeres ancianas tenían mucha autoridad. Y es una falacia absoluta aquello de que la forma de encontrar pareja era un macho agarrando a una hembra del pelo. Los lazos afectivos existían de hace mucho y el cortejo está en muchísimas especies, incluyendo la nuestra. No llegaríamos lejos si la forma de ligar fuera ésa. Y la Prehistoria duró mucho.

    Te recomiendo leer “La cadera de Eva”, de Campillo. Más que nada porque es muy peligrosa esa mentira que has utilizado.

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