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Tras el regreso de la democracia, la creación del sistema de concesiones públicas y el Plan de Repoblamiento dieron origen a los primeros conflictos urbanos en la ciudad de Santiago, mediante proyectos urbanos que impulsarían a la ciudadanía a organizarse, logrando distintos grados de eficacia en torno a sus demandas. Destacan conflictos con resultado favorable hacia las comunidades como Avenida Matta con respecto al corredor del Transantiago, las alturas y usos de suelo del Plan Regulador en los Barrio Yungay y Matta-Viel y modificación del trazado de la Costanera Norte en el Barrio Bellavista. Estos tres conflictos (como muchos otros) derivaron en solicitudes de declaratoria de Zona Típica (Ley 17.288 MINEDUC), procesos que independiente de sus resultados, lograron detonar una nueva conciencia en torno al significado de esos territorios por parte del resto de los habitantes de la ciudad.

Dado la complejidad del proceso de patrimonialización esta instancia permitió el afianzamiento de organizaciones patrimonialistas sin fines de lucro y con arraigo territorial, que tras su postura inicial de oposición a proyectos urbanos, llevaron a cabo acciones de desarrollo y rehabilitación del entorno físico y social existente en sus barrios. Muchas de estas acciones permitieron capacitar, recuperar saberes y tradiciones, difundir el valor patrimonial y mejorar el espacio público en los barrios. Si bien, el enfoque y las expectativas de cada una de estas entidades (20 en total las cuales operan en diecisiete barrios al año 2013) es variado, logran impactar principalmente en ámbitos del desarrollo social, humano y subjetividades, consideradas estas últimas como una nueva forma de desarrollo.

Lo interesante de este fenómeno, es que esta utilización del patrimonio cultural existente en los barrios por parte de sus propios habitantes, es lo que podríamos enmarcar en el marco teórico del desarrollo sostenible vinculado al patrimonio cultural desde una perspectiva local. Este concepto en Latinoamérica, es asociado principalmente a los grandes procesos de recuperación de los centros históricos, en que la planificación toma un rol preponderante. En el contexto local, la recuperación del patrimonio cultural se juega principalmente como una empresa ciudadana, que opera en el contexto de un país sin política pública de patrimonio, una Ley de Monumentos obsoleta, un contexto de participación asociado a la planificación territorial débil y aparente, subsidios que promueven la especulación inmobiliaria, organismos públicos superados en su capacidad de respuesta y con un apoyo público incipiente que se traduce en programas de rehabilitación patrimonial en fase piloto y fondos públicos insuficientes.

Hoy, las organizaciones aludidas en este ensayo, avanzan en la complejidad de su gestión. En barrios como San Eugenio, Bellavista y Yungay se han desarrollado Planes de gestión ciudadanos, como una forma de planificar indicativamente desde una dirección distinta de los organismos públicos. Esta planificación en gestión, es una forma de ordenar las acciones tendientes al logro de los objetivos que las organizaciones se han fijado. Debe destacarse que la iniciativa de participación y acción autónoma de este tipo de organizaciones se ha transformado en un referente, además que en una instancia de desarrollo local efectiva, entendiendo que esta forma de desarrollo tiene a la ciudad como su espacio por excelencia.

Más detalles de este fenómeno en el siguiente artículo descargable

Sitiocero Cultura

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