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Relatos de Pía Figueroa

En pleno invierno, en la ciudad de Santiago, Pía Figueroa me invita, junto a Santiago del Campo y a Manuel Riesco a presentar su libro: “Silo, el Maestro de nuestro tiempo.” Nos reunimos en el Café Literario del Parque Japonés en un clima afectivo. Una energía cálida se traspasaba de unos a otros, percibí una manera común de abrazarse y de mirarse y compartir novedades. Claramente estaba en medio de una comunidad humana. Me gustó y estas palabras escritas para la ocasión emergieron en la alegría de compartir con esta comunidad un alumbramiento.

En tiempos de polaridades, humanas y humanos volcados masivamente a las amplias avenidas del planeta, volcados  desde un anhelo profundo que clama por comunidad, sentido y lugar. En tiempos en que el magnolio de mi  casa florece en julio, desconcertado en su blancura de flores grandes que no terminan de saber si estar o no estar, tiempos de redes entretejiéndose y buscándose por el espacio ancho y ajeno, de secretos revelados, derrumbes, preguntas, peligros y, también, conversaciones íntimas, pequeñas, hondas en las que se intenta viajar hacia los vastos y misteriosos valles de adentro alguna quieta tarde de abril, Es en estos tiempos diversos que llega, oportuno, a mi orilla, este libro, esta fragancia, este impulso, este latido poderoso de un corazón rojo, escarlata, gozador, que nutre de oxigeno a los órganos de esta tierra agónica que, sin duda, está de parto. La vida y la muerte en un solo gesto.

¿Cómo hablar de “Silo. El Maestro de nuestro tiempo”. Relatos de Pía Figueroa?

¿Cómo hablar de este universo, partero avezado de otros universos? ¡Porque este libro es un  universo! ¿Me pregunto si debo  hablar de esta Pía lustrosa que asoma al lado de un hombre resplandeciente que se apoda “Silo” en la foto de la contratapa? Esta Pía que transita mis /sus años, los 70, 80, 90, los albores del siglo XXI. Ella la muchacha eterna, despierta, viva de milagro, apasionada buscadora, pájara preguntona, viajera para quien el mundo y sus afanes no ha tenido fronteras ni límite a la hora de seguir la visión, la imagen, como dice ella. Imagen que la habita desde la certeza de la pregunta. ¡Qué vocación porfiada por la felicidad y el encuentro verdadero entre los y las humanas que no es otro que el de uno mismo con uno mismo según la mirada de esta Pía Figueroa de Chile! ¡Que alquimia entre el delirio y la estructura, entre la pasión y la razón, entre sus aguas femeninas y el viento masculino que la habita! ¡Que compromiso con la expansión de la conciencia! Si Leonardo Da Vinci fue el hombre renacentista por excelencia, Pía será la mujer de los tiempos por venir, la mujer de la Nación Humana que integra en un solo beso, el espíritu, la política, el viaje interno, la sociedad, el cuerpo como fluidos, como ríos indivisibles de ese beso redimido.

contraportada

¿Tengo que hablar de esta mujer lúcida, encantadora, inteligente y brava?

¿O tengo que hablar de esta historia de amor? Porque esta es una historia de amor de acuerdo al significado que los mapuches tienen del amor: Veo mi propia luz al fondo de tus ojos. ¿Qué sino su propia luz vio Pía al fondo de los ojos de Silo, el Negro, Manuel, el hombre que transitó su tiempo en estado de alerta? ¿Qué sino su propia luz vio en los ojos del mundo Silo y que le permitió repetidos descubrimientos sutiles, sociales, espirituales y políticos con los que cautivó, impregnó a miles en diversas latitudes, regiones, culturas como nos cuenta Pía? ¿Qué sino la propia luz vio la luz al fondo de los ojos del Maestro y de su discípula? Entonces esta es una historia de amor. Y son las historias de amor las que se abren de piernas para parir maravillas, seres hermosos que preñaran el universo con su energía única y esplendida y que permitirán, al final, que este ascienda hacia espacios más abiertos y fulgurantes donde ser, claramente es “ser juntos”. Entonces este libro es uno de esos seres.

Esta historia de amor ya ha parido palabras sagradas: “¿Qué energía movió todo? ¿Qué motor puso el ser humano en la historia, sino la rebelión contra la muerte?”

Esta historia de amor ya parió movimientos internos, sociales, íntimos y políticos atesorando y reafirmando, en su núcleo, la noción de la unidad: lo que es adentro es afuera, lo que es arriba es abajo, con todo lo que esa sacralidad significa y desafía.

¿O hay que hablar del maestro? Del hombre que salta y se transforma, del caminante, aglutinador, del misterioso, del político lúcido, sofista, del estudioso impecable, psicólogo, filósofo, del chamán, del gran sintetizador del conocimiento, del enlazador de mundos, del hombre?

¿O hay que hablar con la maestría que ella/él hablan de la llegada del Imperio, de su avance devorando culturas, sensibilidades, identidades, estrategias particulares de impulsar el desarrollo, de dar respuesta a los problemas de cada región? ¿Hablar de los aliados y cómplices del Imperio en el mundo de afuera y en el mundo de adentro?

No sé de qué corresponde hablar en esta presentación… Sólo sé que este libro hay que leerlo una, dos, tres veces. Hay que leerlo de muchas maneras; De principio a fin, siguiendo la estructura clásica, de atrás para adelante, jugando con él a la poyetomancia, leerlo a saltos, quedarse en una de sus partes y hacer prácticas personales, leerlo en asambleas, en fin… de todas las maneras que seamos capaces de crear.

“Silo. El Maestro de nuestro tiempo” hay que desenvolverlo, desentrañarlo, aventurarse en sus páginas fragantes, en la danza entre la voz de Pía y la voz de este hombre que nos estará mirando en este instante convertido en susurros que abren inquietudes en las tierras del sueño. Silo, El Negro, Manuel, su maestro.

Este libro a mi me arroja amorosamente al misterio fecundo, llena de hilos de luz para seguir rutas que puedo construir yo misma, de las que soy responsable, y que son diversas y tienen infinitas puertas de entrada. Un texto que me da permiso y me incluye.

Me quedo al final con lo más revolucionario, con la bengala, con el bastón de la posta en la travesía humana, y que emerge desde las entrañas de los tiempos actuales. La transformación no es ni individual ni social, no está afuera ni adentro porque ambos espacios son lo mismo. Quizás esa comunión es la que ha faltado en el anhelo de los que han luchado por el reino de la luz. Al llegar a puerto traíamos en los hombros y en el alma el viejo mundo volviendo a construirlo mil millones de veces. Entonces, encogidos, desmembrados, vimos derrumbarse la utopía. No estábamos preparados para habitar el mundo nuevo. Ese mundo se construye aquí, ahora, adentro y afuera, arriba y abajo.

Gracias Pía

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Alguien comentó sobre “Silo, el Maestro de nuestro tiempo

  1. Qué bellos comentarios, no hay mucho que agregar, sólo decir que lo que más nos falta en éste momento es humanidad, amor a nosotros mismos y al que tenemos al lado . Esta bella persona al escribir , nos permite captar esa bella esencia y ojalá integrarla en nosotros, así aportaremos nuestro granito de amor, que es lo que mueve al mundo.

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