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No necesitamos volver a perder la libertad de prensa para reconocer su enorme valor. Sin embargo, tal vez es necesario preguntarnos por el significado que tiene en el Chile de hoy. El 3 de mayo conmemoraremos un nuevo Día Internacional de Libertad de Prensa. Sin embargo, parece ser un tema que le importa a demasiado pocos, o dicho de otra manera, a los mismos de siempre.

En esta sociedad mediatizada, es clave decir que medios y periodismo no son lo mismo, de hecho la gran mayoría del contenido de los medios no es periodístico. Pero es al periodismo, y en particular a los periodistas, a los que se nos pide un rol social que a ratos es esquivo, pero que da sentido a nuestro quehacer.

Hablar de periodismo es meterse en la pata de los caballos. Poca rigurosidad, excesivo vínculo con los que están en el poder, olvido de su responsabilidad social, son algunos de los grandes cuestionamientos. De regreso, precariedad laboral, poca de diversidad medial (tanto al interior de los medios como en el espectro del sistema medial) y audiencias débiles en demandar calidad en contenidos periodísticos. A todo eso, hay que sumarle el riesgo vital que implica ejercer el periodismo en muchas partes del mundo.

Desigualdad, analfabetismo, desempleo, violencia, corrupción, desinformación, sensacionalismo y desconfianza. ¿Hasta qué punto es el periodismo responsable de la situación en qué nos encontramos? Y sobre todo ¿qué podemos hacer desde dónde estamos?

Aunque a los periodistas nos culpen de casi todo, la situación de los medios y el periodismo necesariamente debe ser vista como parte de un todo mayor que tiene dimensiones económicas, políticas y sociales bien determinadas. Pero al mismo tiempo, hay un rango de opciones que sí son profesionales y personales.

La función periodística ha cambiado y lo seguirá haciendo ya que es dinámica porque las realidades lo son. ¿Estamos cumpliendo la función de servicio público que se requiere hoy? ¿Estamos entregando información de calidad ligada a las necesidades de la gente? Opino que no, o lo estamos haciendo de manera muy insuficiente porque para muchos parecemos no necesarios.

Periodistas sólo cronistas, que se creen iluminados o consortes de algún poder, no. Necesitamos un periodismo más público con periodistas que sean agentes activos en las comunidades de las que son parte y con las cuales se comprometen a escoger temas relevantes para ser investigados de manera que las personas puedan tomar decisiones con libertad. Periodistas que bajo los principios de veracidad e independencia recogen todas las voces de la sociedad y las hacen dialogar para aportar a la construcción social. Esta es la instancia en que la información se vuelve un derecho ciudadano y los medios responden a los intereses comunes.

En este nuevo Día de la Libertad de prensa en el mundo voy a brindar por un periodismo más ciudadano que se vuelve a comprometer con el bien común, que constituye un aporte para que la gente viva mejor, que problematiza la realidad -que a ratos se muestra como obvia-, que denuncia lo que falta, que devela la injusticia que se oculta y que da voz a los que no acceden a los micrófonos.

Nota: Las opiniones expresadas en este texto son a título personal.

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