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Trataré de hacer de esto una historia lo suficientemente agradable de leer pero con la jerarquía de que sea ilustrativa de una fenómeno abstracto, difícil de asir. Para ello me asistiré del tradicional cuento de la Caperucita y su verdadero final y moraleja: cuidado con los desconocidos en el bosque (lobo) que suelen ser incluso afables y llegar así hasta tu habitación.  No más ni menos. A simple vista parece una llamada feminista o una llamada al erotismo psicológico o una combinación de ambos batido en coctelera de machismo piscoleado con infancia. Nada de eso. No es tampoco una  caza de brujas ni un juicio ni un análisis exhaustivo  de las personas involucradas en este cuento, sino en relación a lo que interesa enfatizar en cuanto personas que armaron para bien y para mal una trama que invito a  ver y compartir desde una óptica que supere al menos el mero comentario político e instrumental.

Todo lo anterior como bajada de título. Vuelva a él por favor: El Matriarcado Presidenta, es lo que era hace un año a ojos de su nación, la Presidente Michelle Bachelet: una figura que gozaba de mandato y sentido público, de legitimidad social, de respaldo y respeto. Todo lo cual fue sacudido (destruido) fuertemente por una mordida de perro rabioso del dinero, por un cortés inquisidor de mujer, su propio machista nefasto, su hijo que actúa tan mal como para arrugarle el alma política para siempre en un segundo, haciéndole la gran desconocida.  Un ataque feroz del lobo sin mediar preguntas y respuestas, como en el clásico cuento del Medioevo;  el lobo tirándose al cuello, quitándole primero la voz que es lo mismo que la autoridad;  un desangre crónico, la madre ha quedado echada a un costado del paraíso del lenguaje del bien común por un hijo con la figura y el actuar de un mafioso italiano o  de un mafioso de la Roma imperial, aún peor que un mal político, un especulador encontrándose con una oportunidad privilegiada al alcance de él sólo por su temporal estado de gracia de hijo de Presidenta. Y que, mareado en las alturas, sin mediar ética ni historia, se ha entregado a los mares interiores y turbios del Capital, de la especulación financiera unida a la información privilegiada.

En fin, es una historia triste y por tod@s conocida, triste no por el hijo perdido, sino por la mujer perdida por mano de ese hijo y por la mujer perdida para esta nación. Y me disculparán los de Izquierda el dramatismo de mis palabras, que por lo demás sabrán reconocer, pues no hay seres más melodramáticos que los de Izquierda. Sin embargo es  así como se ha escrito o se ha tratado de escribir la vándala y subterfugia historia de Chile, es así como la hemos escrito y leído.  A sacudones violentos y rancheras para emborrachar los dolores y las asperezas.

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Perdimos tempranamente en este cuento al Lobo. El Lobo no supo disfrazar nada antes de lograr filtrarse en las redes y los profundos mares financieros que de la noche a la mañana hacen rica a una persona.  A veces es un alivio saber que hay un potencial corrupto en la familia que por no ser demasiado brillante o simplemente discreto en la riqueza  es descubierto a la primera grande. Como los asaltantes de trenes que se caían en el abordaje o les tocaba una diligencia en peores problemas que ser asaltada. Llama la atención que el hijo y su esposa estudiasen Ciencias Políticas y se dedicasen a los negocios de una manera tan política y fluida y que en pocos años viviesen todos los estados o niveles de un extremo al otro, del éxito al fracaso y viceversa, quizá.  Un laboratorio de bombas de tiempo, a lo breaking bad (tengo pendiente la última temporada completa,  ahí veré si vuelve a cierto éxito medido el cocinero o revientan todos)

El equipo que traía la Presidenta para enfrentar un segundo gobierno pletórico de discursos y promesas del cansancio se vio afectado también como si hubiesen tenido velas en el entierro familiar.  El hermoso canasto de flores con que venía adicionada la épica segunda campaña era el soporte de un programa apenas perceptible que realmente poco importaba leer porque se estaba de acuerdo -quienes pactaron votar- se estaba de acuerdo en los grandes temas, había una palabra empeñada de cosas justas, de temas básicos para vivir.

Lo que hace a este hombre-hijo un lobo feroz es la bestialidad del impacto de su acción cuando se refleja y filtra en la prensa, impacto tan tsunámico para este sensible e indignado país llamado Chile,  que aún no hay -en efectos inmediatos- gesto alguno de reconstrucción. No recuerdo un engaño familiar o unipersonal tan grande por dinero en los últimos años hasta que mi viaje por el calendario llega al lamentable suceso del Cóndor Rojas y los días posteriores en que empezamos  a saber qué había pasado realmente. Para algunos hasta el día de hoy no se entiende. Yo no lo entiendo.

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Ahora, sobre el Matriarcado, todos-as más menos tenemos alguna idea de lo que es, más si interactuamos por medios que ponen en escena este lenguaje. Después de todo, Michelle puede ser rubia, pecosa, de apellido bonito, doctora,  hija de una arqueóloga y de un general, de países como Alemania dentro de su experiencia de vida, políglota con 5 ó 6 idiomas y en fin, puede ser  en sí misma un conjunto de hitos logrados, y lo es, grandes hitos para ella y el país. Paradojalmente es al mismo tiempo una más, una madre más de este machihembrado llamado Chile, madre de hijo varón en medio de un país que adolece de lo peor de lo que llamo las 3P: Política, Patriarcado y Patrimonio. Ahí entra cómodo y familiar, por la puerta de atrás de la cocina el lobo que clava feroz a esa madre, al fin y al cabo. Porque Madre hay una sola, y galopan en la mente todos esos dichos de Chile, el país de las mujeres impolutas y de madres constantes  y solteras, de las vírgenes María y del Carmen y de otras vírgenes, el país de las nanas y sus hijas, de  campesinas miradas y tocadas desde niñas por todo quien tuviera ganas. La familia chilena en la que aún hay hombres que no logran discriminar a esa “pariente” de la que abusan y pensar en ella más allá del hecho de que sea una mujer  y por tanto un elemento utilitario para ellos.

Ciertamente este debe ser uno de los países más machistas y patriarcales del planeta, pese a los hitos de los que en conjunto goza nuestro registro de aperturas. Un país con un primerísimo Premio Nobel latinoamericano que se ha alejado tanto del lenguaje de esa mujer, del lenguaje en serio de esa mujer, que ya Chile no parece ser el país natal de G. Mistral o ya ella no parece que fuese chilena, fuera de la obvia universalidad de sus letras que le concedió pasaporte mundial;  parece lejana a este Chile rasca en el que vivimos hoy.  La decadencia de Roma se debió parecer mucho a la decadencia de Chile, guardando las proporciones, segunda obviedad.  No hay estamento, no hay clase social, no hay esfera ni comarca que se salve de la contaminación corruptiva. En este Chile rasca gobierna un (cuasi) matriarcado demasiado simbólico y que en ambos gobiernos ha destapado, sin querer queriendo, las ollas. Y en éste, la olla era de la cocina de la matriarca y el hijo lobo es sorprendido comiéndole la comida muchos antes de estar lista, probándosela, baboseándola. Una pena, por ella y su estatus político, por su estatus de mujer líder mundial, por su futuro personal en estas canchas. Parece ser que ya nadie puede presentarse en este mundo como una persona de Izquierda -con todo lo que ello significa, realidades y caricaturas- sin dejar de mentirnos al respecto. No hay pureza  intelectual ni política para refrendar eso como cierto, no ha lugar.  Peor aún, el guión de la vida personal de mucha gente surda es de lo más incoherente que se pueda encontrar en narrativa.

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La ficción de los cuentos medievales viene de vuelta y supera con creces la realidad del siglo XXI. El lobo se sigue comiendo a la Caperucita. La leyenda del Poder: Patriarcado, Patrimonio y Política– sigue su curso intacto pese a los 200 y más años de otras utopías: Igualdad, Fraternidad, Libertad,  el Feminismo y el Marxismo. Pese a los 50 o más años de la Ecología y sus variantes como fuerza social y factor de desarrollo sustentable.  Pese a los Indignados, a las bancadas nuevas y a las caídas con cáscara de plátano de viejos patriarcas de la política post 90’.  Y pese a las urgencias de vida o muerte del Calentamiento Global, tierra violada hasta el cansancio por las 3P.

La leyenda del Poder: Patriarcado, Patrimonio y Política,  es el lobo que se come a todas las Caperucitas de la inocencia y el bien común, de la asistencia  social y las frutas para la abuela, y se apoya siempre que sea necesario en un Congreso igual o peor de corrupto y si es más complicado el caso, se apoya  en el fenómeno de las Fuerzas Armadas en Latinoamérica (que es un pueblo al sur de Estados Unidos), principal aliada del Centralismo Washington-USA, Santiago-Chile,  en términos de ejes nacionales.

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