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En nuestro país conviven todo tipo de organizaciones, persiguiendo fines distintos, con algo en común: trabajar por el bien de todos los miembros, que no es lo mismo que “por un bien común”.

Las sociedades actuales son un reflejo pobre de la panacea organizacional de la naturaleza, la que nos enseña como “adaptarse” a los cambios y mantener el preciado equilibrio dinámico, incluso frente a los cambios generados por nosotros mismos. Pero ¿somos capaces, eficientemente los humanos de organizar y mantener ese equilibrio en nuestras pequeñas organizaciones?, probablemente no.

El Estado de Chile, es responsable de los impactos que genera cualquier organización en desmedro de la comunidad, en el ideario imaginario, un gran juez protector, imparcial y justo, aunque conociendo la realidad actual, el Estado da señales que nos hablan de una desprotección constante.

En este sentido ¿qué ocurriría si una organización, cualquiera sea, pasa de ser un referente en la investigación científica a nivel nacional, a una sociedad anónima? Esta es la situación que vive hoy el CENMA (Centro Nacional del Medio Ambiente) Fundación ubicada en la comuna de La Reina y destinada a la investigación y entrega de datos paralelos e imparciales, sobre la calidad del aire y el agua; servicio muy bien aprovechado por los organismos públicos y privados del país.

La situación es tan crítica, que el 2013 el CENMA recibió $0 pesos para su valiosa tarea. El sindicato de trabajadores del CENMA que representa al 60% del total, presentó una carta a la Universidad de Chile, organismo fundador, en la que manifiesta la preocupación por la situación que enfrentan sus trabajadores, donde también se solicita una explicación por la estrategia de continuidad llevada a cabo y que de realizarse, los dejaría sin su fuente laboral. Pero lo que humea en todo esto, a mi juicio es mucho más que eso. Hasta dónde el Estado de Chile es capaz de garantizar y proteger a las organizaciones sin fines de lucro, sin dejar a la suerte del mercado misiones tan nobles como la entrega de datos fidedignos sobre la calidad ambiental de nuestro país, o será que las autoridades prefieren potenciar los modelos de negocios y beneficiar solo a algunos, enlodando la credibilidad de un organismo tan importante como este. No es ninguna novedad que la política de mercado instalada en Chile  engulla organizaciones para dar paso a una administración con fines de lucro, que según han señalado, sirve para mejorar el “rendimiento y la gestión”, eso lo veremos. Por el momento el valor de instituciones como el CENMA no es un impedimento para que la amenaza de una nueva Medio Ambiente S.A., aflore, o peor aun simplemente desaparezca, dejando un vacio difícil de llenar por parte del mercado de las consultoras.

El propio sindicato señaló hace un par de semanas, que la institución presentó un conjunto de proyectos que buscaban posicionar al Centro como un referente ambiental, lo que incluso llegó a tener nombre; Centro Nacional de Referencia Ambiental, y que se traducía en un crecimiento exponencial de sus investigaciones y aportes para todos quienes trabajamos por mejorar la calidad ambiental de nuestro país.

Parece que una nebulosa envuelve el destino del Centro y sus trabajadores, que demandan un desenlace ajustado al sentido común de una sociedad justa e imparcial, y no por el apetito de las asistentes ambientales de las grandes compañías del país. Ciertamente que esto es el equilibrio y mi deseo es la libre y sana competencia de un Estado de derechos y no de abusos, que no responde a su alma, ya que carece de ella, más bien espera la debilidad de su adversario para contraatacarlo y por qué no, dominarlo hasta hacerlo suyo.

El futuro de la institución depende de quienes la dirigen, sin embargo los beneficiarios indirectos tenemos el derecho de levantar la voz y cuestionar la estrategia del Estado y su rol en materia de derechos ambientales, antes que la dejación abra paso a los puñetazos de la oferta y la demanda, que de valores y credibilidad tienen muy poco, pero se dan el lujo de participar como juez y parte en el desarrollo sustentable de nuestra sociedad.

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