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Primera

En la madrugada del 25 de abril de 1974 en las radios de Portugal comenzó a escucharse una canción que se había hecho muy popular como símbolo de resistencia a la dictadura  iniciada en 1932 por António de Oliveira Salazar, que en aquel entonces era representada por el gobierno de continuidad de Marcelo Caetano: Grandola vila morena, compuesta por José, Zeca, Afonso. Los militares revolucionarios habían elegido esta canción como contraseña para anunciar que la rebelión contra Caetano era inapelable y para demostrar que este golpe nada tenía que ver con  el de Augusto Pinochet, en Chile.

Así fue que, al oír los primeros compases de marcha y la prístina voz de Zeca Afonso y sus compañeros de música entonando  O povo é quem mais ordena, decenas y luego miles de portugueses salieron a las calles a celebrar la caída del gobierno fascista. Cuenta la leyenda que una mujer que vendía claveles en una esquina en Lisboa regaló una flor  a uno de los militares sublevados y que este la puso en la punta de su fusil. Luego fueron otros y otros. De allí el nombre de la Revolución de los claveles.

Lo primero que hizo la junta revolucionaria fue declarar la libertad de expresión y la multiculturalidad; enseguida anunció la creación de una Asamblea Constituyente,  para crear las condiciones que hicieran posible la primera elección democrática después de cuatro décadas de dictadura.

 

Segunda

En la mañana de 24 de abril de 2015, Jaime de Aguirre compositor de la música de La alegría ya viene, canción de la campaña contra el general Augusto Pinochet durante el plebiscito de 1988 (plebiscito convocado por la dictadura militar ante la creciente movilización  social opositora)  fue a declarar a la Fiscalía Nacional,  por haber recibido un  pago –contra boletas – de la empresa Soquimich, encabezada por el ex yerno del dictador, Julio Ponce Lerou.  Soquimich está envuelta en uno de los probablemente mayores fraudes tributarios al Fisco chileno y las boletas del director ejecutivo del canal de televisión privado Chilevisión son algunas entre tantas, cobradas en una operación triangulada con empresas vinculadas a este consorcio.

De Aguirre recibió ese dinero mientras ejercía como gerente de producción del por entonces canal de televisión de Sebastián Piñera (que ahora pertenece a Turner Booadcasting System. Su vinculación con la industria de la imagen y el sonido viene de mucho tiempo antes: a mediados de los años 70, después del golpe militar, Eduardo Tironi y algunos amigos  fundaron  Filmocentro en un antigua casa de adobe donde funcionaba la peña de los Parra (Carmen 340), lugar  de encuentros musicales organizado por los hijos de Violeta Parra antes de 1973. A ese sitio, donde se instalaron taller de producción de cine, de fotografía y de producción musical, llegó Jaime de Aguirre, quien se había diplomado en sonido en Surrey, Inglaterra.

Por Carmen 340 pasaron todos, o casi todos los grupos que del movimiento la nueva música chilena, de tendencia antidictatorial.  Eduardo Tironi y De Aguirre formaron parte del equipo creativo de la campaña del NO. Sergio Bravo y De Aguirre  crearon el himno  Chile la alegría ya viene, canto que simbolizó  el deseo de acabar con los tristes y oscuros tiempos de la dictadura.

Así, mientras la canción portuguesa  devino en himno contra la opresión, por la fuerza de los hechos (aunque José Afonso al crearla quiso homenajear a un pueblo en el Alentejo que se destacó por su lucha contra el fascismo), la chilena fue pensada expresamente con los códigos de un  jingle que, sin embargo, recogía  ideas similares: el saludo a la alegría, el reconocimiento a la fraternidad y la igualdad.

La primera ha seguido vigente como un himno libertario y rebelde: en marzo de 2013, cuando los representantes  de las principales entidades bancarias multinacionales y europeas se reunieron en Lisboa para exigir una severa restricción económica en Portugal  un millón de indignados portugueses salieron a las calles de 30 ciudades para entonar nuevamente  Grandola vila morena  en oposición a las severas medidas económicas que buscaba imponer la troika formada por el FMI Comisión Europea y el Banco Central Europeo.

La segunda, el mismo año, fue revivida en una película que la situó en una perspectiva de una épica publicitaria. Tristemente, una de las consignas recogidas en la letra  de La alegría ya viene, «Hasta cuando ya de abusos, es el tiempo de cambiar» se transformó en el motivo principal de la gran marcha  de indignados chilenos que protestaron contra  el descrédito de la clase política, la institucionalización de la codicia y los escandalosos fraudes tributarios en los cuales  están envueltos  personajes de la izquierda y la derecha.

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