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¿En su itinerancia como llegó al sur de la India?

La primera vez que llegué a India fue a los 20 años, a principios de los ochenta. Viajé  varios meses conociendo la experiencia de los movimientos gandhianos. Hice queridos amigos con los que siempre mantuve contacto.

A mediados de los noventa, Nadana Reddy, dirigente sindical formó un proyecto a escala global para estudiar y poner en la agenda mundial el tema del trabajo y la explotación infantil. Los astros coincidieron de una manera casi mágica. Yo estaba en un momento de transición en mi trabajo en México y ella necesitaba apoyo para instalar el tema en las organizaciones y los medios de India y el mundo. Desde que me llamó para invitarme hasta que me fui a vivir a Bangalore pasó menos de una semana.

Sería difícil explicar lo agradecido que estoy de haber contribuido con un granito de arena a visibilizar la monstruosidad de la explotación infantil en sus distintas formas y por supuesto de haber vivido y participado en una cultura diversa, rica y tan distinta de la nuestra.

¿Cuáles son los motivos de visita más frecuentes en Sitiocero?

Más que motivos, yo creo que los visitantes, que son recurrentes y frecuentes, quieren participar y ser parte de una conversación propositiva, diversa y libre. Somos una comunidad que integra las razones con las emociones, la libertad con el respeto, la audacia con la responsabilidad, y eso se refleja en un estilo, en un tipo de texto que amplía la mirada y enriquece los contextos.

Cuando partimos, hace dos años  esperábamos llegar a 4000 visitas mensuales, ahora promediamos las 200.000, eso es alentador y gratificante. Disfrutamos mucho la creación colectiva de una comunidad de autores, lectores y comentaristas.

¿Cómo se puede lograr el potenciamiento de la sinergia entre tecnologías digitales y las comunidades?

El primer gran desafío es que las personas y organizaciones asuman una práctica y concepción de la comunicación como creación de comunidades y cultura, y salgan del modelo de la transmisión y difusión de mensajes e instrucciones.

Si habitas las tecnologías digitales 2.0 desde un espíritu colaborativo, cocreativo, respetuoso y celebrador de la diversidad, la sinergia es muy rápida y suceden cosas bastante excepcionales. Las redes sociales están hechas para potenciar ese espíritu, pero utilizadas desde el esquema de la transmisión no son tan interesantes y hasta pueden generar ruido en organizaciones y esquemas tradicionales.

Usted alude a las comunicaciones incomunicadas. ¿Cómo puede romperse efectivamente ese círculo vicioso?

Insisto en que lo primero es cambiar nuestra concepción y práctica de la comunicación. Por supuesto, las personas que tienen responsabilidades directivas políticas o empresariales podrían aportar mucho creando, potenciando y fomentando espacios y medios de comunicación más humanos, integradores y creativos. Los desafíos que enfrentamos como humanidad y como países requieren de comunidades unidas aprovechando la mayor diversidad. No basta con que se entiendan las fuerzas políticas opuestas, se trata de que conversen las distintas disciplinas, culturas, regiones, saberes, clases e intereses para aportar en la definición de los problemas y en el diseño y desarrollo de las soluciones.

Soy un poco pesimista respecto a que quienes están en la cima de las pirámides hagan pasos muy decididos en esta dirección: ellos son los grandes beneficiarios del esquema vertical y autoritario.

Luego de leer su libro queda la duda, ¿hacia dónde va? Pues hay una parte expositiva muy interesante, otra de proyecciones pero queda vago el tema de cómo aterrizar las propuestas.

El fenómeno de los medios sociales plantea un giro de 5000 años en la evolución de los medios, considerando grosso modo los inicios de la escritura. Al mismo tiempo las propias redes sociales cambian y se amplían a enorme velocidad si las comparamos con los medios antiguos. Por otra parte son extremadamente dúctiles y adaptables a los distintos propósitos y necesidades de cada organización. Esto hace muy arriesgado proponer recetas generales cuando cada caso debe ser un diseño, un aprendizaje y un camino específico.

Si tuviera que dar un consejo general, sería el aproximarse a las redes sociales más allá de las teclas y la pantalla, los “RT” de Twitter y los me “gusta” de Facebook: habitar el nuevo paradigma de la comunicación no en el mundo de las ideas, sino en la práctica mental, emocional y corporal.

¿Hasta cuándo permaneció en Punta Arenas? ¿Qué le evoca?

Yo tenía cuatro años cuando nos vinimos. Pero Punta Arenas siempre fue un mito fundacional en mi familia. Mi mamá me tenía convencido que yo me había criado con siete pingüinos que vivían en la casa… y creo que esa leyenda se diluyó casi junto con descubrir que el Viejo Pascuero (que también venía de Punta Arenas) no era completamente de este mundo.

Punta Arenas es una geografía y una comunidad muy potente, para quien está vinculado a ella. Cuando he regresado siempre tengo la sensación de pertenencia.

Y bueno…la reflexión sobre este último libro se origina con el movimiento ciudadano de Punta Arenas en 2011. Aquel fue uno de los primeros usos intensivos y de alto impacto de las redes sociales por parte de un movimiento social, no solo en Chile sino que en el mundo; simultáneo con el de Túnez y antes que el de Egipto en los inicios de la Primavera Árabe. Siempre he pensado que Magallanes tiene algo de comienzo del mundo.

libro

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