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Estamos en esos momentos de la historia en que nos preguntamos si efectivamente estamos siendo liderados por los mejores ciudadanos del país. Y esta pregunta cruza no sólo a los que no pertenecen a partidos políticos que siempre constituyen la inmensa mayoría, sino también y es lo más curioso, también está siendo formulada por los militantes de todos los partidos chilenos.

En la actividad política formal suele ocurrir que no siempre la permanencia de los mismos de siempre, es garantía de una mejor y más eficaz preocupación por los asuntos públicos. No pocas veces se dice que el poseer experiencia política ayuda mucho para poder resolver los problemas que presenta cualquier sociedad. Sin embargo, esta fortaleza difundida por los interesados, no es la que hoy perciben los ciudadanos.

Pero sin salirnos de las curiosidades y pese a que deseamos renovación, cada vez que aparece alguien nuevo inmediatamente comenzamos a dispararle y le empezamos exigir requisitos que a los antiguos nunca les reclamamos. Pareciera que buscamos santidad en los nuevos y les perdonamos rasgos ordinarios e incluso traicioneros a los antiguos. Es decir, nos movemos en los extremos, y este hecho sin duda que beneficia a los políticos profesionales de siempre.

Puedo entender que todos aquellos que en el pasado y en el presente han sido beneficiados por ciertos políticos los defiendan de manera sutil, porque hoy pocos quieren aparecer con vínculos evidentes con políticos antiguos. Digo sutil porque en su mayoría éstos son activistas de la política y cuyo rol no es aportar si no el de destruir al rival tratando de crear en el escenario público una opinión negativa y caricaturesca.

El mal político es mentiroso; con un ego desmesurado; capaz de darse las vueltas de carnero más indignante; le importa muy poco la gente; de bajo nivel intelectual; con su cabeza llena de eslóganes; socialista en lo público y capitalista en lo privado; supone que todos los demás son inferiores; no conoce la amistad gratuita; habla de los pobres, del frío y del hambre, desde las alturas, con calefacción central y el refrigerador lleno de exquisiteces; le encantan los cócteles, seminarios y la adulación; lee a primera hora la prensa para saber si le sacaron una buena foto o recogieron sus eslóganes; hace trabajar a sus asesores porque él sólo trabaja con su labia; luego de elegido, cambia sus amistades y se vuelve arribista; critica a los empresarios pero se protege de decirles: puchas, tengo que pelarte pero tú sabes que no te fallo en lo clave, en mis votaciones…

El buen político tiende a la verdad; es humilde y su ego controlado; mantiene sus convicciones honestas y no las transa por votos o para ser popular a la galería; es una persona culta o tiende a eso; en su cabeza hay ideas, raciocinio; cree en la igualdad de oportunidades y trata de potenciarla; su amistad es gratuita y desinteresada; habla de los pobres, el frío y del hambre con vergüenza, con pena y con ganas de trabajar para disminuir esas llagas sociales; se aburre soberanamente en cócteles y en los seminarios que no aporten; lee la prensa sin preocuparse por saber si escribieron de él, si no de saber qué está pasando con los chilenos y que desean del mundo político; trabaja codo a codo con sus asesores y éstos aprenden de él; no cambia sus amistades y tiene rubor ante el arribismo y, respecto a los empresarios, les dice: creen riqueza y empleo, pero me respetan la ley, paguen sueldos decentes, den el ejemplo a sus trabajadores, sean justos, sean ciudadanos respetables.

Pareciera que Chile busca buenos políticos…Busca rostros nuevos…No quiere más sillas musicales con los malos representantes públicos…

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3 Comentarios sobre “El político que buscamos

  1. Respecto al tema, las generalizaciones son bastante ingratas. Pero nadie puede negar que un porcentaje importante de población tiene desconfianza o malestar con los organos del estado y quienes manejan sus políticas. La ciudadanía evalua negativamente las oportunidades que el país entrega y no tenemos confianza en las instituciones, por ello el futuro del país se ve con bastante preocupación. Hay un fuerte cuestionamiento a la institucionalidad en su conjunto. Considerando que existen indicadores que hablan de un nivel de desconocimiento con respecto al sistema político. Tampoco existe interés en la juventud en informarse. La clase política tiene una deuda con el país, que se arrastra por años. Los jovenes están buscando una nueva forma de hacer política, ya que la política vieja no logra resultados optimos. Muchos estamos esperanzados en que nuevos liderazgos ingresen a la escena.

