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La imagen de la Teletón ha ido decayendo en la última década, pasando de ser el summun del altruismo a sinónimo de frivolidad y neoliberalismo en la salud. Las principales críticas apuntan al hecho de que está alimentando la creencia de que el gasto en salud y rehabilitación deben ser financiados por privados, que sirve de plataforma mediática para artistas y empresarios que buscan lavar su imagen, y por último, que es una manera efectiva y maliciosa de hacer publicidad, pues en este contexto, ayudar y preferir una marca son una misma cosa.

Mucha gente rasga vestiduras ante este modelo, Internet ha hecho circular rumores de que un porcentaje le llega a Don Francisco, rumores aún no confirmados (Pero esto nunca ha sido motivo para frenar la avalancha de ciber-indignación). Los defensores de la cruzada afirman, no sin algo de razón, que aunque las críticas mencionadas anteriormente pueden ser verdad, es mejor que nada, y que un niño discapacitado necesita ayuda ahora, y  a veces una silla de ruedas tangible es mejor que un debate abstracto. Y es verdad. Pero eso no significa que el fin justifica los medios.

Nadie puede negar que la Teletón ha sido de ayuda, pero eso no justifica que su implementación sea incuestionable. Sé que no voy a solucionar la brecha entre ricos y pobres dándole quinientos pesos a un mendigo o convidándole comida a una persona que pasa pidiendo por mi casa, pero eso no quiere decir que no sea una ayuda hacerlo. Tampoco se trata de lavar mi conciencia, sino de ayudar con lo que mis recursos me lo permitan, pero al mismo tiempo idear y construir (De manera colectiva) soluciones a largo plazo a estos problemas, que pueden coexistir con las medidas a corto plazo. Sin embargo ¿Puede esta manera de pensar aplicarse a la Teletón?

Es verdad, de que ayuda ayuda, pero también nos hace caer en la autocomplacencia y pasividad, de sentirnos tranquilos por ayudar una vez al año prefiriendo los productos ligados a esta institución. Más allá de satanizar la iniciativa, creo que hay que cuestionar su necesidad, pues no comulgo con la moda conspirativa de que hay una mano negra detrás de todo, y tampoco creo que todos los que forman parte de la Teletón sean malas personas, hipócritas o fraudes. También creo que hay ocasiones en que hay que tomar acciones sin el Estado como un organismo abstracto y lejano (Porque aunque algunos no sepan, el Estado somos nosotros), y prefiero que existan iniciativas como Green Peace o Un Techo para Chile a que todo el mundo esté trolleando por Facebook o Twitter que el sistema está mal.

Sin embargo, no puedo evitar preguntarme: ¿Son los discapacitados los únicos que necesitan de atención médica y recursos? ¿Qué pasa con COANIL, COANIQUEM, cómo se financian? ¿Por qué a ellos no se les hace una Teletón? Obviamente existen otras maneras de recaudar dinero que no necesariamente involucran al Estado. La Teletón se financia con aportes de empresas y donaciones particulares, las otras instituciones más con lo segundo, y si una empresa suelta las lucas, esto se hace con un bajo perfil y sin cobertura televisiva.

Recalco que la salud en su totalidad es un derecho, algo que nosotros, el Estado, financiamos con impuestos, los que deberían cubrir a enfermos, discapacitados, quemados, diabéticos, atropellados, intoxicados, mordidos por un perro, gente con cáncer o VIH, independientes de la afección o trauma. Ello no quita que puedan realizarse iniciativas que recauden un ingreso extra a los fondos estatales. Pero ¿Es la Teletón el modelo adecuado?

Si nos ponemos a pensar, la Teletón ideada por Jerry Lewis era una maratón en la que distintos artistas entregaban su arte de manera benéfica en lugar de cobrar por ella (Porque aunque algunos aún no lo sepan, el arte es un oficio o profesión que debe ser remunerada como cualquier otra, y ningún artista está obligado a trabajar gratis a menos que se trate de una causa benéfica). Y la Teletón inicial en Chile reproducía ese modelo de alguna forma. Pero el espectro artístico de la actualidad ¿Puede regirse bajo esos mismos principios? Las figuras públicas ya no son cantantes, actores o deportistas, ahora son solo figuras de la farándula, gente que se ha hecho famosa por protagonizar un escándalo, discutir en un reality o haber sido pareja de un conocido. ¿Cuál es su aporte artístico a esta causa?

A riesgo de sonar moralista o mojigato ¿Cuál es el sentido de subir al escenario a una modelo o a la polola de Fulanito? ¿Por qué son cada vez menos los artistas que ya no se prestan para este espectáculo que constituye un gasto innecesario e irrelevante para la recaudación de fondos? No digo que todos los que participan en la Teletón sean buitres hambrientos de cámara, es muy probable que muchos quieran ayudar, pero ¿Qué tan altruistas son todos los que se suman a la iniciativa?

¿Por qué una marca participa en la Teletón y otra no? ¿Por qué por ejemplo Coca Cola está en Teletón y Pepsi no? ¿Significa eso que a la gente de Pepsi le vale madre lo que le pase a los discapacitados y Coca Cola es moralmente superior a las otras bebidas? Sé que muchos dirán que es mejor que el dinero llegue de alguna forma a los niños, y no lo discuto, pero ¿No se han preguntado por qué Don Francisco, o quien sea que toma estas decisiones, no le permite a Coca Cola, Pepsi y todas las marcas de un mismo producto o servicio sumarse a esta desinteresada causa? La gente podría seguir comprando el producto que le dé la gana y seguir ayudando, se recaudaría más dinero, y todos contentos. Pero aunque, como dije, no soy conspiranoico, que en estos tiempos haya que optar por una cecina específica, una cerveza específica o una servilleta específica para ser “Puro Corazón”, me huele mal, muy mal.

La Teletón no es el Cuco, es una manera inadecuada de financiar el sistema de salud, y debe cambiarse. Y creo que esto no se hace básicamente para no alterar el Status Quo, la institución y tradición que simboliza la Teletón, eliminarla sería a estas alturas casi como eliminar la Navidad, el Festival de Viña o el Binominal.

He querido hacer este análisis con la cabeza lo más fría posible sin caer en discursos destructivos ni combatientes, pero creo que es imperativo hacer una crítica a la manera en la que estamos financiando nuestro sistema de salud de manera general. Así como muchos alegan que no podemos ser solidarios solo una vez al año, tampoco creo que debamos ser antistema una vez al año. El debate acerca de la educación pública y gratuita debería ser tema no solo a finales de noviembre, sino todo el año.

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Alguien comentó sobre “La Teletón preguntas más allá del “Día T”

  1. Creo que se cae e un error al decir que “La Teletón no es el Cuco, es una manera inadecuada de financiar el sistema de salud,” puesto que ella no forma parte del sistema de salud. Es solo un aporte para ayudar que se le ocurrió a un particular: Don Francisco. Y la publicidad es su método de recaudar dinero. Esto es muy obvio. Y el que quiere ayuda y el que no, no lo hace. Y nadie tiene porqué comprar los productos que publicita. Aclaro que en realidad no vi el programa Teletón, pero celebro a los que colaboraron con ella.

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