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Concebía la Cultura como un Constructo social, dinámico, dialéctico. Estaba lleno de palabras mal adaptadas que jamás dijo para no causar desavenencias en la comunidad, ni quebrar Comuniones ni alterar Unidades. La comunión y la unidad es nuestro máximo refugio, nuestro bien superior- argumentaba. Cuando pensó aquellas palabras, las dejó ir sin tener el tiempo necesario para registrarlas. El cielo se llenó de Aves extrañas que su compañera, atribuyó a su Imaginación profética. Concluyeron después de una Reunión Ampliada –donde solo estuvieron ellos- que abandonarían la Gran Ciudad, porque las deudas les llenaban los bolsillos y los Espacios de la Comunicación y dormían con ellas y con ellas tenían pesadillas. Los clavos de la Miseria comenzaron a romperles la Ropa y aunque hacían esfuerzos, la Previsión no le alcanzaba para la Medicina. De acuerdo al Mapa que habían Trazado en la reunión con carácter resolutivo: tendrían un Gran Almacén en el Pueblo, si todo iba bien, venderían insumos sanos para la Agricultura y, además, tendrían Pájaros. De manera colaborativa con la Madre Tierra, para embellecer el Mundo y no bajar las Banderas porque te han judicializado los sueños. Esa era la idea. Imagina –le decía a su Compañera- cuando todo ese Sector se llene de Ruiseñores, podría ser portada de los diarios. Los niños adquirirían otra forma de apreciar la Belleza. Sería un acto revolucionario: aportaríamos a la construcción del Reino, siendo fieles al cuidado de la Creación. Los cambios sociales -a los cuales adhirieron desde jóvenes- cuando fueron en la dirección deseada, se encontraron con una montaña de cascos, tanques y fusiles. Cuando llegue la democracia –pensaba- me llamarán a formar parte de un Equipo de conducción cultural, donde explicaremos el por qué la palabra cultura viene de cultivo, lo que hace el hombre para su engrandecimiento. Tenía méritos y competencias suficientes en la Coordinadora y en los salones parroquiales, además conocía a los artistas. Cuando llegó la democracia, efectivamente se quedó sentado junto al teléfono negro, pero nadie le llamó. Ni en broma, ni para un cargo menor, su nombre fue considerado. Comenzó a perder la esperanza cuando ya habían pasado diez años. Aún así, con su ala quebrada y la mano temblorosa, soñaba con Administrar una Imprenta Nacional, donde los autores nacionales le darían sentido porque podrían publicar sus propias vidas. ¡Imagínate, hermano mío, lo importante que será eso! Millones de Libros saldrían a combatir -cuerpo a cuerpo- la ignorancia: destacamentos de palabras limpiadoras de ventanas, versos libres con una actitud ética, canciones viralizadas por el corazón humano, es decir, ni más ni menos que la Gran Insurrección de Saberes, ciencia, humanidades en beneficio de la condición humana y la utilidad de la virtud. No habría necesidad de lanzar piedras, ni llamar a protestas, ni cortar las calles, para alimentar la conciencia de los más débiles, para que luchen activamente por sus derechos y asuman como actores protagónicos de sus propias vidas, tampoco habría necesidad de exponer a los más jóvenes, porque los propios libros harían la tarea transformadora. Así, viejo querido, gota a gota, quitarle espacio a la ignorancia con la cual nos someten, y poner a brillar el Conocimiento como un Sol del Saber (Quimantú) en medio de la Noche silenciosa de los Pueblos. ¡Nada puede ser mejor que eso, poeta! Eso soñó este hermano mío, mientras el Equipo Médico trataba de estabilizarlo, esta vez sin éxito, por tercera vez. Desde ese día estamos como huérfanos. Su Compañera lloró los claveles más hermosos que he visto.

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3 Comentarios sobre “Una imprenta nacional para mi hermano poeta

  1. TODA OREJA, AFINA SONIDO PARA LO QUE SUENA CERCANO. RECUERDOS VIVIENTES DANZAN A NUESTRO REDEDOR Y ASÍ SEGUIMOS VIAJANDO PARA JUNTARNOS EN ALGUNA ESTRELLA QUE ALLA ARRIBA NOS ESPERA.
    UN ABRAZO DESDE EL CARIBE HERMANO GUSTAVO.

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