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La experiencia determina a las personas. El habitar el mundo está definido por el conjunto de experiencias que se ha vivido y las relaciones con otros que ha permitido el transitar por comunidades y emociones. Las experiencias modelan la manera de observar, sentir, escuchar, expresar, coordinar, disfrutar, proyectar…

A cada momento se está distinguiendo sobre un contexto general y/o específico, se enriquecen y aumentan las posibilidades de generar a partir de ello, nuevos espacios, re-significando, re-conceptualizando e incorporando. En un viaje, por ejemplo, podemos observar nuevos paisajes, otra cultura, lenguaje, alimentos, sonidos, ritos, todo un nuevo contexto, más o menos diferente, son nuevas distinciones que forman parte de nuestra memoria dinámica y activa, la que se reconfigura constantemente con la incorporación de nuevas experiencias y emociones.

Otro ejemplo es la manera de relacionarnos con nuestras mascotas, el establecer patrones de comportamiento y la observación prolongada permite definir acciones para desencadenar conductas determinadas para cada solicitud o información. Para mi mascota es fácil pedir agua cuando se ha definido que al golpear su plato con la pata está haciendo una solicitud al humano para que llene con agua su recipiente, cuando alguien que no ha establecido esa manera de comunicarse, ella (la mascota) se coloca en frente al plato, espera que alguien se acerque y comienza a definir la acción con la mirada: mira a los ojos del humano y en seguida mira su plato, así las veces que sea necesario hasta que se puede comprender lo que ella necesita.

No sólo los humanos definimos el espacio de relación con las mascotas, ellos también enseñan y determinan su espacio. Se compone un fluir, una manera de expresar y determinar utilizando todos los recursos con los que se dispone, así es como se comprende la comunicación como mucho más que el lenguaje o una imagen.

Cuando distinguimos estamos definiendo e incorporando nuevas acciones, emociones, conductas, representaciones, definiciones, a nuestra memoria, no sólo la cerebral, también la memoria de la emoción, de la percepción. Cuando sentimos el aroma de una flor del jardín de la casa de la infancia, los recuerdos no son imágenes, son sensaciones que nos trasladan y que nos permite re-vivir aquel aroma.

Distinguir de manera consciente nos permite profundizar mucho más, adquirir conocimientos de manera más intensa y permanente. En el caso del aprendizaje, permite encarnar los nuevos conocimientos, permite incorporar de manera más natural a nuestras memorias aquello que se está integrando a nuestra enseñanza. Distinguir mientras se experimenta proporciona conocimientos conscientes e inconscientes que se encarnan de manera más fluida al aprendizaje.

 

 

Inspiraciones de los libros:

Making ideas happen, Scott Belsky

Comunicología de la Aldea Global a la Comunidad Global, Mauricio Tolosa

 

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