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La realidad política ha cambiado sustancialmente en los últimos años en nuestro querido Chile; pasamos de tener una representación política que creíamos confiable y creíble a la triste realidad de hoy, donde reina la desconfianza con una naturalidad tal, que termina por coartar cualquier intento por mejorar los procesos y hacerlos más representativos, más que nada lo que se aprecia desde el mundo ciudadano es una clara unificación hacía el acomodo de siempre, donde encontramos muchos tejados de vidrio.

Los partidos políticos desde siempre han representando un porcentaje mínimo de la población, a decir verdad hemos descubierto que son verdaderos “grupos de poder”, en regiones hemos entendido que nunca han trabajado por el desarrollo sustentable de los territorios, si, de sus propias aspiraciones, totalmente contrario si queremos una regionalización efectiva y una verdadera delegación en la toma de decisiones. Como un ejemplo de esa dicotomía irónica y manipuladora, que repetí hasta el cansancio en su momento; es la aprobación de la ley de Pesca, “la llamada Ley Longueira” aprobada por las oscuras relaciones de los partidos políticos con los grupos de poder. Hoy entendemos que más que perfeccionar la ley como fue el discurso, en realidad ayudaron a que los industriales pesqueros se apoderaran de nuestro mar, en total contra sentido de lo que querían los habitantes de las regiones, que finalmente privatizó un mar que nos pertenece a todos y terminó por destruirlo definitivamente.

La dicotomía actual entre los partidos políticos y la ciudadanía, nos tiene a merced de esos intereses y en la actualidad no tenemos una representación del conjunto de los intereses sociales que necesitamos recomponer y lo que es peor, sin capacidad de tener una injerencia real en la toma de decisiones con la participación y el trabajo en equipo que debe proceder, con una representación que hoy no tenemos.

El problema que enfrentamos en la actualidad con los partidos políticos, es que cuentan con una excesiva autoridad pero sin legitimidad alguna en la representación, con serios conflictos de intereses, con posturas y discursos que más que representar un camino hacia la sustentabilidad social, representan una clara contradicción en el fundamento del proceso de cambio estructural.

Los partidos políticos se dejan llevar por sus propios intereses, sus componentes dicen que hacen pero en verdad no hacen; en épocas de crisis y de transición política como la actual, transforman la democracia en una delegación de intereses creados con redes protectoras para perpetuarse ellos mismos y sus intereses, concentrando un poder de decisión (que no merecen), perjudicando la cohesión social, vulnerando el discurso ético y moral con su mal ejemplo, con el riesgo innecesario de producir rupturas institucionales profundas. Ante la concentración del liderazgo que dicen tener y con  lealtad sólo al interior de sus grupos de confianza ponen en riesgo todo el proceso de crecimiento social.

Si de verdad queremos implementar una agenda con objetivos representativos de los intereses de la ciudadanía con sustentabilidad y proyección, deberíamos entender que bajo los presupuestos de los partidos políticos, es improbable que logremos los cambios que verdaderamente necesitamos, con el riesgo real de ser menos profundos, lentos y costosos, por una ciudadanía cansada de la manipulación ideológica que nos rige en la actualidad.

Sus intrincadas redes y subterfugios sustentados en diversas leyes hechas para sus acomodos, niegan toda posibilidad que puedan ser castigados electoralmente por el modelo imperante y que ellos construyen para perpetuarse, elevando considerablemente los índices de corrupción y sobre todo, construyendo estructuras paralelas y clandestinas, que no son una garantía de transparencia por decirlo de manera diplomática.

La vulnerabilidad de los partidos políticos frente a las diferentes presiones corporativas es tremenda; en Chile esta debilidad ha quedado demostrada con el escándalo del Banco Penta y sus diferentes ramificaciones, es un secreto a voces que todos los partidos políticos sabían y que ocultaban por los diversos intereses creados. Conseguir beneficios personales a partir de los acuerdos entre ambos sistemas, transforma al poder ejecutivo en un enemigo de la ciudadanía y transparencia legislativa.

El problema de los partidos políticos radica en su ineficacia para solucionar las crisis y gran parte de sus deficiencias son sistémicas, su exacerbado centralismo en la toma de decisiones son atentatorias hacia los objetivos de la mayoría. Si queremos un país sustentable democráticamente  y que esta democracia represente un futuro para todos y no solo para algunos, el partidismo exacerbado que rige en la actualidad, sin duda alguna no es la formula y más temprano que tarde nos daremos cuenta, que debemos cambiar del presidencialismo actual al parlamentarismo del futuro.

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Alguien comentó sobre “Ciudadanía, partidos políticos y los intereses creados

  1. Todas las instituciones humanas son imperfectas y criticables
    Pero son necesarias especialmente en democracia
    Los partidos politicos son fundamentales en los regimenes democraticos y el camino de corregir sus errores es participando en ellos y no solo criticandolos
    Tanto es así que los regimenes autoritarios lo primero que hacen es eliminarlos

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