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Querida familia, amig@s y compañer@s:

Muchas gracias por las respuestas, las palabras de aliento para José, el cariño y la compañía de ustedes en estos días. Hoy sábado 21 de julio, José Asencio, “El Rambo” cumple el décimo día de huelga de hambre, tomando solamente líquido. Se siente mareado y dice que le pican los brazos, ha perdido tres kilos, a veces manifiesta mucho dolor de cabeza. Aun así, continúa lúcido y activo.
Cuando lo miro, pienso en los mapuche que han estado hasta setenta días resistiendo sin comer. José ha ido aprendiendo como hacerlo, que líquidos tomar, los médicos que lo visitan lo aconsejan. El vino a Coyhaique sin avisarle a nadie. Dice que se vino en la embarcación de recorrido, que pagó el pasaje con lo que juntó, que le perdonaron que no pagara todo el valor, porque no tenía mas dinero. Una señora me acercó a la Catedral, hacía tiempo que no venía a Coyhaique, comenta a los que lo visitan. Cuando vio que yo ponía mis pilchas en la puerta de la iglesia, ella me dijo que si no tenía donde dormir, podía usar la hospedería del Hogar de Cristo, pero yo sin decir nada comencé a colgar un cartel que traía y ahí ella entendió. Que Dios lo bendiga, me dijo.
Los primeros días me asustó la precariedad de la situación en que estaba José, pero de a poco la solidaridad de la gente de Coyhaique se ha traducido en llevarle leña para la estufa, ropa de abrigo, de cama, líquido caliente. Si alguien que lee esta carta y quisiera por esas casualidades de la vida mandarle una polera de manga larga de la selección chilena, se lo agradecería. No es que quiera frivolizar, pero en esta situación tan compleja, un gesto de humor y ternura tampoco viene mal. ¿No creen?
A José lo ha venido a ver mucha gente, varios dirigentes de los pescadores, algunos parlamentarios de la región, mujeres, hombres que escuchan en la radio que él está en esta huelga de hambre y vienen a saludarlo. Muchos jóvenes lo vienen a acompañar, se conversa, él cuenta que fue su desesperación y la de sus compañeros por la Ley de pesca, lo que lo hizo decidirse. Ha ido escribiendo grandes mensajes que coloca en un muro que de a poco, se va convirtiendo en un gran diario mural donde la gente cuelga también sus mensajes.
Cuando los voceros de la mesa social entraron por primera vez a la Moneda, se acabó el movimiento, dicen algunos. Si no entraban a conversar con el gobierno, habríamos tenido muertos, dicen otros. Los hechos, es que la mesa social está conversando con el Gobierno desde marzo y que fuera de la polémica entrega del bono de leña, poco se sabe de los avances. La mesa social, no se ha manifestado de la huelga de José.La mesa social que negocia con el gobierno y el movimiento social, son dos cosas distintas, dicen muchos.
¿Tendremos que concluir que ganó la división? Las organizaciones siguen con sus propias acciones, la unidad de cada una ha sido fortalecida.
Lo que angustia a muchos, es que la mesa social después de haber desautorizado las conversaciones con la Intendenta Regional, se reúne con ella. ¿Y nuestros cinco compañeros que perdieron un ojo por la acción de las policías? ¿Acaso hay responsables de la acción de las Fuerzas Especiales en nuestra región? Nada. Todos sabemos que la justicia militar en estos casos nunca dice nada. Silencio, complicidad, olvido. El maldito olvido.


Los que conocemos como se mueve el sistema, sabemos que hay una responsabilidad política en la llegada de Fuerzas Especiales a la región de Aysén, y eso no hay que olvidarlo, porque el olvido permite la impunidad y la impunidad permite que los hechos se repitan. La violencia del estado contra los ciudadanos que se manifiestan, es un atentado a la democracia. ¿Qué queda frente a la desesperación?
¿No es acaso un acto desesperado decidir comenzar una huelga de hambre de esta manera como lo hace José Asencio mientras la cámara de diputados aprueba la privatización del mar Chileno? y nadie dice nada. El gesto desesperado y solitario de José Asencio. Si no recibe una señal de los parlamentarios de la región, ha declarado que dejará de tomar líquido a partir del lunes. Envía una carta en la que expresa sus demandas: fin a la pesca de arrastre, apertura de los registros pesqueros, definición de las cinco millas para los artesanales en todo el país, cambio del fraccionamiento de la cuota, eliminación del monopolio comercial.
Lo pueden dejar morir, porque: ¿Cuánto vale la vida de un pescador artesanal contra los millones que mueven las industrias pesqueras? Me dice uno de los pescadores que lo acompaña
La nieve brilla, con el sol de la mañana. Imagino esas redes de arrastre, que como aspiradoras succionan el mar. Sacan todo lo que encuentran: Pájaros, animales marinos, pescados, ¡todo! dice José abriendo grandes los ojos, lo que no les sirve, lo devuelven muerto al mar.
El mundo sigue girando, la rabia se acumula. Mucha luz para todos, Magdalena

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