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Paz y tregua deben ser las palabras más débiles pero al mismo tiempo añoradas en Gaza por estos días. Confianza, respeto y futuro también conceptos que cuesta pronunciar con entereza, porque se caen en un terreno lleno de dolor, odios y de vulneración de derechos.

Cada día que me demoro es publicar este texto, las cifras de muertos y heridos aumentan. Hoy leo que las ofensivas de Israel podrían durar hasta septiembre, o sea más allá del inicio del año escolar de los niñ@s de Israel, los niñ@s de palestina ya no tienen ni escuelas por lo que esa espera será mucho mayor.

Desde que Israel emprendió su ofensiva militar el 16 de julio contra el territorio palestino de Gaza, ya han muerto más de 2 mil palestinos, 75 por ciento de civiles y una cuarta parte de ellos niños y niñas. Una vez más, la guerra muestra su dimensión más cruel y absurda al herir y matar a los más indefensos. Otra vez vemos que por intereses de los adultos se pisotean los principios básicos de  protección y resguardo a los niños, niñas y adolescentes.

¿Son daños colaterales la muerte de estos niñ@s? Por supuesto que no y es inaceptable la impunidad en que esta situación se vuelve noticia y desaparece como si fuera un hecho más en el acontecer mundial. Nadie está por sobre los derechos humanos y ante la tragedia en Gaza, toda la comunidad internacional es responsable.

El dolor es más intenso cuando la solicitud de ayuda llega desde los propios niñ@s. Uno de los ejemplos más conmovedores es el de Farah Baker (@Farah_Gazan) niña palestina de 16 años que con sus tweets diarios nos interpela al hablarnos de su miedo a morir o las ganas de volver a ver a sus amigos. ¿Cómo respondemos a sus preguntas? Este es un tweet publicado por ella el 23 de agosto: How is it like to live freely and peacefully without occupation? I never experienced that! Is it so beautiful? #GazaUnderAttack.

El interés superior de los niños, niñas y adolescentes, implica que siempre ellos deben ser nuestra prioridad y que, por lo tanto, nuestras acciones como sociedad deben generar las condiciones para permitir que crezcan y se desarrollen en plenitud. Con esta inspiración se creó la Convención sobre los Derechos de los niños, el tratado internacional que reúne al mayor número de Estados que la han ratificado.

La Convención logró por primera vez que los niños y niñas fueran considerados sujetos de derechos y remarcar que las personas adultas somos sujetos de responsabilidades para el cumplimiento de los mismos. Este énfasis se debe a que niñ@s no han alcanzado un pleno desarrollo físico y mental, por lo tanto, requieren cuidados especiales. Evidentemente, estamos en deuda con este gran compromiso.

No quiero que mis hijas me vuelvan a preguntar por qué Israel y Palestina están en guerra. No quiero tener respuestas a esa pregunta, quisiera que no sea pregunta. Quiero que dejemos de sembrar odio y que busquemos una solución comprensiva de esta grave e histórica crisis. Quisiera conversaciones de paz. Los niños y niñas de Palestina, Israel y del mundo requieren de una convivencia pacífica y de adultos que les aseguremos sus derechos.

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