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Otro componente irreductible de la comunicación son las expresiones que, según Manuel Martín Serrano (1992), son producto del trabajo comunicativo de los actores Ego y Alter. La interacción comunicativa siempre implicará menor consumo energético que la simple interacción física;  arrastrar un árbol que obstruye el camino, es más costoso que pedir a alguien que nos ayude y ajustar en el trayecto, hacia dónde nos movemos.

El mundo de las expresiones comunicativas, si es que existieran otras puramente expresiones desprovistas de un fin de conmover, concitar o involucrar a otro,  es maravilloso y varía de tamaño según el actor. Hay mundos tan pequeños como “sí, no, ajá, ¡ay!, no sé” o tan vastos como el cúmulo de palabras o elocuencia en el movimiento de las manos que revolotean al hablar.

En las expresiones, como huellas, se impregnan y muestran nuestra intelectualidad pero también nuestras emociones. De las expresiones (palabras y gestos) depende una comunicación efectiva. Es un prodigio cómo el actor autorregula sus expresiones según el contexto.

Cuando las expresiones no son adaptadas, el resultado puede ser funesto: gritarle a la madre o lanzar improperios a los colegas es tan impertinente como susurrar una frase amorosa al amante que se aleja. Las palabras son el precioso crisol de nuestras esencia, la traducción de nuestro anhelo de convivir, no sólo vivir.

Las expresiones no verbales van de la mano de nuestras palabras (Davis, 1973), y suelen ser la pista para desentrañar  la verdadera motivación de los actores; el propósito de persuadir, convencer, enfatizar, conmover, desestimar, pero un gesto suele ser ambiguo, y no hay nada mejor que escuchar a alguien o leerlo.

Además es importantísimo reconocer que las expresiones, concreción de algo tan abstracto como la intención comunicativa de alguien, corren el riesgo de ser mentiras. Entra aquí en juego la dimensión ética de la comunicación, incluso la necesidad de tamizar nuestras expresiones con los tres filtros socráticos: Verdad, Bondad y Utilidad.

El planteamiento de Manuel Martín Serrano acerca de las expresiones como componente en el corazón de la comunicación,  puede convalidarse en la cotidianidad y es verdadero; creo que su propuesta es buena para reflexionar acerca de cómo nos expresamos. En ese tenor, ojalá que este texto sea útil para los lectores.

 

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