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Una comunidad “humana” de campesinos, de soñadores que viven producto de  la fertilidad de una tierra llamada Pichidegua,  luchó incansablemente para derrotar a un gigante energético de nombre Fibroandes, el Goliat. Hoy libres de una termoeléctrica, celebran al son de la fe y la dignidad de un pueblo que abrazó lo imposible para enseñarnos que unidos “se puede”.

Los inicios de la cruzada de este pueblo chileno llamado Pichidegua que hoy hace historia, comienza con la revelación de una información que alerta a los pequeños agricultores de la zona: “una termoeléctrica desea instalarse en nuestra tierra”.
Si bien nadie entendía de qué se trataba, era lógico pensar que un puñado de “ingenuos” y a veces tratados de ignorantes, no podrían derrotar la maquinaria política, económica y estratégica de un proyecto energético que pretendía quemar guano de pollo para dar energía a un reducido número de casas del país.

Las preguntas surgieron de inmediato: ¿quién está detrás de Fibroandes?, ¿es cierto que Agrosuper venderá el guano a la energética? y luego, ¿qué pasará con nuestra fuente de trabajo?, ¿qué pasará con la fertilidad del valle de Pichidegua?
La batalla comienza el primer semestre del año 2010 junto a un grupo de vecinos, de líderes y agricultores que deciden detener el proyecto contaminante. No era  fácil organizarse, mientras la performance comunicacional de Fibroandes mostraba a través de un canal de televisión a la alternativa energética como una oportunidad, expresando además que el pueblo pichideguano estaba confundido, mal informado y con posibilidades de acceder al proyecto.

David y Goliat frente a frente. Al verlos era imposible pensar que David sería capaz de vencer al Goliat político, económico y empresarial que daba plataforma a Fibroandes.

Surgen las primeras reuniones de la comunidad en la pequeña escuela de Pataguas Cerro, los habitantes participan en las asambleas, los especialistas dan su veredicto: el proyecto es contaminante y venenoso. Se genera una estrategia de información para prevenir a los vecinos de Pichidegua. El mundo escolar y político de la zona se suman a la batalla. Los líderes agro-empresariales se enteran de los efectos de la termoeléctrica, se inicia la gestión de recursos económicos, mientras algunos donan su tiempo sin medir la postergación de sus familias. Es así como se abren los caminos de la gran cruzada del corazón agrícola de Chile.

Nace entonces el Comité en Defensa del Medio Ambiente de Pichidegua, liderado por Gloria Alvarado. En paralelo surgen las desconfianzas y la incertidumbre de saber quién está realmente por la causa. El objetivo de la lucha era simplemente priorizar la tierra como sustento de trabajo, de vida y de identidad del propio país. De esta manera, las personas o los “David” fueron descubriendo de qué estaban hechos como seres humanos y cuál era el valor del espacio que habitaban, confirmando que no solo los beneficiaba a ellos, sino a la luminosa proyección de un país con alma agrícola.
Se albergan esperanzas en las leyes, en la promesa de Chile como “potencia alimentaria” para el 2020, en la necesidad de un mundo que necesita oxígeno para respirar, en el gesto iniciático a primera vista de un pequeño agricultor que siembra para cosechar un cítrico que pronto irá algún lugar del planeta a beneficiar a la humanidad.

Esos grandes hechos lograron la suma pausada de muchos líderes de opinión, de premios nacionales, de especialistas ambientales, de hombres y mujeres que por el mundo comunicaban a través de una fotografía  “No a la termoeléctrica de Pichidegua”, mientras otros en cada manifestación entregaban el mensaje amoroso de un lienzo que expresaba “Yo defiendo Pichidegua NO al basural termoeléctrico”.

Las manifestaciones locales poco a poco rompieron sus fronteras y se movilizaron a la capital del país, donde los “David” encontraron un espacio para interpretar  la voz de un pueblo de 18 mil habitantes que era amenazado por un proyecto contaminante bajo el disfraz de una propuesta de “Energía Renovable No Convencional”, es decir, “no producimos dióxido de carbono” sino lo que es peor “arsénico”.

La comunidad obtiene la posibilidad de mirarse, de preguntarse “quiénes somos”, “cuáles es nuestra identidad”, “por qué somos el corazón de la agricultura nacional y los promotores de las exportaciones de Chile”. Descubren que al ser generadores de semillas están alimentando al planeta y con ello la misión de asegurar la comida de muchas personas que jamás conocerán, es más, descubren su potencia como comunidad humana, logrando acuerdos, múltiples seguidores y la fuerza para construir una historia distinta y esperanzadora para los “pequeños pueblos rurales” del mundo.

La lucha claramente se aseguró con el diálogo constante entre los habitantes y la autoridad, con antecedentes duros y cifras sobre el aporte interno bruto que Pichidegua brinda a Chile. Incluso una vez los campesinos decidieron realizar una intervención mayor, cortando caminos, hablando en clave desde sus teléfonos para posiblemente no ser coartados al momento de manifestarse. Ellos cuentan con la herencia histórica y la experiencia de la sobrevivencia, son hombres sencillos y fuertes.

Sin pensar que el día llegaría, un viernes 13 de enero del 2012, la Comisión de Evaluación Ambiental de la Región de O’Higgins rechaza por 7 contra 5 votos el proyecto termoeléctrico de Fibroandes, las lágrimas estallan como quien alberga la esperanza de un futuro agrícola promisorio y duradero para cientos de familias. La emoción llena la sala que reúne a una comunidad que apostó y lo arriesgó todo por salvar la fertilidad de una tierra que nos pertenece a todos, ellos hoy son nuestros héroes, nuestros “David” venciendo desde los hechos concretos al gigante “Goliat”.

Es así como Pichidegua marca historia y un precedente auspicioso para los proyectos contaminantes que aún no logran ser rechazados. Es más, hoy  bajo una consigna surgida desde la emoción más movilizadora del mundo, una comunidad agrícola al sur del mundo baila y celebra cantando: “Yo amo a Pichidegua”.

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Alguien comentó sobre “Pichidegua: La comunidad que venció a Goliat

  1. Grandes habitantes de un maravilloso pueblo, gracias por creer en su tierra y defenderla de estas megaindustrias que nos estan matando, mis mejores vacaciones en mi niñez y los mejores recuerdos que llevo en mi corazon son de Pichidegua, que alegria y emocion siento al leer esta noticia.

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