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“La calidad de un sistema educativo no puede exceder la calidad de sus profesores y directores, ya que el aprendizaje del alumnado no es sino el producto último de lo que sucede en el aula” (OCDE, Conclusiones de los resultados de PISA 2010).El tema de la calidad en educación parece estar en las agendas de todos los especialistas y autoridades educativas. Y con cada informe de resultados poco satisfactorios, en los exámenes nacionales o internacionales, surgen los debates sobre qué estrategias hay que implementar para mejorarlos y surgen también una serie de propuestas de cambios que no hacen sino eludir la verdadera raíz del problema, la calidad de los maestros.

La calidad educativa no puede ser atribuida a grandes y modernas instalaciones, ni al uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC´s) o a los altísimos costos por licencias de software. Todo eso apoya, ayuda y facilita el trabajo del buen maestro, que aún sin esa parafernalia, lograría lo mejor de sus alumnos; cosa que no ocurre a la inversa, es decir, maestros mediocres con toda la infraestructura y equipamiento a su disposición, no son capaces de elevar el nivel de sus alumnos.

En 2007, la firma consultora, McKinsey &Company, se dedicó a estudiar los sistemas educativos de 25 países, incluidos los diez con mejores resultados de la prueba PISA. La idea era conocer dónde residía la clave del éxito de los mismos, además de encontrar los puntos qué tenían en común. El resultado del informe, que lleva el título de “Cómo hicieron los sistemas educativos, con mejor desempeño del mundo, para alcanzar sus objetivos” arrojó como resultado que el factor más importante del éxito y que todos compartían, a pesar de las diferencias socioeconómicas y políticas, era la calidad de sus docentes.

Parece ser que estos sistemas educativos tienen tres grandes puntos en común: 1.Calidad de los docentes. Le dan mucha importancia a seleccionar de una manera estricta a las personas con aptitudes, cualidades y el perfil para ser maestros, entre las que se encuentra el buen nivel de la lengua de su país,  la aritmética, la inteligencia interpersonal, habilidades de comunicación y motivación y sobre todo un buen expediente académico. Además de todo, perciben buenos salarios para que sea más atractiva la profesión 2. Capacitación de profesores. Se les forma para que sean excelentes maestros, con mucha práctica en centros, con un monitoreo constante por parte de compañeros con experiencia y trabajan formando comunidades de aprendizaje colaborativo. 3. La atención individual de los alumnos. Tienen como objetivo el que todos y cada uno de sus alumnos logren el éxito. Para ello dedican atención personalizada y tiempo extra a los que no tienen el mismo ritmo de aprendizaje. Todo lo anterior con supervisiones y exámenes que demuestren la eficacia de las intervenciones. Este monitoreo permite detectar las mejores prácticas, así como las debilidades y fortalezas.

En el 2010, la misma firma consultora elabora otro informe titulado “Cómo continúan mejorando los mejores sistemas educativos del mundo”. En el que ya no se centra tanto en los mejores, sino en los 20 sistemas educativos que no han permanecido estancados, sino que han tenido algún grado de mejora. Maneja el informe la importancia de que cada sistema educativo detecte el nivel en el que se encuentre para adaptar las intervenciones a ese nivel. Remunerar bien a los docentes y mejorar su reconocimiento social. También reconoce la importancia de evaluar a los alumnos con frecuencia y sobre todo hace énfasis en los procesos, es decir, centrarse en el cómo enseñar, más que en el qué enseñar. Calidad y no cantidad.

Es interesante resaltar que, en todos los sistemas analizados, los cambios para mejorar han estado precedidos por situaciones de crisis, bien sea económicas, crisis en el propio sistema educativo por resultados deficientes o bien porque ha habido un cambio de liderazgo.  Es como si hubieran tocado fondo y ya sólo les quedara otro camino que elevarse.

Por su parte, también en 2010, la OCDE al presentar el último Informe PISA de los sistemas educativos de setenta países, concluye de manera similar: “Es necesario poner atención sobre cómo se selecciona al profesorado, qué formación inicial y continua se le da, cómo se recompensa a los mejores y cómo se atrae a éstos a aulas que más reto suponen y se les da mayor estatus y responsabilidad” 

El Informe McKinsey o el de la OCDE, realizan conclusiones que no debieran sorprendernos del todo: Rigurosa selección y calidad en la capacitación de maestros. Elevar su nivel social y de remuneración. Y atención personalizada a los alumnos para evitar las deserciones o los aprendizajes pobres.

Pretender un cambio sin considerar al agente más importante, será una tarea estéril. No se puede esperar que un maestro con bajo nivel de formación eduque a sus estudiantes y desarrolle todas sus potencialidades, cuando él mismo no lo ha logrado. Nadie enseña lo que no sabe. Y si se quieren resultados de excelencia y ciudadanos competentes, críticos y bien formados, se necesitan maestros de excelencia, competentes, críticos y bien formados. “En el centro de la transformación educativa están las personas, no la tecnología” (Nieves Segovia)

En Twitter @PetraLlamas

Publicado en La Jornada de Aguascalientes

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