Compartir

En un año de nuestra era que bien podría ser el 2012, había un Jefe de oficina en el centro de Santiago de Chile que no admitía discrepancias por parte de sus subordinados. Debido a ello, cuando los funcionarios de mayor antigüedad querían proteger a un novato despistado, le daban a conocer la regla no escrita número uno de la Unidad, que rezaba lo siguiente: “si el Jefe dice que los cocodrilos vuelan… ¡los cocodrilos vuelan! Vuelan bajito…¡pero vuelan!”. Demás está decir que el novicio que no estuviera al tanto de esta simple regla, el día menos pensado dejaba misteriosamente la organización o era exiliado a lejanas dependencias equivalentes a una condena a galeras.

El relato es un elemento poderoso en nuestras vidas y podríamos considerarlo como un tejido de significados, un tapiz que configura lo que llamamos realidad. Aunque contenga cocodrilos voladores, no dejamos de considerar que ese tapiz constituye “nuestra” realidad.

Recordemos que en la reforma electoral de 1874 quedó establecido que las mujeres no podían votar. Alguien creó el relato, el asunto es que nunca hubo fundamentos concretos más allá del decreto público no escrito que rezaba: “las mujeres no entienden de política”. Ese fue un solemne cocodrilo que planeó durante años.  Hasta 1949 para ser exactos, cuando tuvo un aterrizaje forzoso con la introducción del voto femenino en los procesos electorales. Y como estos reptiles nunca caen solos, en 1969 se permite el voto a los no videntes y en 1972 a los analfabetos.

No es que las mujeres no supieran de política antes de 1949, es más, las elecciones presentaban serias anomalías tales como cohechos, votos de difuntos, suplantación de electores y falsificación de escrutinios. El voto femenino significaba una pérdida de control sobre el proceso eleccionario. Urgente, un cocodrilo que permita que los hombres podamos elegir por ellas.

Los cocodrilos voladores son un relato de carácter estratégico. No aparecen en forma espontánea e inocente al interior de la sociedad, son un instrumento político que permite operacionalizar un sistema de control frente a una sociedad que a veces se encuentra en un vertiginoso proceso evolutivo. Basta recordar que en 1598 Giordano Bruno pasó ocho años en prisión, antes de ser quemado vivo en la hoguera por parte de la Santa Inquisición, debido a su negativa de retractarse de la idea de los sistemas solares múltiples en el universo. Galileo se retracta de su teoría heliocéntrica en 1633 ante los Cardenales de la Inquisición para no correr la misma suerte.

Lo preocupante para la iglesia no era que la tierra dejara de ser el centro del universo, lo que le angustiaba era perder el control sobre las ideas predominantes en la sociedad. A nivel de antídoto, surge la herejía como un cocodrilo más que levanta su vuelo horripilante.

E l sistema binominal es un sistema eleccionario que funciona bajo la premisa que en Chile existen solo dos bloques políticos o coaliciones, cualquier cambio en este contexto es una amenaza al control político y a la dieta parlamentaria. Urgente, un cocodrilo que evite introducir el tema al parlamento.

Son miles los abortos que se realizan cada año en Chile. Urgente, un reptil que evite siquiera tocar el tema.

La bullada ley anti discriminación supuestamente es para combatir la discriminación, pero un número significativo de parlamentarios trata de llegar a un acuerdo respecto de evitar que esta ley se convierta en un instrumento para la legalización del matrimonio gay ¿cuál será el cocodrilo que permita dictar una ley anti discriminación con una discriminación envuelta adentro como si fuera una chaparrita?

Nuestra realidad es un relato que contiene verdades y fantasías. No miremos al suelo, todos llevamos cocodrilos voladores en nuestro arreo…

Compartir

2 Comentarios sobre “Los cocodrilos vuelan

  1. El “clamor popular” dice que hay que recuperar la validez de la palabra, valor primordial para el entendimiento y para el compromiso. De otro modo las instituciones no funcionan; estàn ahì como escenografìa. La baja credibilidad de los polìticos, la impopularidad de la Iglesia Catòlica (otrora reina y señora de los altares en nuestro paìs), la instalaciòn de los reality como verdad absoluta es el sìntoma claro de que los caimanes sì vuelan.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *