Compartir

“El destino no tiene por qué golpear siempre el portal de un elevado castillo escocés, como en el segundo acto de Macbeth. Tal vez puede llegar del modo más vulgar con el correo” reflexiona W al comienzo de Sugiero que nos besemos, novela publicada por Lom Ediciones. A él le acontece lo segundo y una carta, doblada a mano, lo lleva a hacer un viaje por el pasado no muy remoto, el de su adolescencia y primera juventud en la República Democrática Alemana, RDA, un país que ya no existe, como tantos otros en Europa.

Más que un ajuste de cuentas, el protagonista de esta novela emprende la revisión de un período que alberga episodios dolorosos y otros francamente hilarantes, en un recorrido que va desde los años 80, cuando era adolescente, hasta la caída del muro de Berlín.

La historia que nos cuenta el escritor y periodista alemán Rayk Wieland nos muestra a un sorprendido W recibiendo, en 2009, una invitación para participar de un simposio donde se hablará de poetas, dramas, dictaduras y efectos colaterales en la RDA. El nació allí, pero –según recuerda- nunca fue poeta. En su intento por aclarar el malentendido descubre que para la Statsi (la policía política del régimen socialista del lado Este) sí lo era; y además, uno muy subversivo.

En el dossier de la Statsi figuran informes del espionaje al que fue sometido siendo un joven y descreído veinteañero y también las increíbles interpretaciones sobre los versos improvisados que envió a su novia de la adolescencia, Liane, que vivía en el lado Oeste. La lectura de los archivos de la policía lo lleva derribar el propio cerco que ha construido para aislar episodios guardados en su memoria y a reconstruir su biografía, que sobrepasa el límite de lo personal, “sin la menor huella de nostalgia”.

El Dorado en Berlín

Algo hay en el personaje de Wieland que lo emparenta con el Ignacio Cañas, de Javier Cercas en “Las leyes de la frontera”. Como Cañas, W tiene un amigo delincuente con una historia casi mitológica que le permite acceder a los mundos de la delincuencia y su glamour. Esto podría parecer un contrasentido en Alemania Oriental, el país del socialismo real, pero no lo es porque WC –Weltchef (el jefe del mundo)-, “un tipo rodeado de leyendas, un Al Capone del Este que jugaba a las cartas”, tiene sus propios arreglos:

“El Berlín oriental de los 80 era conocidamente un El Dorado de los sistemas de nicho, apenas recubierto por actividades oficiales en las que nadie creía (…) Detrás, justo y más allá de eso había algunos mundos paralelos, mundos intermedios y submundos, que funcionaban de maravillas”.

Uno de estos mundos paralelos era el de las salas de billares clandestinas, donde esperar una jugada podía ser un asunto que requería mucha paciencia: “Con el correr del tiempo, el billar se convirtió para nosotros en una metáfora. (…) Esperar como hobby, como estado permanente esperar como modus vivendi, esperar como forma de enfrentar las dificultades. La RDA era el país en el que más-y en el que, de ser posible, con mayor intensidad- se esperaba”.

Al lado este del muro de Berlín también había ventajas. W (alter ego de Wieland) recuerda que para vivir casi no se necesitaba dinero (alquileres de fantasía; bebidas, comida, artículos que costaban centavos), aunque no había mucho para elegir en el ámbito de los suntuarios. Tampoco eran muy necesarios: bares nocturnos, discos y clubes se multiplicaban por todo Berlín. Y allí confluían nuevos ricos, criminales, jóvenes, adultos: “A todos los unía una nimiedad, esto es, cualquier cantidad de dinero, que no era posible gastar por completo”.

El jefe del mundo le preguntó una vez:

— “¿Qué haces en concreto?–

W respondió:

– Soy filósofo no practicante– (lo cual equivalía a decir no pensante).

A ambos personajes nada los unía, excepto el juego. En tanto, la Stasi miraba, observaba y hacía informes. Cada cual más enrevesado o delirante, como se dará cuenta  20 años después W , al ser convocado a la misteriosa reunión de poetas.

Pero no hay mayor peligro. Según cavila posteriormente el protagonista, a fines de los 80 hasta la Stasi se había puesto en automático. Aun así un informe califica sus intervenciones en clase de filosofía como “arrogantes y desestabilizadoras” de la cosmovisión marxista-leninista. Más sospechosos todavía se muestran sus poemas a Liane, la polola de Alemania del oeste, donde cada palabra adquiere un significante distinto al significado original.

Sugiero-que-nos-besemos-200x0-0000089202104

El mayor botín, un poema titulado “Posible ejecución del subjetivo” incautado tras un exhaustivo registro a su mínimo departamento que compuso a partir de varios poemas cortos donde el desafío era introducir al menos un subjuntivo. A su inquidor, el teniente Schnatz, naturalmente le parece un texto conspirativo, donde todo es posible .Eso y las reiteradas menciones al Grupo 61, otro invento de W y su polola para desafiar el paso del tiempo.

Cigarro, trago, dignidad

Hay muchos relatos acerca de la caída del muro de Berlín, pero el que describe Rayk Wieland   es de los pocos que recogen un estado de ánimo distinto a la efervescencia que tan repetidamente vimos en televisión (hasta Roger Walters el líder de Pink Floyd se sumó a la parafernalia con un show montado en Berlín al lado del muro transmitido urbi et orbi ). Para  W la caída del muro “fue una incomparable demostración de fuerza del sinsentido”

Esa noche, la del 9 de noviembre de 1989, está en un bar de mala muerte y cuando escucha que se ha abierto un boquete en el muro- y por tanto está libre el paso para trasladarse al lado occidental, no está dispuesto “a sacrificar cigarro, trago y dignidad”. Algo de melancolía y escepticismo le llevan a preguntarse si es necesario atravesar la puerta por el simple hecho de que esta se había abierto. Entonces opta por tomarse otro Cuba Libre. “Fumar, callar, beber y esperar a ver qué pasa” es su primer pensamiento. Lo que sigue tendrán que leerlo en la novela.

Wieland (1965), nació en Leipzig  estudió electricidad y luego filosofía. Actualmente vive entre Hamburgo y Shangai y trabaja para la televisión alemana. Sobre su novela ha dicho que todo lo que narra allí es completamente cierto, excepto los romances…

 

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *