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Asistía a una conferencia internacional en Portugal y entre sesión y sesión un día me escapé a un sitio donde una hilera de hippies vendía sus productos artesanales a los turistas. Uno de ellos hablaba portuñol y pudimos conversar con el relajo de dos personas que sienten que tienen la vida por delante.  Cuando ya finalizaba el encuentro volví a despedirme y me dijo algo así como: “¿Y por qué no te quedas aquí? Hay espacio para todos y un cielo dulce para cobijarse. ¿Para qué volver a ese país ingrato? Quédate conmigo”.

Lo recordé mientras escuchaba una versión nueva de Muchacha ojos de papel de Luis Alberto Spinetta. Cuántas veladas, fogatas, trasnoches cantando: “Muchacha ojos de papel, ¿adónde vas? Quédate hasta el alba.(…) Muchacha piel de rayón, no corras más. Tu tiempo es hoy”.

El locutor hablaba de esas canciones que marcan época y que se traspasan de generación en generación; esas baladas que interpretan un estado de ánimo universal con su apelación a una libertad imaginada, con una promesa de bienestar tan caro, tan prístino. Hice un recuento de las que conozco, de las que alguna vez he tarareado y las que recuerdan mis amigos. ¡Tantas!

La historia de Ne me quitte pas (No me dejes), sin duda una de las más famosas, tiene trasfondo: el cantautor belga Jacques Brel la escribió a fines de los años 50, tras separarse de su amante Zuzanne Gabriello. Y aunque fue él quien rompió la relación, la letra es una invocación a que su amada no lo abandone, aduciendo que se puede dejar atrás los malos entendidos, las preguntas. El autor promete “perlas de lluvia de un país lejano donde no llueve” y  “un espacio donde el amor será ley”. No obstante su origen, la composición es recordada como una de las canciones de amor más conmovedoras del siglo XX.

Hay algunas que están en el inconsciente colectivo, como Stand by me: Ese “quédate conmigo” reversionado al infinito después B E King lo pusiera en boga en 1961 y que en los últimos dos años volviera a las parrillas radiales en clave bachata, muy lejos del soul original e incluso de esa versión de John Lennon, que recorrió el mundo a mediados de los años 70.

Quédate conmigo, u otra frase que implica lo mismo, puede ser un tópico, pero es sin duda un llamado recurrente en el discurso amoroso, dicho de tan distintas maneras y circunstancias. ¡Cómo olvidar “Anda”, de Luis Eduardo Aute, grabado en 1975 y donde el autor anticipa el destape que ya se venía en la España franquista:

“Anda, quítate el vestido/las flores y las trampas,

ponte la desnuda/violencia que recatas

y ven a mis brazos,/dejemos los datos,

seamos un cuerpo enamorado.”

Aute- escritor, pintor, cineasta-compuso ese mismo años una desgarradora canción en clave amorosa para impedir la censura Al alba . Quien canta le pide a la que comparte su lecho que no lo abandone al amanecer, porque presiente que tras esa noche “vendrá la noche más larga”. La explicación vendría luego: « Escribí Al alba los días previos a los fusilamientos de septiembre de 1975 y con mucha urgencia. Debe haber sido una de las canciones que más rápidamente me surgieron, pero quería que la gente la cantara. La verdad es que no tuve que pensar mucho, salió del dolor». Se refería a las últimas ejecuciones del régimen franquistas ocurridas el 25 de septiembre de 1975 en las ciudades españolas de Madrid, Barcelona y Burgos, donde fueron fusiladas cinco 

A sus 24 años, a fines de los 80, Tracy Chapman ocupó los primeros lugares en las ranking discográficos del mundo con su interpretación de “Baby can I hold you”. Con su voz prodigiosa la afrodescendiente que antes de grabar sus primeros discos cantaba en la calle y en cafés de Cambridge, Massachussets,  para financiarse sus estudios universitarios, pedía disculpas a un amor pasado por ho haber sabido decir las palabras apropiadas en el momento correcto. Muy discreta en relación a su vida afectiva, la cantante sostuvo una larga relación con la la escritora Alice Walker, autora de la novela El color púrpura.

besa

 

Del “no digas nada” al “qué lastima pero me voy”

Nina Simone,  singular intérprete de blues, se puso una y otra vez en el lugar de la mujer engañada. En Don´t explain, no exige explicaciones, simplemente le pide a su amante que se quede a su lado “porque yo soy completamente tuya”. En las antípodas, y mucho años después, la mexicana Julieta Venegas toma la sartén por el mango en Por eso me voy.…y deja una relación insatisfactoria cantando: “Porque no supiste entender a mi corazón/ Lo que había en él/ porque no tuviste el valor de ver quién soy/Porque no escuchas lo que está tan cerca de ti (…) desaparezco para ti.  Porque sé que me espera algo mejor, alguien que sepa darme amor..… Qué lastima, pero adiós”. Así Julieta se conviertió en ídola.

Sin embargo, el amor desgarrado, el abismo, el deseo, el abandono, la pérdida, el anhelo; la petición implícita o explícita de “quédate conmigo” seguirán poblando el cancionero. En el escenario local, desde Camila Moreno (Te quise) a Chinoy (Vamos los dos) , pasando por Manuel García  hablando de la transexualidad (María) y el trasandino Kevin Johansen (Desde que te perdí).

Porque se es feliz e infeliz al mismo tiempo y el sentimiento está acoplado a un imaginario rico en figuras de distinto orden. «El discurso amoroso, por lo general, es una envoltura lisa que se ciñe a la Imagen, un guante muy suave en torno del ser amado. Es un discurso devoto, bien pensante. Cuando la imagen se altera, la envoltura de la devoción se rasga (…) El dis-cursus amoroso no es dialéctico; gira como un calendario perpetuo, como una enciclopedia de la cultura afectiva» escribió Roland Barthes en “Fragmentos de un discurso amoroso”. Así también, las canciones que en tono menor o mayor dan cuenta de este alegato.

 

 

 

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3 Comentarios sobre “Quédate conmigo

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