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“Para continuar viva, me cubro de una máscara hecha de olvido y de mentiras”, dice Carmen Castillo en el documental: Calle Santa Fe.

Han pasado mas de cuarenta años. Han nacido hijos y nietos de detenidos desaparecidos. “Un conscripto habló, porque los “Clase” no van a hablar”, me dice alguien por las redes sociales. Menos hablarán los oficiales, aunque Carmen Gloria Quintana, la joven quemada al lado de Rodrigo Rojas, asesinado de la manera más brutal y despiadada,  exija la verdad sobre los pactos de silencio o la renuncia del Comandante en jefe del Ejecito.

Tantos viajes de la infancia en la micro Bilbao lo Franco, pasando por afuera del hospital donde Carmen Gloria Quintana luchaba por su vida. Años de noches rotas por disparos y la obscuridad de las calles vacías. Tanta infancia crecida a golpes de noticias mortales y sonidos nocturnos de metralla, testimonio de los desaparecidos y los muertos.

La peor angustia adolescente. Imaginarla a ella, Carmen Gloria, con cinco años mas que yo, en una cama de hospital, tratando de vivir, de respirar, comer, caminar, aprendiendo de nuevo a mover las manos.  Mientras viajaba en la micro y pasaba al lado de este hospital, me desesperaba por el ruido de la calle, imaginando que este ruido sería molesto para ella que luchaba por su vida. Vuelve de Canadá con una paz interior que transmite y sobrepasa todas las miserias de este pequeño mundo de  dolores y venganzas. Ella es clara como han sido claros tantas mujeres y hombres que en estos años exigen justicia.

En estos días en que Contreras muere en un hospital, son probablemente muchos los secretos que se tragará la historia, porque la impunidad se sostiene en este silencio, en este abandono de justicia a pesar de la justicia.

Quizás como dice Carmen Castillo, la mayoría de los chilenos aprendimos a cubrirnos de mentira y olvido por el “bien de Chile”. A hacer política de acuerdos y de conveniencias. Aprendimos también a ser chilenos contra chilenos, aunque eso no sea vivir y no queramos darnos cuenta. Aprendimos a sentarnos al lado del general y ofrecerle  en medio de sonrisas el asiento, vomitando después en la intimidad de la familia. Tanto repetir el gesto, que se hizo cotidiano hasta que ya la molestia fue soportable, hasta que comenzamos a sostenerla como un modo de vida.

De todos lados siguieron fieles al periódico que miente, mientras los medios de prensa alternativos, desaparecieron por inanición. ¿Qué fue de esos periodistas esos fotógrafos que no aceptaron vivir en la mentira? ¿Dónde están?

“Es una farsa el Comunismo . Engañan a las personas que mas necesitan, mienten, matan y se creen con derechos por sobre los demás”. “¿Quién se acuerda de las viudas e hijos de soldados y carabineros fallecidos?” Dicen en las redes sociales y abundan los comentarios de odio y violencia no muy distintos a los que conocí entrando a la adolescencia cuando se acumulaban las molotov en balcones de casas del barrio alto, “para defendernos de los comunistas cuando vengan a asaltarnos”.

¿En que país  nos hemos convertido? ¿Qué herencia estamos dejando a los nietos de nuestros nietos? Siempre antagónicos, necesitamos reconocer la barbarie y saber pedir perdón cuando los seres humanos nos convertimos en bestias.

La herida es demasiado profunda, vivimos un país quebrado en mil pedazos. Las luchas de poder, las ansias de venganza y dinero, confunden los esfuerzos de verdad y los gestos de consecuencia. Para sobrevivir aprendimos a ponernos la máscara del olvido y de las mentiras, pienso, mientras voy estrujada en un carro de metro mirando como un hombre o una mujer que no han podido subir al carro lleno, mira con ojos perdidos el horizonte de la nada, mientras las puertas se abren y se cierran sin que pueda subir ni bajar nadie.

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Alguien comentó sobre “¿Chilenos contra chilenos?

  1. Chile país cuyas ruinas son exhibidas por sus propios dueños. Nación de hijos políticos-nueras y yernos- de Pinochet-Guzmán-Alianzas-Mayorías que con alma de SQM, “poncean” con quien quiera, en la historia palpitante de la corrupción inveterada: Nada. Ni muerte, ni volcanes, ni terremotos, ni tsunamis. Mis condolencias. QUERIDOS NO SOMOS NADA.

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