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Letras y números. Esas características tenían los nombres de los colegios a los que fui en la enseñanza básica. Y fueron tres. El cambio no fue por razones de conducta sino por esa teoría que llaman movilidad social, aunque entre los tres, las diferencias eran bien tristes.

En los tres colegios públicos habían baños sin puertas, en los tres faltaban vidrios en las ventanas, y en los tres no se podían sacar los libros de la biblioteca. En los tres se “esperaban” los hombres a la salida; en dos de ellos sentí la violencia, en uno porque la profesora de matemática me pegó con un palo y en el otro porque una compañera me dio vuelta el basurero en la cabeza.

En los tres colegios siempre fuimos más de 40 estudiantes por sala.

Cuando se habla de la reforma educativa, se olvidan cosas tan fundamentales como lo que pasa dentro y fuera de la sala de clases. Dentro, porque hay más de 40 personas frente a un docente que intenta hacer su clase; que pretende conocer a sus estudiantes, sus historias, sus motivaciones y frustraciones.

Afuera, porque hay más de 40 familias detrás de esos estudiantes, cada una con un capital cultural muy diferente a la otra, y muchas veces desconectadas de lo que sucede al interior del aula.

Me preocupa que la reforma se quede fuera de la sala de clases, ni siquiera en el patio, sino a cuadras del territorio. Hay varias estrategias de enseñanza, lindas e innovadoras, pero ¿cómo puede un docente aplicarlas a un grupo de 40 personas? La conversación sobre la reforma educativa se ha quedado corta, restringiéndose al copago, la selección y el lucro, sin ir directo al “corazón” de las transformaciones. La formación de los estudiantes debe ser especializada, dirigida a seres humanos y no a productos que van pasando por una cinta industrial. No se puede etiquetar a todos los estudiantes con el mismo código de barras y ponerlos a todos en las mismas cajas. Ni el copago, ni la selección ni el fin al lucro resolverán las dificultades y complejidades que involucra la educación.

De no ampliar la mirada y girar la conversación hacia lo fundamental, nos quedaremos con estos tres tristes tigres en las mismas salas de clases.

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3 Comentarios sobre “Reforma Educativa: tres tristes tigres

  1. Es curiosa la capacidad del Sr. Tomislav de responder el tema del artículo cambiándose de tema. Al menos no se puede decir que no entendió lo que leyó, aunque sí que le gusta llevar la discusión al plano que a él le interesa.

    Lo que plantea la Sra. articulista es que la reforma educacional no está considerando la dimensión social y no el grosor del palo con que alguien le pega a otro. Claro que si se considera esa dimensión social hay que aceptar que vale tanto la opinión del joven sub-35 que fuma marihuana en la plaza como la del señor que considera que eso es horroroso. Sospecho que es difícil poner de acuerdo a esos dos extremos pero quiero creer que entre los demás es posible un acuerdo.

