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A propósito de la novela “Bandidos” de Rafael Ruiz Moscatelli.
Editorial Ceibo

Leer este libro fue entrar a una pista de baile calurosa, apenas iluminada y ser tomada y dejarme tomar por algún otro de manos grandes y calientes, algún otro atormentado por la vida de estos tiempos pero vivo y con ganas de vivir hasta el último suspiro sin soltar las ansias de ser feliz con la humanidad entera.

Aquí, en el territorio íntimo de las letras, me encuentro con Bandidos y corruptos, leales maestros cazurros y sabios, los Julianes rectos que aún quedan. Me encuentro con mujeres sabrosas, ¡tan sabrosas, tan mujeres, tan anímalas salvajes, hembras chasconas y olorosas que me sentí una insecta adentro de mi coraza. Me encontré con abogados jóvenes con bluejeans, empresarios feroces, cafetaleros rectos y porfiados, mujeres dañadas, misteriosas, maestras de la seducción, mujeres ausentes y la selva, ¡ay!, la selva gruñendo en mi espalda arqueada por episodios calientes y sugerentes hasta lo inconveniente. La selva personaje siempre presente escondiendo, atesorando y entregándonos la certeza que provee el instinto de que ella estará siempre más allá de los intrincados laberintos del poder y la voracidad de la codicia. Ella quedará al final, con sus ojos verdes y sus lianas, respirando, acezando mientras todo se acaba.

Recorro las líneas, pongo mi mano en las palabras esparcidas por la mano de Rafael Ruiz Moscatelli, por su febril imaginación de viajero y su ojo observador y amante, reproduciéndose, exaltando nuestros sentidos, provocándonos mareos, llevándonos a un embrujo difícil de contener.

Por donde, me digo, por donde se presenta esta exaltación hecha libro, esta exaltación de sangre, deseo, muerte, política, poder entretejiéndose en una historia que se entrega al filo de la intriga, jugando de manera eximia con nuestra curiosidad que quiere correr, llegar al final para saber el desenlace pero no, para saber quién es el culpable de la bestialidad ahí descrita en las primeras páginas pero no, quedamos atrapados en la locura del lenguaje exquisito que nos conduce a secretos inesperados del cuerpo, pulsando misterios inexpresados, haciéndonos preguntas impertinentes en relación a los motivos profundos para hacer las cosas que hacemos cuando estamos ligados de alguna manera al poder, a nuestra sexualidad oculta. Leer este libro es como hacer un amor apasionado en el que no queremos llegar al orgasmo porque disfrutamos, disfrutamos como locas con la intimidad húmeda que se teje entre dos pero también queremos llegar rápido y explotar y saber cómo termina para descansar.

Ese es un recodo del libro pero también hay otro, más racional y a la vez más del corazón profundo: Partimos sintiendo, desde nuestra omnipotencia de país bien portado, de país habitado por ingleses colorados de América Latina que es una historia que ocurre en los territorios recorridos por Rafael en sus viajes, territorios que quedan lejos, espacios que nada tienen que ver con nuestro Chile vino tinto republicano e impecable. Un país raro donde pasan cosas horribles de las que estamos a salvo porque usamos corbata. Allá matan a 43 estudiantes que protestan en hechos confusos donde no conocemos las fronteras entre el poder que ostentas las autoridades políticas, el poder de los narcos, los criminales, los empresarios corruptos. Rafael se nos adelantó con este texto escrito antes de la masacre de los jóvenes mexicanos descifrando las claves de un suceso largamente anunciado. Pero este texto y este suceso no está lejos de nosotros, chilenitos, no está lejos de Latinoamérica y su pueblo sometido a poderes cómplices, como en el libro, que se casan y divorcian sin lógica aparente arrasando con la gente de la selva, de los llanos, del desierto, del altiplano. Por suerte siguen existiendo Julianes, Diegos, Maximilianos, Victorias que resisten el embate de la codicia desencajada que protagoniza escenas de sangre y exterminio como las que sentimos en esta novela espléndida que se llama Bandidos y nos alerta de que todo este tejido de bandidos está aquí a la vuelta de la esquina.

Los y las invito a leerla: Conmovedora, emocionante, excitante. Solo hay elogios para este nuevo parto de Rafal Ruiz Moscatelli.

Sitiocero Cultura

 

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