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Con mi respiración de fondo, observo un punto dentro del tejido que durante semanas he trabajado. Me detengo en su forma, en la manera en cómo la lana se entreteje para crear una malla que se sostiene por sí sola. Vuelvo a mirar y redescubro la lana, hilos enrollados que definen su grosor, algún día estuvieron separados cada uno por su lado, sin saber que su destino era entrelazarse con otros iguales.

Me quedo en silencio mientras descubro en el mantel que bordo en paralelo, la misma sensación de simpleza de la lana. Cada fragmento de hilo que aparece sobre la tela es completamente etéreo y esencial. La flor que aparece hoy comenzó por una sola puntada que dio el inicio al contorno de un pétalo: una a una crearon cada forma y se constituyeron como un conjunto. El punto más simple de la técnica del bordado juega con mi vista y mi cerebro, los entrecortados hilos naranja dejan que mi biología complete la forma, la reconozca y la plasme en un textil. La textura del bordado invita a mis sentidos a explorar lo esencial y a fluir en la creación y proyección desde la mínima expresión.

Bordado de Mariluz Soto

Cada punto se constituye en pequeños fragmentos, en pausas, en silencios que determinan el ritmo del conjunto: se juntan, se mezclan y complementan para seguir agrupándose. Puedo imaginar la melodía de cada uno y del conjunto, todo fragmento se crea y dispone sobre la tela armoniosamente. El sonido se hace cada vez más fuerte, más intenso y más completo; los puntos se tejen y bordan solos, casi por derecho propio, la música los va guiando.  Cada resonancia crea una nueva forma sobre la tela, aparece, explota el color sobre el fondo, el milagro de la creación sucede en el fluir y la escucha del creador. Mis sentidos ya no me pertenecen, son una navegación constante del ritmo que los hilvanes, puntos, trazos, hebras proponen.

En la melodía de las texturas me sumerjo, el sonido se transforma en música, mis manos danzan con los hilos y siguen la voz de la inspiradora Violeta Parra con su diversidad e intensidad exploratoria de técnicas, la pintura, el tejido de las arpilleras, los relieves, las texturas, las canciones, los poemas eran y siguen siendo el rescate de lo esencial de las tradiciones populares. La búsqueda incansable por nuevas formas de expresión y de componer con elementos simples los mundos más cotidianos y singulares. El ritmo constante de los fragmentos de la historia, cada trazo, cada hilván, cada palabra y tonada son el primer destello de una creación. Mis manos un instrumento de mi corazón, el medio para plasmar las emociones en algún soporte que contenga el tejido mágico de mi pasión.

Vuelvo al silencio.
Contemplo plena la creación en su conjunto.
Suspiros emergen frente a la creación.
Mis manos se deslizan sobre el bordado,
sienten,
las yemas se vuelven más sensibles, la vibración de la melodía del conjunto aún se percibe.
La piel se eriza al contacto de la lana, no por disgusto; quiere entretejerse y diluirse en el ritmo del punto a punto, quiere abrigarse en la suavidad de las hebras. Se diluye el punto individualizado, solo existe si lo buscas, por ahí está escondido mientras se abraza fuerte a los puntos que lo rodean. Ante mis ojos y corazón la belleza de la creación.

Ilustración de Mariluz Soto


(i) Tejido, bordado e ilustración de Mariluz Soto

En twitter @MariluzSoto

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