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“No se asusten. No voy a actuar en italiano, tampoco en francés” advierte Mia Mohr al comenzar el monólogo que ha traído desde Suiza y que hasta este viaje a Chile ha presentado en francés. El aviso es válido, porque la chica alta, delgada, llena de energía nos está hablando de una historia que se escribió en Italia y que se montó en Suiza.

Lo suyo forma parte de una obra con otras dos actrices- Michele Millner y Jeanne Pasquier – en base a textos de la pareja italiana formada por Darío Fo, premio Nobel de literatura, y Franca Rame, cuya escritura traspasó las fronteras. “Monólogos de mujeres” se llama la pieza teatral y fue mostrada con gran éxito en Ginebra durante dos temporadas (en 2013 y 2014) auspiciada por la Comédie de Genève y en coproducción con el Theatre Spirale. Una obra polémica, ciertamente, porque habla  de los derechos de las mujeres y en la parte que pone en escena Mía, el tema es el embarazo no deseado y durante su presentación en Chile  durante enero- en festivales de teatro en Chillán y Gorbea- se mostró su tremenda vigencia.

Mia vino de vacaciones a Chile fines de 2014, pero también a mostrar su trabajo en Gorbea, lugar donde supo que lo que más quería en la vida era hacer teatro. Eso fue hace unos seis o siete años, mientras cursaba su último año de educación secundaria en Pitrufquén, al sur de Temuco, a través de un programa de intercambio estudiantil. De allí que su castellano arriba del escenario suene más chileno que  el de muchos de los espectadores.

El cuento  es un poquito más largo; pero no tanto como la historia de los textos escritos por Rame y Fo a fines de los 70’, cuando en Italia se estaban impulsando una serie de leyes en favor de la mujer como el derecho al divorcio,  la legalización del aborto y otras. En verdad, la ley ya estaba hecha; pero era difícil acceder al beneficio, porque muchos médicos se declaraban objetores y así no quedaba otra que optar por el aborto clandestino o pagar….o sea, bien parecido a lo que ocurre en nuestro país 40 años después.

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La misma historia, pero en singular

La madre de Mía, Michele Millner es chilena. Pero Michele emigró con sus padres a los diez años a Australia y luego se fue a Francia donde estudió en la Escuela Jacques Lecoq para establecerse años después en Suiza, donde codirige un teatro, actúa, y enseña (teatro y canto) .Chile entonces ha estado siempre presente en la vida de Mia Mohr:

– Chile es muchas cosas a la vez. Primero, es escuchar a mi mamá hablar en español, oír música en la casa y escuchar a mi familia cambiándose de idioma constantemente. Es el espacio del imaginario y de la memoria y luego fue el espacio de la libertad, porque cuando era adolescente quise irme de la casa y este fue el lugar para ser otra persona, ya que tuve que aprender todo otra vez. Casi no hablaba el idioma, aunque entendía, y estaba en un núcleo familiar, en un pueblo chico donde todo era mucho más restringido y delimitado: con quien te podías juntar, qué cosas se podía hacer o no…Fue como romper con Ginebra pero al mismo tiempo fortalecer cosas que eran muy importantes para mí.

¿Qué cosas, por ejemplo?

El teatro. Estoy viendo y haciendo teatro desde muy pequeña, desde que tenía unos ocho años, pero no sabía si me iba a dedicar a esto. Por esas cosas de la vida, un día una compañera de curso me dijo que no nos podíamos juntar a la salida de clases, porque ella tenía ensayo de teatro; entonces quise acompañarla y luego estábamos juntas todo el tiempo, así es que su familia se transformó en una especie de segunda familia para mí en Chile. Por otra parte, me encontré con una forma muy distinta de hacer teatro que la que conocía en Ginebra: los cabros iban cuando podían y había que hacer de todo, desde actuar hasta acomodar la sala, construir butacas etc. Eso me confirmó que quería seguir en teatro y de esa manera.

De regreso a Ginebra Mia viajó a Burkina Fazo, Africa, como asistente de dirección de su padre quien también es director de teatro. Luego volvió a América Latina y una vez en Francia ingresó a la Escuela Philippe Gaulier para cursarTeatro y en paralelo estudió canto en la Escuela Les Glottes-Trotters. Durante los últimos años ha estado trabajando en Suiza con distintos grupos como L’Heure de Gloire, colectivo que explora la voz y el movimiento y también en el Théâtre Spirale .

Acerca del montaje de “Los monólogos de mujeres” dice que los textos están muy bien hechos para funcionar como «máquinas teatrales», pero también tienen un lado político fuerte y aunque fueron escritos hace más de 30 años, al mostrarlos con la compañía se dieron cuenta de su vigencia, a partir de la reacción de la gente. Así también lo vio en Chillán cuando se presentó el 18 de enero:

– Y es que mi monólogo “Todas tenemos la misma historia” tiene que ver totalmente con lo que está pasando: estamos en un momento en que es preciso levantar la alfombra y dejar al descubierto lo que está debajo. Hay cosas que hace caleta deberían haber sido destapadas. Ahora es el minuto de formularnos preguntas como por ejemplo cuáles son los derechos de las mujeres no solamente en términos legislativos, sino morales; el hecho que una mujer deba decidir qué hacer con su maternidad toca fibras muy íntimas que van más allá de la religión- opina.

Además de actuar Mía canta y tiene un grupo en Ginebra con chilenos que viven allí; francés, inglés, castellano el idioma no es problema y tampoco el estilo porque tiene un registro que va del jazz a las cuecas choras…

Si las cosas resultan la tendremos de vuelta en Chile, con la compañía y la obra completa. Si no, igual estará viniendo, porque lo suyo es un viaje de ida y vuelta donde no solamente quiere mostrar, sino aprender de lo que se está haciendo aquí: “Cuando me fui, después del primer viaje, sentí que ya había lazos afectivos importantes y que eso no se iba a perder” dice.

 

 

Sitiocero Cultura

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