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Han transcurrido 50 años de un modelo curricular imperante y no hay indicios de que los actores del mundo educativo y menos los actores políticos, rompan con el retrovisor. El curriculum imperante es basado en objetivos, en donde las bases institucionales son los contenidos y sus paredes refractarias son el conductismo y la memoria de corto plazo.

En aquella época, los niños y niñas (1.0) sólo podían acceder a la información y al conocimiento principalmente mediante la escuela y a través de los profesores. Ellos y ellas, alumbraban el camino con su verbo y con sus actitudes. No había otros  medios, a veces, los diarios y revistas y en otros lugares lúgebres como las bibliotecas. Hoy los niños y niñas ( 3.0) acceden a la información de múltiples formas y por diversas plataformas. Es más uno puede afirmar que hoy en día la educación no formal es más significativa.

En aquella época pretérita, los jóvenes administraban el futuro, con mayor certidumbre. Un profesor que ingresaba, a la educación y a un determinado colegio, se podía proyectar su vida laboral, en 30 años. ( Con 30 años de servicio se podía jubilar) Hoy, es muy probable que los jóvenes sólo pueden atisbar, con muchas incertidumbres el futuro. Mas, hoy los jóvenes se preocupan por el hoy.

En aquella época, era necesario desarrollar al máximo la capacidad de retención de contenidos en la memoria de corto plazo. Pues, el énfasis estaba en el saber. En la actualidad, en el saber hacer y en la toma de decisiones.

El mundo ha cambiado y seguirá cambiando. Y los conocimientos se irán caducando con mayor rapidez. Y la escuela de Hoy, sigue mirando al pasado como hace 50 años atrás.

Por eso, se hace imprescindible que esta Reforma Educacional, y todos los actores involucrados, miremos el curriculum con los ojos y las emociones de los niños y niñas de hoy. Para ello, debemos superar con el curriculum del retrovisor.

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