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Leo a Tito Mundt su ” Yo lo conocí” de 1965, y entonces me doy cuenta qué lejos estoy de mi propia época, y muchas veces qué lejos estoy del que fuera mi oficio cotidiano más querido, el periodismo, cuando nos sentábamos con una vieja máquina de escribir junto a viejos amigos que ya poco veo, a hacer perfiles humanos, indistintamente de la ideología de esos hombres y mujeres, rescatando sus claro oscuros.

Leo a Tito Mundt, los mecanismos secretos de los hombres y mujeres con los cuales conversó alguna vez, en alguna esquina del mundo. Y me dice: “…Camarada Pablo (de Rokha): tú no necesitas ningún premio ni ninguna estatua. Caminando por los senderos de China, a través de los museos de Europa, vendiendo libros bajo la lluvia en Chillán o transitando por las calles de Santiago, ya eres tu propia estatua ambulante. No importa que lances imprecaciones y hables tanto de ti mismo…y que vivas aullando largos versos agresivos y saques revistas monumentales. Con lo que has hecho basta para tener un nombre de hierro en la literatura chilena, colgado para siempre como una vieja espada en una panoplia.”

O cuando me habla de Jorge González Von Marées: “…Fue el Jefe del único movimiento que ha tenido una juventud capaz de luchar con la pistola en la mano, asesinada por unos pobres carabineros, que cumplieron mecánicamente una orden canallesca, en los pasillo y escaleras del Seguro Obrero, que desde entonces se llama la Torre de la Sangre. (…) Fue, antes que nada nacionalsocialista y hombre de izquierda, el mejor parlamentario que ha tenido la cámara en mucho años y un hombre de izquierda integral en el fondo. Si no que lo diga el proyecto sobre el cobre que presentó en el Congreso, y que es lo más prácticamente anti imperialista que se haya hecho en Chile…”

Así, me doy cuenta cuan lejos está Chile hoy del profundo Chile, cuando yo mismo escribo sobre ciertos personajes y los comentarios de las crónicas son de trincheras, obtusos, incultos, ignorantes de la historia. Cómo añoro volver al Chile republicano que no viví, ese de masas, nacional popular para conversar por primera vez en una Fuente de Soda con Hernández Parker, con Tito Mundt, con el Negro Jorquera, con Lira Massi, con Mateluna, y cagarnos de la risa, porque tras la ventana el pueblo avanza y avanza sin remilgos, bajo la lluvia de abril o el viento de septiembre, unido en un gran arco de voluntades, en un inmenso abanico inmenso, que acoge su fuerza y su sangre, dejando atrás las inútiles doctrinas y los añejos esquemas.

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3 Comentarios sobre “Leo a Tito Mundt

  1. Me fascina la forma de expresión de Tito, y la forma de vivir la vida, su versatilidad y sencillez. La forma de mostrarnos el mundo, la vida y entregar sus vivencias en forma entretenida.

    Saludos

  2. Es verdad, leer a Tito Mundt es retrotraerse a una época romántica y republicana de Chile. Es adentrarse por los recovecos santiaguinos de los 60 como los describe en “guía humorística de Santiago” o es imaginarse a DeGaulle dándole la mano antes de irse en su avión en “Yo lo conocí”. Y aunque tengamos una edad en que las historias de Mundt nos son ajenas porque nacimos luego de su “curiosa” muerte (no podía ser de otra manera) tiene la gracia de hacerlas tan cercanas y vívidas, que parece que hubiéramos estado en cerrillos despidiendo al delgado primer ministro galo. Gracias Tito y Gracias Fesal por recordar a este gran tipo.

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