Compartir

Nuestro mundo, que ya nos parece cada vez más viejo y tradicional, tiene esa capacidad replicante de vivir el presente y sólo proyectar el presente. El presente, es la consagración del hombre, es donde se realiza, donde se concreta, y en verdad, da lo mismo lo que se proyecta de el. El resultado de ese presente que sucede no tiene significancia si la acción del presente sostiene la voluntad del hombre y la sustenta como tal. Causa de que nuestra sociedad tenga una tendencia permanente a la injusticia, perpetua a la destrucción del mediambiente y particularmente potenciadora de la irracionalidad.

Ayn Rand manifiesta que “la característica esencial del hombre es su facultad racional. La mente constittuye su medio fundamental de superviviencia, su único medio de adquirir conocimiento”. Podemos concordar con Rand, no obstante, la evidencia histórica no nos habla particularmente que el curso de la humanidad y el individuo, sea solo sucedida por la racionalidad. De lo contrario no se explicaría el sin número de asimetrías sociales y económicas que existen, y que hoy, en este siglo, parece una sociedad particularmente enferma.

Enferma de su presente, de su obsesión por el instante, dejando a la deriva el futuro, la proyección y la trascendencia. Aquella enfermedad sucede por la concentración de las energías, en la consecución de una sociedad de adultos, diseñada y funcional a satisfacer las necesidades de los adultos. Es más, toda la normativa moral y legal, el diseño del mundo físico, el pensamiento y la creación, el movimiento de los acontecimientos, las medidas y contra medidas, las políticas e ideas, todo, es funcional al invidudo adulto. No solo para permitir que exista el adulto, sino para potenciarlo y hacerlo – se supone – feliz.

Sin embargo, esta sociedad de adultos ha devaluado la trascendencia y eliminado el futuro como producto de consumo. Lo digo con ironía, por cierto. La creación del presente, a pesar de ser cada vez menos creativo y es más instantáneo, no considera viables el significado de trascendender, de perpetuar, de establecer valor en el largo plazo, hipotecando el futuro en la sucesión del presente. El futuro no es posible de soñarlo, de establecerlo como esperanza, de dibujarlo como posibilidad. ¿Para qué? Total el presente está sucediendo, y ese presente es suficiente.

Qué notable lo que el mismo Albert Camus retrata en “The Rebel”: “Salvo por algunos vívidos momentos de plenitud, para ella toda realidad es incompleta. Sus acciones se le escapan bajo la forma de otras acciones, vuelven, bajo disfraces inesperados, a juzgarla, y desaparecen, como el agua que Tántalo anhelaba beber, por algún agujero invisible.” Camus nos acerca a este individuo que ve la finalidad de los tiempos en su propio presente, que se significa dentro del estrecho margen de lo contemporáneo, de la moda, las tendencias que cambian cada hora y así un gran número de variables. Esa es la palabra: el presente sucede porque suceden las variables preconfiguradas por el presente anterior. Así como quedando todo en una rueda kármica de lo ilusorio.

El problema es que los dueños de este estilo social, los adultos, existen porque están sometidos a la colección de lo transitorio. Se entienden por intermedio del zapping, de la sucesión de imágenes una tras otra sin importar qué significan sino cuanto manifiestan, como destellos de un circo. Los adultos crean identidad a través de la colección de lo desechable. Crean relaciones en la virtualidad y con una tendencia irreversible a lo voyerista. Una sociedad desechable, flexible y rápida, con roles difusos y deconstruidos, sinóptica donde unos muchos observan a unos pocos.

En este orden de cosas. ¿qué sucede con el futuro? ¿existen los sueños? ¿como soñamos el futuro si estamos ante la hegemonía del presente diluido y desechable? ¿donde están los niños, las nuevas generaciones, en la sociedad de los adultos?. Invito a comentar, a reflexionar, a detenerse, a pausar. En la próxima entrega, escribiré el artículo, “La Sociedad de los NIños”.

Compartir

Alguien comentó sobre “La Sociedad de los Adultos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *