Compartir

Villa Grimaldi nos recibió con las rosas que tienen nombre en sus pétalos y tantos y tantos pájaros que, equilibrándose en las ramas de los pinos, abedules, baobads; honraban el paso de la vida inexorable para luego emprender el vuelo por el cielo abierto entre el pelo de la Tere que nos miraba desde arriba sin decidir partir del todo. Las mariposas fueron delicadas anfitrionas.

Fuimos llegando, llorosos los ojos, no queriendo pisar, no queriendo recorrer el camino de una despedida que se hacía inminente. Ella, vestida de blanco con flores en el pelo, como una novia preparada para el abrazo. Hugo, el Peque, tu Peque de entonces, tu Peque desaparecido, y ¡tantos! te estarán esperando, Tere. Te estarán esperando sin chapa ni escondites. Te abrazarán libres de los tormentos, los ojos llenos de luz, vivenciando el amor y su abismo, el amor y su misterio, ese por el que murieron y en ellos, morimos cada uno, una generación completa.

Siento en la yema de los dedos esta Villa, este Parque por la Paz, testigo de la presencia de la vida como río imparable a pesar de las muertes, de la muerte, de que morimos y de que, también, en los laberintos oscuros, somos capaces de masacres. Y de que, también resucitamos…

Tus alas firmes, Teresita amada por tantos y tantas, se deslizaban por las corrientes del viento fresco mientras nosotros, los que nos venimos encontrando hace años, íbamos rindiendo los homenajes que nuestro corazón y nuestra pena guardaban para ti y todos, todas las TÚ que nos visitan en las noches. Desde ese lugar secreto, aparecían canciones, poesías, silencios, recuerdos en los que se tejía la historia verdadera de Chile, la de cada uno de nosotros, de nosotras. Navegaban los sueños vueltos a soñar e iban construyendo lagunas de turquesas, discursos junto al cello, a la voz sonora de la cordillera, rasgueos de guitarras y cajones, palabras que entraban por el centro de los pechos haciéndolos explotar. Nos sumergíamos en el pozo de nuestras propias vidas. Por instantes cerraba los ojos y sentía el rumor que se orquestaba en la cabeza de esos que llegaron, llegamos, bullendo de preguntas respecto a sus propias existencias.

A muchas de esas personas, temblorosas hoy, me las he ido encontrando a lo largo del camino, hemos ido envejeciendo entre actos, funerales, carreras arrancando de alguien, encuentros, homenajes, ausencias. Si, la vida ha pasado por nuestros cuerpos. Hoy, arrugas ríos, canas, anteojos, guatitas por aquí por allá, dulzuras, feroces durezas, algunas muletas, ojeras y resplandores, también. Los guapos de toda la vida, hoy señores, las más lindas, hoy abuelas. Son los amigos, amigas, compañeros, compañeras con sus hijos e hijas que ya crecieron porque llegan con su prole, nuestros nietos, nietas que revolotean.

Despedida
Despedida

Muchas generaciones acudieron a tu despedida… Los miro y me miro… me encuentro con mi generación a la sombra de los árboles. Ya hay más para atrás que para adelante y es época de profundidades y comprensiones de cómo jugamos nuestro ardiente partido. Unos ya instalados en las tierras del cielo fruto de su arrojo, su ética, su pasión, su tiempo; otros, como tú Teresita preciosa, partiendo para esos lados misteriosos. Otros, como nosotros, intentando seguir el rumbo sin olvidar, sin ponernos lúgubres, sin hacer una maletita incómoda con la ética adentro, sino sosteniéndola con fuerza, afirmando el amor que nos sostuvo, contuvo, dio sentido, vinculó, alumbró. ¿Qué conclusiones sacaste, Tere, antes de partir? Muchas veces siento la ráfaga implacable y transformadora de ese amor nuestro.

El corazón se ablanda, en unos, el corazón se endurece, en otros, hay cansancio, ¿¡cómo, no?! hemos seguido viviendo en aguas revueltas, asistiendo al cambio radical del mundo, cambiando con el mundo, observando el deterioro, la caída de las utopías, también siendo testigos, también quedándonos en la orilla… maldiciendo… riendo, también insistiendo, porfiadamente, en la posibilidad de la tierra nueva, esa de la que habló Mariano Puga frente a tu cuerpo que ya no te contenía.

¿Sabes, Tere, nuestra tierra nueva, siento que es ahora, que algo diferente se está tejiendo de maneras insospechadas, hay que abrir mucho el corazón muchacha de ojos claros, mirar con los ojos de adentro, desembarazarnos de la telaraña que insiste en atraparnos y dejarnos ateridos a un pasado. De esa vida de antes, tomar el aleteo radiante, el fuego de antaño, el eros magnífico. Tomar el calor para las noches frías, el humor y sumarnos a la espiral espléndida, ahí donde no entran quienes nos quisieron destruir, quienes quisieron destruir el canto que hoy canta el AMOR en el brillo de la mirada de nuestros nietos y nietas. ¿Qué opinas, Tere, qué sientes? Haga la pregunta por allá arriba a ver qué dicen los compañeros, las compañeras, en qué están hoy día.

Feliz viaje, preciosa… feliz, feliz.

Compartir

2 Comentarios sobre “Feliz viaje Teresita Izquierdo

Responder a Malucha Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *