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Cada terremoto es distinto, es una sensación muy extraña, nuestros pies vibran y se mueven según el vaivén que la Tierra decide, un tambaleo de árboles, casas, edificios, señaléticas viales todo a nuestro alrededor se conmociona, una manifestación natural que llena de nerviosismo nuestra presencia, que nos une a los ciclos de la naturaleza y nos demuestra la fragilidad de nuestra humanidad.

Son segundos de fragilidad y de atención, esperando que se detenga, mirando alrededor para verificar la seguridad de la ubicación y la preocupación de saber cómo está la familia y amigos en ese preciso momento. El sentido de alerta está encendido en todo el cuerpo, se acentúan los sentidos percibiendo los distintos sonidos, la vibración de las ventanas, los muebles crujen, los adornos caen o se desplazan algunos centímetros, las alarmas de autos se encienden, a veces con cortes de luz que nos obliga a adaptar la mirada a la luz tenue. Esos segundos en los que se pueden apreciar distintas reacciones en los espacios públicos, desde gritos hasta personas que quedan inmóviles. Se activa un sentido de solidaridad y confianza inmediatamente, las personas conversan y acuerdan las decisiones más seguras o siguen las indicaciones de quien parece tener mayor conocimiento.

A nivel biológico en nuestro cerebro entra en pleno funcionamiento la amígdala cerebral, es el centro de respuestas frente a situaciones que ponen en riesgo nuestra integridad y es el responsable de definir cuál será la reacción que se llevará a cabo. Los ojos buscan rápidamente factores externos que puedan entregar mayor información sobre la reacción más adecuada, mientras desde el cerebro se libera una descarga de hormonas a todo el cuerpo, principalmente cortisol y adrenalina preparando químicamente el cuerpo para las acciones necesarias. Vivir en un país sísmico entrega una experiencia sistemática, y un entrenamiento constante a la amígadala, que permite asociar lo aprendido en el transcurso de la vida y observar el entorno para  identificar cual será la medida más apropiada según cada momento.

La tecnología y las emociones

Junto con el proceso interno biológico emocional que vive cada persona, se suma la preocupación por el paradero de la familia y amigos, gracias a la tecnología y su constante mejoramiento es posible contar con un sistema que permite la comunicación rápida. La telefonía por voz colapsa, los mensajes SMS se demoran en llegar al destinatario, pero es la aplicación móvil Whatsapp la que nos conecta para saber la ubicación de nuestros más cercanos. La red de conversaciones se teje rápidamente, todos comienzan a comentar sus experiencias como si estuviésemos en el mismo lugar, esa vulnerabilidad y estrés de un terremoto es minimizado con las palabras y mensajes cariñosos de nuestras comunidades.

Para quienes mantienen conexión a internet durante el terremoto, pueden acceder a la información en línea, las redes sociales y la manifestación espontánea de las personas conectadas permite saber qué lugares han sido afectados, que medidas están tomando e incluso sentirse más acompañados.

Una buena y practica iniciativa es “Safety check”, una aplicación que creó Facebook para saber el estado de las personas que se encuentran en el lugar de un terremoto o desastre natural. Pasadas algunas horas del movimiento telúrico llega una notificación en la que pregunta si “estás bien” y puedes notificar que las personas con las que te encuentras también lo están, lo interesante de esta aplicación es que muestra el estado de tus amigos, se genera de inmediato una sensación de bienestar al saber que tu comunidad está a salvo (y sigue disminuyendo el estado de emergencia emocional). Para algunos puede ser molesto recibir una notificación por cada persona que confirma “estar bien” pero para muchos y  para las personas que se encuentran en otro país es un alivio conocer el estado de todos sus amigos y familiares en la zona de la emergencia.

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La telefonía móvil ha colaborado con la expansión de la información en tiempo record, la televisión y radio realizan la cobertura en terreno y la búsqueda de respuestas desde los organismos oficiales,  sumado al material que los ciudadanos les proveen espontáneamente; las redes sociales con millones de personas aportando su experiencia y observaciones de sus entornos próximos. Así se va construyendo la trama de emociones, entre replicas contactamos a los seres queridos, revisamos la prensa y las redes sociales, buscamos respuestas, información y certezas que nos permita volver a un estado de mayor tranquilidad.

Las situaciones de riesgo y emergencia colectiva son momentos en los que las personas estrechan sus vínculos, tienen lazos solidarios y aparece un espíritu mucho más sintonizado con lo comunitario. Así es como Twitter se llena de hashtags sobre el terremoto, las redes sociales se llenan de imágenes, videos y mensajes un gran mosaico que configura una gran imagen-emoción colectiva. Para los medios de comunicación es un desafío adaptar sus estrategias a la contingencia sintonizado con la sensibilidad de una región o zona geográfica. Los ingenieros y constructores han desarrollado tecnologías y utilizado materiales que permita reducir el nivel de impacto de los sismos en nuestro país. Para la ciencia es un espacio de investigación constante que les permite obtener más precisión e información sobre las condiciones geofísicas particulares precisando e identificando patrones que permita conocer mejor este trozo de Tierra que habitamos.

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