  2. Lo sesgado del artículo para crear debate y tener una visión más cercana de lo que sucede en el campo de la Educación Pública, no aporta mucho a entender el fenómeno. La casuística generalizada no sirve.
    Yo estudié en Escuela Pública en Tocopilla y aunque era modesta la escuela, percaria en su infraestructura no fue impedimento para que todas las clases sociales convergiéramos a estudiar en sus modestas salas. Agradezco también el coscorrón, la tirada de las chuletas, el palo en la palma, cuando uno se portaba mal, cuado uno no se ajustaba. Nada de eso me traumó, ni nos traumó, ni había una intencióin perversa de los profesores normalistas (que eran los normalistas los que pegaban con listones), si no que disciplinarnos. Hoy con esta suerte de educación homeopática, de mejorar la disciplina de los alumnos con florcitas de Bach, no funciona. Tenemos una caterva de generaciones de estudiantes sobreprotegidos, que en el campo de lo social no son ejemplo para los niños. Se han criado anti autoridad y han entendido de mala manera el concepto de Libertad Social, producto de que en algún momento surgió una corriente de padres (esencialmente madres) que hicieron escandalera de que a su hijo lo castigaran, lo disciplinaran.
    Si se trata de ejemplo, yo pongo un contra ejemplo, el mío que es tan válido (ya que estamos citando casos), como el que ilustra y nos cuenta la articulista. Estudié después mi enseñanza media en el ex emblemático INBA (que hoy es un bodrio), donde siendo un colegio no sofisitcado en su infraestructura, era un gran colegio y donde también recibíamos castigos de indisciplina para aprender en la vida a respetar y vivir en sociedad. Por eso creo que este artículo es sesgado, porque yo puedo citar mi caso y de muchos que vivniendo de escuelitas modestas, donde falta el vidrio, donde pasan los ratones por debajo de los banco, también hemos surgido, también hemos sido parte de una movilidad social y muchas cosas pasan por el interés, empuje personal y las capacidades intelectuales que te da la naturaleza, las cuales nunca se pueden igualar para todos, por mucho que hagas cualquier reforma. La diversidad (de la que tanto se cita y habla a veces como argumento), pues también existe a nivel intelectual: hay diversidad y esa diversidad es un sello de la personalidad, de lo particular, de lo individual que nadie puede pretender ni logrará equiparar.
    Ante este artículo, ¿cuál es más certero o válido? ¿la experiencia de la articulista, que la traumó un mero palo de la profe de matemáticas en la palma y el tarro de basura en la cabeza? ¿o la mía, donde no fue violencia el palo en la palna, si no fue disciplinarme y de que a pesar de lo precario de mi escuela, igual llegúe a la Universidad porque yo quería eso, era mi sueño y mi meta y nadie ni un gobierno, el que sea, iba a frustar mi sueño?.
    Y aunque resulte discordante lo que dije, creo que la articulsita debiera recordar por qué razón recibión ese palo en la mano o el tarro de basura. Una profesora no le pegará en la palma de antojadiza, de mala y pereversas. Generalmente son por insolencias e indisciplinas. Y el tarro de basura en la cabeza, ¿por qué habrá sido?…Y tampoco es para decir que por un tarro de basura en la cabeza es sinónimo ni argumento para decir que una educación pública está mala. Pasarán los años y aunque tengas la mejor educación pública, seguirán volteando tarros de basura en las cabezas, porque hoy está de moda el Bullying y porque hoy la juventud al ser menos disciplinada, son ellos los agresivos con los proresores, con sus propios compañeros. Es un fenómeno que escapa a la buena sala, a la buena infraestructura, al buen profesor. La violencia entre escolares hoy es mayor que antes, porque es una generación cuyos padres no le supieron poner atajo, castigar, rayarles la cancha, disciplinar.
    Señora articulista, no sea tan dramática y casuística para alzar un artículo y una reflexión que creo tiene que tener más solidez intelectual y no emocional y a partir de su caso particular, porque mi contra ejemplo es tan válido como el suyo.
    Lo que sí, puedo decir, que a estas generaciones, que hoy frisan los 35 años y a los jóvenes actuales, hay que rayarles la cancha, disciplinarlos y eso pasa por educarlos para la vida y el espacio públco en el hogar. Hoy se sientan en el suelo en el metro, quieren fumar marihuana donde se les antoje, beben cerveza en los parques plazas siendo malos ejemplos para los niños, no hacen deporte, no leen la gran litgeratura (eso que la tiene gratis en labibliotecas públicas, obra de la Concertación), cuando andan en bicilceta no respetan al peatón, etc.,
    Disciplina, disciplina es lo que hace falta y esa tiene que venir de padres no autoritarios, pero con carácter, autoridad y siempre educando, sobre todo con el ejemplo.

    1. Estimado, me parece un poco extraña su interpretación del texto… ¿dónde dice la autora que el palo “la traumó”? El ejemplo de ella, tal como ud señala, es tan válido como el suyo…la diferencia está en el ángulo con el cual está leyendo el artículo…pues ella no habla sobre “la disciplina en los colegios”, no es el tema particular que se quiere abordar en el texto, sino la reforma desde sus múltiples aristas….y a partir de una experiencia aborda la posibilidad de ir más allá en esta reforma…. por qué razón el artículo tiene que tener “más solidez intelectual y no emocional”??? quien dicta eso en este espacio? Estimado, este lugar es para escribir, libre y abiertamente, sobre y desde comunicación, y sobre múltiples temas….hay quienes escriben desde la “solidez intelectual” y hay quienes escriben desde la emoción…así como usted tiene derecho a escribir este comentario, que como bien dice varias veces, es tan válido como el artículo de Antonieta. Si vamos a validar las distintas visiones, seamos consecuentes y no descalifiquemos a nadie por escribir desde uno u otro hemisferio del cerebro. Saludos y gracias por leer Sitiocero!

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