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Era un diálogo entre niños de la Escuela básica UNESCO de Conchalí, la Presidenta y algunas otras autoridades. Luego de conversar de muchos temas, entre ellos los incendios forestales del sur de Chile, una niña removió el universo con una pregunta: ¿Y existen los bosques? No los conocía y los únicos que había visto son los bosques que se mostraban quemándose por la televisión.

La Presidenta Bachelet, le respondió que sí con voz acogedora. “En el sur de Chile hay muchos bosques. Hay de pino, de eucaliptus y  los más hermosos son los bosques con árboles nativos que están compuestos por araucarias y otras especies autóctonas”.

Detrás de la pregunta de esa niña, toda la historia de desigualdad de Chile está presente. En el foco más acotado sabemos que la pobreza te limita en los desplazamientos y que en Santiago el goce de áreas verdes es un privilegio sólo de los municipios con más recursos. Desde un espectro más amplio, esa pregunta nos conecta con temas de fondo como capital cultural y derechos.

Los niños y niñas  hablan de medio ambiente, de homosexualidad, de bullying, de política, de amor… de todo. Niños, niñas y adolescentes tienen derecho a opinar sobre todos los temas que les incumben. Entonces, lo que faltan son los espacios para que ellos den sus opiniones y la predisposición de los adultos para escucharlos. Tomar esa decisión tiene consecuencias radicales. Esa apertura genera revolución. Es una definición con consecuencias políticas, sociales y culturales. ¿Seremos capaces?

Cambiar nunca es fácil. Los adultos queremos lo mejor para los niños, niñas y adolescentes, pero eso no es suficiente. Datos como que el 71%  de los niños y niñas manifiesta que recibe algún tipo de violencia de parte de su madre y/o padre (Unicef, 2012) nos evidencia de que necesitamos un gran pacto social para generar una transformación. Para que Chile sea un país que respeta, promueve y garantiza los derechos de los niños, requiere de un acuerdo de todos los actores sociales, todos los sectores y transversal a todos los gobiernos.

El reconocer a los niños, niñas y adolescentes como sujetos de derecho requiere un paso mayor.

Requiere que los respetemos como seres integrales. En ese contexto, el derecho a participar y a ser escuchados resulta fundamental. Es desde esa escucha que los reconocemos como legítimos otros y generaremos espacios de aceptación y validación que permita que sigamos creciendo juntos.

Cada cierto tiempo los países coinciden en acuerdos, en sentires comunes transformadores. Durante marzo y parte de abril Chile tiene una nueva oportunidad. El Consejo Nacional de la Infancia, Ministerio de Educación, PNUD, OEI, JUNJI e Integra se han unido para crear el Encuentro Nacional “YO OPINO: ES MI DERECHO niños, niñas y adolescentes construyen el país que sueñan”. Entre el 26 y comienzos de abril todos los establecimientos educacionales desde el último ciclo de jardín infantil hasta 4to medio están invitados a participar.

El sitio web www.yoopino.cl actúa como plataforma de encuentro. Ahí es posible encontrar materiales de apoyo para las distintas edades con una metodología pertinente para que los profesores/as puedan facilitar el debate y luego el registro de propuestas. Todo ese material será luego sistematizado y utilizado como insumo en la construcción en la nueva política de niñez y de infancia.

A parte del valor tremendo de que en los jardines, colegios y liceos debatan sobre sus derechos, tendremos por primera vez una política de infancia construida no sólo para los niños, niñas y adolescentes, sino con ellos y ellas. Ellos que son alrededor de 4 millones de la población total de Chile, tienen otras miradas desde dónde aportar.

Este año en que Chile conmemora 25 años desde que ratificó la Convención de los Derechos de los niños, ésta es nuestra oportunidad de demostrarnos que podemos construir bases para una mejor convivencia entre todos y todas, partiendo por los integrantes más jóvenes de nuestra sociedad.

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