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Hoy me he levantado optimista. Más aún, tras leer una nota en El Mostrador que cito: “En un hecho histórico sin precedentes, el 2 de abril del 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la resolución A/65/L.86, apoyada por 68 países, hizo un llamado a la implementación de un nuevo paradigma: el ‘enfoque holístico hacia el desarrollo’ [paradigma sistémico y ecológico]. La ONU encomendó al Reino de Bhutan, que presentó la propuesta, reunir de inmediato –mediados de abril- en Nueva York a líderes claves de los países miembros, junto con prestigiosos economistas y científicos, además de representantes de la sociedad civil y líderes espirituales. La conclusión fue una sola: debemos re-pensar urgentemente nuestro sistema de mercado y re-orientarlo hacia uno que apunte a una integración más armónica entre nuestras necesidades y la naturaleza, y que ponga al ser humano y su felicidad al centro del debate. La búsqueda de la felicidad debe pasar a ocupar el rol que durante siglos ha ocupado el crecimiento económico y el progreso material. (Wenceslao Unanue, El Mostrador, 20 de abril) 

Búsqueda de la felicidad; fin a la lógica del crecimiento económico y progreso material como la medida de todas las cosas; un nuevo paradigma holístico y ecológico; una nueva relación con la naturaleza. Esas son las palabras inspiradas en la idea-fuerza de sustentabilidad intergeneracional que se escuchan hoy en las Naciones Unidas.

Y ocurre apenas 44 años después, un suspiro en la Historia larga, de la convocatoria, en 1968, a la primera reunión sobre Medio Ambiente en Estocolmo, en 1972, cuando tímidamente la humanidad empezaba a imaginar un cambio de rumbo.

Recordemos que en ese entonces, las Naciones Unidas, en tesitura antropocéntrica, hablaban de “medio humano” para referirse al medio ambiente. Luego, la Conferencia hito de Río de Janeiro, en 1992, fue sin duda un avance; pero los gobiernos allí ni siquiera fueron capaces de concordar una Carta de (cuidado a) la Tierra (posteriormente lo hizo la sociedad civil). Hasta llegar a un presente como Historia en que la conversación en la ONU, aunque sea de un grupo de países, gira en torno a conceptos sistémicos y ecológicos que solo un par de años atrás eran impensados.

Sin duda, la idea-fuerza sustentabilidad ha avanzado. Son los ecos de los sesenta: cuando, tristes ante una Primavera Silenciosa*, hombres y mujeres, tomados de la mano, salieron a las calles con nuevas palabras, adoquines, sueños y flores.

Más allá del éxito inmediato de estas iniciativas pro-sustentabilidad en la ONU y de cuándo se harán reales los nuevos Índices alternativos para medir la vida económica y la felicidad –que son difíciles en sí mismas-, lo destacable es que las conversaciones están cambiando. Y como dice nuestro maestro Maturana: conversando se co-construye y cambia el mundo en que vivimos…

Y ya que estamos optimistas, termino entusiasmado con un 2012 que parece se viene con todo, pero para mejor. Tenían razón nuestros ancestros. Los mayas con lo suyo. Mientras, los andinos le decían Pachakuti al cambio de era que, según sus sabios, ocurriría en este tiempo. En mi documental “El viaje en el Uro Aruma” , allá en los noventa, junto a Zurita, conocimos de boca aymara el anunciado Pachakuti, el nuevo tiempo empático que sueñan los andinos, más o menos quinientos años después del antipático y triste dolor del desencuentro.

* Permítanme el parafraseo del título del libro de la Carlson, que al inicio de los sesenta fue una de las primeras alertas sobre el ecocidio que venía.

 

www.hernandinamarca.cl

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2 Comentarios sobre “De mañanas optimistas

  1. Quiero creer, quiero creer, quiero creer… aunque pase un siglo para que los que vienen vean un cambio concreto…. o una nueva señal…. quiero creer, quiero creer…..

    1. Pues si mi amigo (a) crea ….
      estamos frente a un gran cambio de paradigma….
      Y si la história lo permite lo veremos mas temprano de lo que se espera.
      Hay que empoderarse de la creencia, que la humanidad necesita algo mas que trabajar y ser exitósos. NECESITAMOS SER FELICES.
      Y no en el discurso para no ser menos que el resto…. sino en los hechos, en el día a día, en la cotidianidad en las relaciones de hombres y mujeres, con nuestros compañeros de trabajo, con nuestros vecinos y mas que nada con nosotros mismos.

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