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“A veces, cuando uno quiere dárselas de listo, acaba mintiendo un poco”
El Principito

El cielo y la tierra siempre han sido atractivos para el ser humano. Ambos polos han sido parte de nuestra historia desde que tenemos memoria y registro histórico, y juntos, son parte fundamental para intentar explicar nuestra existencia. Desde la religión, la ciencia y a partir de cada cultura, los dos extremos tienen un atractivo y un potencial conceptual gigantes.

El cielo, el universo, las estrellas, Dios y el Big Bang. La tierra, la pacha-mama, el subsuelo, el infierno, nuestro núcleo.

Al mirar hacia arriba, nos encontramos con la clásica teoría científica de la creación del universo, que explica esta mega explosión cósmica en la que una “singularidad espaciotemporal” permitió la creación de la vida. La verdad, por más que leí sobre el tema, no pude encontrar una explicación lo suficientemente simple para exponerla brevemente. Pero hagamos el intento: podríamos decir que este Big Bang fue una mezcla de muchas condiciones temporales, físicas y espaciales las que propiciaron que la materia existente comenzara a contraerse hasta llegar a un punto crítico, en donde una gran explosión dio paso a la expansión de la materia en el universo. Eso, dicho muy en fácil, explicaría nuestra existencia desde la visión científica.

Pero el hombre, en su afán interminable por saberlo todo, tiende a ir más y más atrás hasta preguntarse “y quien creó ese algo que finalmente explotó”?? Dios.

En la India explican que Brahma nació de un “huevo cósmico”. Los mayas hablan de 13 cielos y tres grandes dioses creadores. La mitología mapuche lo explica a través de un gran cataclismo formado por dos serpientes creadoras de los distintos elementos y especies de la tierra.

El dios católico fue el más trabajólico y creó el universo en solo seis días:

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad, y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero” (Génesis, 1). Así fue durante seis jornadas, y nos regaló el domingo como día de descanso.

Todas estas teorías, y tantas otras más, hablan de dioses pre-existentes, pero siempre volvemos a lo mismo: y quién creó a estos dioses? ¿El hombre?

El hombre.

¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?

Por otra parte, al mirar hacia la tierra, encontramos la misma cantidad de historias sobre la madre tierra, el inframundo, las capas subterráneas y el núcleo del planeta.

Hace aproximadamente 10 meses se descubrió que el centro de la tierra tiene una temperatura aproximada de 6.000 grados centígrados, por lo que podríamos llegar a imaginarnos que el infierno si existe y que Julio Verne estaba un poco loco al pensar en realizar su famoso viaje.

Por otra parte, para los aztecas, un hombre puede demorar hasta cuatro años para atravesar los nueve mundos subterráneos hasta llegar al Mictlán, el lugar donde habitan los “señores de la muerte”, algo muy similar a Xibalba, un inframundo que es muerte y vida al mismo tiempo. Los griegos y romanos hablaban del Tártaro, el lugar donde se juzgaban las almas después de la muerte, y para los hinduistas, el proceso era aún más complejo, ya que para reencarnarse y lograr la iluminación, era necesario pasar por 21 infiernos.

“Tres son las puertas que conducen a ese infierno, condenando al alma a la oscuridad y la muerte: la lujuria, la ira y la codicia. De estas tres puertas el hombre debe apartarse”, señala el Bhagavad Guitá, uno de los libros sagrados más importantes del hinduismo.

Lo interesante de todo esto es que desde el punto de vista de las comunicaciones, el legado que nos han dejado los mitos originarios de las distintas culturas nos permite elaborar hoy un relato bastante coherente, uniendo las distintas -y geográficamente distantes- explicaciones sobre nuestro origen, lo que no deja de sorprenderme, teniendo en cuenta que entre una y otra cultura jamás tuvieron la posibilidad de compartir esta información como yo lo hago ahora, desde mi computador, gracias al lenguaje, la tecnología, e Internet.

***

Bueno, toda esta reflexión del cielo y la tierra surgió porque hace poco viajé al norte a visitar unas faenas mineras. A los 15 años había estado en Chuqui sacándome fotos con las enormes ruedas de los mega camiones mineros, pero esta vez la situación era muy distinta. Era un viaje de pega, con 30 años encima, una mini crisis existencial y mucha más imaginación. Y claro, era el momento perfecto para pensar en las razones del hombre para ir hacia el centro de la tierra y mirar al cielo, mucho más allá de lo conocido.

