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En agosto del año 2013 publiqué un artículo llamado ¡Cuidado con el ciclista! para hablar de dos temas: la encuesta sobre accidentes ciclistas que estaba organizando el Centro de Bicicultura, y la necesidad urgente de lograr una buena convivencia entre automovilistas, ciclistas y peatones.

El primer tema fue relativamente fácil, incluso ya se hizo. Participaron 1.870 personas en la encuesta, en la que el 63% declaró haber sufrido al menos un accidente. El 58% de esos accidentes fue causado por acción del conductor de un vehículo motorizado y la mayoría de los accidentes ocurrió durante la tarde, en hora punta; horario en que las personas están más cansadas, más estresadas y menos concentradas. Le sigue con un 12%, los accidentes causados por el propio ciclista, ya sea por imprudencia o por infracciones a las normas del tránsito. El 44% de todos los accidentes registrados se producen en intersecciones y en las ciclovías que desaparecen en las esquinas.

El segundo tema es más complicado, y aunque estamos avanzando, todavía falta mucho camino por pavimentar. Ojalá fuera tan fácil como pasar una máquina con cemento pero el cambio cultural requiere años y años para adherirse al ADN de la ciudadanía. Las bocinas de los automóviles siguen espantando a los ciclistas, los peatones siguen utilizando las ciclovías y ni hablar del vértigo como peatón al doblar una esquina. Incluso al salir de la propia casa, yo por lo menos, ya no salgo decidida a iniciar mi camino por la vereda. Primero me asomo, miro a cada lado por si viene algún o alguna ciclista y luego me relajo, camino por el lado derecho y voy atenta por si algún ciclista me pide amablemente que me haga a un lado (a veces se tiene esa suerte).

Aun así, los ciclistas son los menos peligrosos, con una limitada capacidad de causar daños a terceros, pero son los más vulnerables luego de los peatones. Amarilis Horta, Directora de Bicicultura dice que “el auto es una máquina que se apodera del espacio público y que el ciclista se vuelve muy vulnerable porque tanto el conductor, el motor y la carrocería son de carne y hueso”. Amarilis señala que para enfrentar este desafío, hay dos caminos. La vía fácil es imponer al vulnerable a que se proteja. El camino difícil: restringir, encausar, limitar y frenar al peligroso. La encuesta, que forma parte de un estudio comparado, ofrece interesantes datos para ver cómo se ha ido configurando esta nueva postal de Santiago, donde en hora punta pueden cruzar con luz verde, fácil, unas diez bicicletas.

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Pirámides de Partición Modal Actual v/s Esperada (Gráfica: gentileza Bicicultura).

Aunque es difícil determinar el universo de cletas dando vueltas por la capital, se estima que hay al menos un millón en la Región Metropolitana y que el aumento del número de ciclistas en circulación es de un 20% cada año. Y lo hemos comprobado con la poca disponibilidad de biciestacionamientos; el árbol, el poste, la reja, el letrero y el semáforo sirven para encadenarla.

La presencia de la bicicleta en las calles puede cambiar completamente el ritmo acelerado de las ciudades, tal como creen en Bicicultura, los ciclistas circulando en grupos se imponen por presencia y obligan a todos a extremar precauciones y reducir velocidades, aportando a la seguridad del sistema de tránsito.

La realidad urbana todavía es hostil para los ciclistas. Es cierto que falta infraestructura, mejor señalización, mayor normativa, pero por sobre todo, falta respeto para convivir en una ciudad como Santiago, una urbe dominada por los vehículos motorizados, con pocas áreas verdes, calles angostas, micro-metro llenos y peatones que van siempre atrasados.

No se trata de cambiar a algunos, sino de que cambiemos todos.

Encuentra todos los detalles sobre el estudio comparado y los resultados de la encuesta en Bicicultura.cl.

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