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Durante el mes de agosto, hemos asistido desde la región de Aysén  a la convocatoria 2016 de fondos concursables. Y tuvimos más preguntas y dudas que el año pasado.

Si en 2014 los resultados discriminaron muy negativamente a las regiones, especialmente a las más extremas del país, las bases de este año han sido, sin derecho a réplica, aún más restrictivas. Ni pensar en enviar un proyecto de investigación de desarrollo local a un jurado nacional.

Las evaluaciones de los proyectos de investigación local fueron, hasta la convocatoria anterior,  realizadas en la región por jurados locales. Hoy las bases no lo permiten. ¿Fue un error de omisión? ¿Una subestimación de la capacidad local para evaluar investigaciones? ¿Un mecanismo de control para las investigaciones locales?

Asimismo, en la línea de infraestructura cultural, la comuna de Coyhaique quedó excluida, por tener más de 50 mil habitantes.  Quizás, y soñando, podría financiarse una sala de conciertos que tuviera más de cien butacas aseguradas. La Escuela de Música y Artes Integradas de Coyhaique, única de su género en la región, tiene una sala para 50 personas, que actualmente está inhabilitada de postular.

Lamentablemente, es como darse de cabezazos contra un muro. Si son fondos concursables para todo Chile, deben considerar efectivamente a todo el país.  No pueden los jurados nacionales, que no conocen las realidades locales (por muy idóneos que sean) seguir decidiendo por las regiones lo que es bueno y necesario para ellas.  Ejemplos de esta situación; hay algunos trágicos, algunos cómicos.

“Apelar” a las evaluaciones deficientes es la respuesta que da la institución. Apelar, en la práctica, significa estar dispuesto a escribir interminables cartas que van y vienen de Santiago a la región,  sin ningún resultado.

Es lamentablemente también que nuestra única alternativa regional, el 2% del FNDR, creada con mucho esfuerzo hace casi 20 años, tampoco nos acompañe. Hace un año que las organizaciones culturales de la región de Aysén no cuentan con esta posibilidad de financiamiento, sin ninguna explicación formal de parte de las autoridades locales.

El panorama es, entonces, bastante desolador.

La comunidad de Aysén está desarticulada y silenciosa. Se hacen inversiones en  infraestructura con planes de gestión deficientes y mal articulados. Los mercados chicos y la cultura del arte gratuito no promueven la economía cultural ni el emprendimiento cultural local. El Estado de Chile planea desarrollo turístico sin comprender la relevancia que tiene la cultura en estos planes.

Respecto a los fondos nacionales del Consejo Nacional de la Cultura, se llama ahora a una licitación pública de Fondart y se la clasifica bajo el rótulo de “licitación cerrada”. Resulta  imposible saber qué es lo que se busca. Nos preguntamos: Es sólo Fondart? O son también los fondos de la Música, libro  y Audiovisual?

Aún desconociendo lo que se viene, este posible cambio  es una tremenda oportunidad para el país. Ojala que estos nuevos aires conduzcan a generar sistemas de trabajo participativos, integrales y articuladores entre la comunidad  cultural de las regiones  y el Estado.

Urge que el Estado Nacional deje de mirar en menos a las regiones y  comprenda que el país es una diversidad cultural, geográfica, social donde las realidades locales son las que construyen la totalidad. Las regiones tenemos mucho que decir, especialmente en las bases de estos fondos concursables. Sería relevante y emblemático que el rediseño de Fondart fuera pensado, discutido y ejecutado así.

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Alguien comentó sobre “Fondart desde el extremo

  1. Me emociono mucho leer a Magdalena. Su aporte a la cultura musical en Chile es extraordinaria.
    La musica permite al ser humano trascender. “Où il y a de la musique il ne peut rien y avoir de diabolique” La musique adoucit les moeurs et surtout celle que tu enseignes Magadalena.

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