Ese día, cuando me estaba quedando dormida en el hotel del campamento minero, me pregunté por todas estas cosas que les he contado y por tantas otras más, como el proceso por el cual el ser humano llegó a atribuirle un valor de cambio–muy elevado por lo demás- a los metales que encontró en la tierra, o por qué nos gastamos millones en explorar el universo, si es probable que ni nosotros, ni los hijos de los hijos de los hijos de nuestros hijos sepan nunca por qué estamos acá, en este mundo, viviendo esta vida, de esta manera, aquí y ahora.

Lo más interesante para mí es darme cuenta que estamos dando vueltas en círculo. Yo creo que todos en algún momento nos hemos preguntado las mismas cosas y hemos llegado a resultados similares, comprendiendo finalmente que el ser humano necesita de una explicación –ya sea mitológica, científica y/o religiosa- para entender de dónde venimos y hacia dónde vamos. Por eso investigamos y excavamos la tierra y miramos cada vez más lejos en el espacio buscando algo que nos haga “sentido” cuando, quizá, la palabra misma nos esté entregando esa respuesta: sentir.

Cuando somos capaces de darle un sentido a la vida no solo a través de la razón sino también a través de un “sentir” en plenitud, es cuando más cerca podemos “sentirnos” del núcleo, del universo, del ser en sí mismo conectado física, temporal y espacialmente con y entre todo.

Puede que la explicación escape a nuestro intelecto y a nuestra capacidad humana de comprender, probablemente porque estamos atrapados en estas coordenadas de tiempo y espacio que –si bien nos permiten vivir una vida “real”- nos hacen alejarnos de un sentir pleno, espacial y temporalmente incompatible.

Tal vez esa misma “singularidad espaciotemporal” de la que que nos aferramos para explicarnos el inicio de todo, sea la respuesta a nuestra búsqueda de sentido…¿Será acaso que necesitamos de un nuevo momento único en el que, en vez de unirse espacio y tiempo, simplemente se disuelvan?

Como todas estas preguntas, la interrogante está abierta…

 

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5 Comentarios sobre “Divagaciones estivales de creación y sentido espacio-temporal

  1. Alejandra, en stricto sensu, tu texto está lejos de lo que podríamos llamar una divagación. Ojalá que como humanidad nos detuviéramos y entregásemos a estas “divagaciones” ontológicas. Ojalá fijáramos la atención y reflexionáramos sobre lo que somos. Quizás es el verano como dices. Lo importante es que es ahora. En ese sentido, vengan siempre estas divagaciones al mainstream al que nos hemos hecho adictos como humanos, vengan esas crisis existenciales (por pequeñas que sean) que nos remezan y saquen de la zona de confort. Que venga y se quede el profundo desasosiego que nos permite movernos y crecer. Gracias querida.

  2. Yo creo que el mismo hecho de observar los procesos naturales (digamos que naturaleza también es lo que está fuera de nuestro mundo) nos ha permitido avanzar en soluciones sobre todo en el uso de tecnologías. En ese sentido, bien concreto, es re necesaria esta observación e investigación. Pienso que por ahí va más el tema científico, ya que en general son los filósofos quienes están pensando en las respuestas hacia la existencia y la vida y a tratar de descifrar esta cosa tan rara que son el razonamiento y los sentimientos.
    Si llegase el día en que se entienda cómo la energía ocurre y se impulsa, cómo ciertas partículas misteriosas operan de maneras tan azarosas, o cómo opera esa partícula que sostiene todo (el boson que le llaman), aún en ese día, no habrá respuesta racional hacia la explicación de la conciencia. Hacia qué la crea.
    Y eso es súper extraño.
    Porque al final, el misterio más grande no es tanto el universo, que se resuelve a paso lento, pero que avanza tras los años, sino esta cosa tan rara que es la inteligencia.

    1. Gracias por participar en la conversación Fau! hay quienes señalan que cuando el hombre se hizo consciente de tiempo-espacio, se separó de ese “todo” que es el universo y se hizo inteligente (racionalmente)…hay quienes creen que hay que anular ese estado racional para volver al inicio y comprender y entender este mundo y nuestra existencia, ya no con la razón…sino con el corazón y la unión final de todos y todo…. Saludos!

  3. Gracias a tod@s por sus comentarios!!!! a seguir divagando, que solo así podremos crear nuevas realidades y destruir mil veces nuestras ataduras!

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