  2. Estoy de acuerdo en que existen malos y buenos polpiticos…como existen malos y buenos médicos, como existen buenos y malos ingenieros, como buenos y malos profesores, como buenos y malos poetas, como buenos y malos columnistas y buenos y malos ciber opinólogos, que hoy abundan. Soy uno de ellos.
    El asunto es que los malos políticos sean los menos…despreciables en cantidad.
    La dictadura creó el surgimiento de políticos oportunistas, ha frivolizado y faranduleado este noble ejercicio.
    Los malos políticos, son precisamente, los que han llegado por las lucas, con pocas convicciones ideológicas, los con menos trayectoria.
    Discrepo contigo en negar la experiencia política. Los buenos políticos que tenemos, siguen siendo los que desde joven han estado en la lucha y defienden posturas claras y robustas.
    Pero, ¿qué hace Alinco, Andrea Molina y una monotonera de aparecidos ahí en el parlamento?.
    ¿Qué son esos Independientes, que sólo se representan a sí mismos, que no tienen ideas claras, salvo ese falso manto de “objetividad de independetistas?. Son los más peligrosos, porque no le deben rendir cuenta a nadie de sus votaciones..
    Y si un socialista, profesional, burgués, no le puedes negar vaya a un buen restorán, vista bien, etc…Yo no soy parlamentario, soy de izquierda, pero vivo en Las Condes, en un dpto muy bueno, no barato. ¿está mal? ¿es inconsecuente? ¿no se trata de nivelarse hacia arriba?.
    Hay mucha falacia en algunas cosas que dices…

    Atte.-

    1. Estimado Boris:

      Agradezco la lectura de mi columna. Algunos comentarios a los que ha manifestado:

      1) Con respecto al primer párrafo estamos de acuerdo.

      2) No creo que la dictadura haya creado la actual generación de políticos…Varios de ellos son anteriores o paralelos al período 1973-1990. Lo que si es cierto, que ese régimen atacó el concepto de político y sabemos que ellos eran los más políticos de todos.

      3) No todo mal político llega por las lucas, poca convicción ideológica o poca trayectoria…Llegué a la convicción que el sustrato de fondo es carencia de ética. Varios de los actuales confunden el bien y el mal de manera notoria. Ha crecido la superficialidad y el deseo de imponer puntos de vistas desde arriba y sin poseer la coraza moral para tener ese derecho.

      4) Discrepamos con respecto al valor que le otorgas a la experiencia política…No creo que sea un requisito sine qua non…De hecho varios de los actuales poseen muchísima experiencia política y no digamos que les ha servido mucho para ejercer sus cargos hacia el bien…Más bien tiendo a pensar que el exceso de experiencia la han usado para distorsionar la realidad y, en algunos casos, derechamente para engañar a los ciudadanos.

      5) Discrepamos respecto al concepto de independiente y a la definición que haces…Ambos sabemos que la inmensa mayoría de chilenos son independientes, en el sentido que no militan en ningún partido. Agreguemos que la última encuesta CEP ya no habla sólo de una independencia partidista si no que los chilenos en un 60 % no se sienten ni de derecha, centro o izquierda..
      Cuando habla que el independiente no le rinde cuentas a nadie, bueno, puede ser…Pero no digamos que los de partidos le rinden cuentas a alguien…De hecho, tenemos a un diputado PPD que señaló públicamente que no le rinde cuentas a nadie…

      6) Comparto con usted que un socialista puede vivir en las Condes, ir a buen restaurant, tener buena casa…Todo eso es legítimo siempre y cuando no se olvide visitar y atender a los ciudadanos que dice representar y defender…Y creo que tampoco debe ser excesivo en sus gustos, mire que en la gente pesa mucho eso que no basta con ser monje, si no también parecerlo…

      No hay falacia…Sólo hay puntos de vistas..No porque no estemos de acuerdo, vamos a considerar que es una falacia…

      De hecho, nada de lo que usted me ha dicho es falacia…Sólo es su punto de vista y es legítimo que lo haya dado a conocer.

      Le reitero, agradecido de su lectura y del tiempo que se dio para comentar mi columna.

      Samuel Vial

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