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Citando a mi querido amigo Gonzalo Ilabaca Como pintor sé que el eje de Chile es poético, y que por lo tanto el arte que hagas en la tierra de Chile también debe ser poético. 

Se ha dicho tanto de Valparaíso , esta ciudad llena de gente diversa, jóvenes que por sus ropas y peinados  parecen salidos de la imaginación. Esta ciudad cerro, de recovecos escondidos, escaleras. Esta ciudad que es definitiva y mayoritariamente pobre.

Pobre y fascinante,  con el ingenio porteño que brota desde donde se mire: En esos balcones colgados nadie sabe muy bien como y que sirven de terraza, o esas escaleras de perspectiva profunda que recorren los mil rincones de una arquitectura aleatoria y sin esquinas. El ingenio y la generosidad en su máxima expresión cuando en los días siguientes al incendio,  una vecina que no se había incendiado, armó un comedor para todos los vecinos que luchaban entre cenizas para recuperar algo. Dios proveerá decía cuando le preguntamos que cocinaría al día siguiente.  Y proveía, porque nunca faltó comida para alimentar a las mas de cien personas que llegaban cada medio día a su casa convertida en comedor.

Valparaíso - Fotografía de Mariluz Soto

Usted que es de Coyhaique, Sabe que es esto? Me preguntó un carabinero del Gope, que arriba del cerro cocinaba en una enorme carpa para vecinos y voluntarios, mientras me señalaba una cicatriz en el mentón. Lo miré sin contestar. Un recuerdo de  los pescadores, me dijo recordando el movimiento social de Aysén. Ese mediodía en medio de las casas quemadas, comiendo manzanas cocidas por el Gope,  nos encontramos y conversamos de que sentíamos: Ellos los “pacos”, los que vinieron de Santiago en aviones y que tiraron miles de bombas lacrimógenas y balines  y nosotros, esa gente que protestaba.

En este mismo puerto, escucho en esos días al Alcalde de la ciudad decir por la radio que las personas que vengan con donaciones, se vayan directo a dejarla al basural y que en esos días han botado varias toneladas de comida.  Me resulta imposible entonces, no recordar esa anécdota de cuando don Lautaro Rosas Andrade dejó la Alcaldía de Valparaíso en la década del treinta. Una comisión de ciudadanos se reunió para juntar y devolverle el dinero para la reconstrucción de Valparaíso,  que el había  puesto hipotecando su casa. Eran otros tiempos y otra calidad de personas las que servían en cargos públicos. En esos años a nadie se le habría ocurrido meter las manos al dinero público, ¡si a nosotros mismos nos enseñaron a devolver el vuelto cuando alguien nos entregaba dinero demás! Las memorias que durante dos años presenta el Alcalde de Valparaíso don Lautaro Rosas son decidoras. En ellas se habla de los problemas de salubridad del puerto, de las basuras, de los perros. Ahí podemos ser testigos también de la apertura del Parque Italia, del resurgimiento de la feria de Av Argentina, de los sueños de urbanización y electrificación del puerto, de problemas solucionados y  aquellos  mantenidos mas de ochenta años  sin solución, testigos de su abandono y deterioro

 

Caminamos por la zona mas antigua de este  “puerto herido”, ahí donde todavía están los balcones corridos con saledizo propios del Virreinato del Peru, el antiguo camino de Santiago y ¡zaz¿ ¡Asalto con cuchillos y espada!  Nuestro amigo historiador Vicente Mesina que ha recorrido por años estos pasajes ocultos a la vista del turista común está tan sorprendido como nosotros. Del terror al grito y a la huida. Sin grito, habríamos terminado sin nada. Mis amigas venidas de un comuna muy pequeña de la región de Aysén, todavía no superan el trauma.

Así es el puerto principal; anecdótico; inspirador; fascinante; odioso; guerrero, sobreviviente.

Valparaíso - Fotografía de Magdalena Rosas

Amenazado por un mall, amenazado ahora por el Terminal dos T2 , que como siempre muy a espaldas de la ciudadanía, se construye a rajatabla sin pensar, mirar, considerar el futuro de los habitantes de a ciudad.

Quisiera por eso,  terminar con las palabras del mismo Gonzalo:

Su diseño es tan malo que es la máxima amenaza al futuro de este puerto. Es algo tan bárbaro como esas mineras que llegan al desierto, destruyen su entorno y pueblos cercanos, y después se van sin dejar nada. Pero lo brutal es que aquí no se trata de lugares apartados y remotos, sino nada menos  que en el  puerto principal de Chile,  la capital legislativa, la primera zona naval y la única ciudad que Chile tiene y tendrá como Patrimonio de la Humanidad. O sea, los bárbaros en nuestras narices, al lado de la capital del imperio. Si no los vemos es porque nosotros mismos somos entonces los bárbaros. ¿Y qué queremos? Queremos simplemente la cordura: una ciudad que reivindique su destino portuario y su condición de Patrimonio de la Humanidad en forma unitaria. Ese tema, la regionalización, quedó afuera de los grandes cambios que el gobierno de Bachelet puso en su programa, porque, claro, se gobierna desde y para Santiago”.

Valparaíso - Fotografía de Mariluz Soto

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