Compartir

Esa curiosidad innata que tenemos clavada en el propio eje.

No soy asidua al teatro, quizás debiera ir más pero no lo hago a menudo. Ayer fue una excepción y fue tanta la sorpresa, que no me quedó otra que escribirles a ustedes para que no se la pierdan.

Viaje al centro de la tierra la obra de Julio Verne. Dos actores y la maravilla de asistir a una aventura espectacular, que rescata en el transcurso de la obra a ese niño inventor-explorador o curioso que fuimos algún día. Las risas abundan. Las sorpresas también. Y hasta los efectos especiales. Se nota la técnica teatral llevada a la máxima y a la mínima expresión. Quienes vayan se podrán dar cuenta que dentro del escenario se abren a la vez ventanas grandes (sí, como si fuera una presentación en computador) e incluso unas muy pequeñitas, que no se pierden en la escena mayor y que incluso susurrando logran ser oídas. Por que el espectador ingresa en ese juego que logran estos dos ex integrantes de La Troppa, de manera absolutamente ejemplar, con la ayuda de un solo elemento físico concreto: una locomotora.

Una locomotora que se convierte en tren, carreta, velero, globo aerostático, caverna, torre de lava, monstruo marino, tierra cuadrada, mar embravecido, laboratorio científico, islas de Irlanda o volcanes de Italia.

Si usted tiene niños, no se pierda esta obra. Creo que ganará sonrisas para aumentar el chanchito de sonrisas que los niños guardan con cada “grande” que los quiere así. Y si usted fue ese niño creador y quiere reencontrarse con ese niño interior, de verdad, no se lo pierda.

¿Dónde? – Teatro Cinema. Ernesto Pinto Lagarrigue 179, Barrio Bellavista.

Sitiocero Cultura


Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *