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Me rozas, una hoja, un rubí, un terciopelo de ese azul que acaricia. Tu mano se abre para dejar caer los ríos sobre la tierra. Instalada en alguna cima peligrosa, lanzo piedras y hago remolinos o espirales que me lleven por los caminos del agua. Mi voz se alza hasta alcanzar tus trinos, pájara tornasolada que encantas los cielos y luego desciendes veloz y te sumerges.  Subterránea descifras la ruta secreta que se esconde entre el rumor de la que canta acuosa y se desliza por canales que existen, desde siempre, bajo tierra. Ay mía, estás en todas partes, indescifrable pero sentible. Palpito, cada poro es un pétalo de geranio para ti.

Malucha Solari
Malucha Solari

La piel se eriza y el calor va despejando el miedo. Cantan rocas milenarias que ruedan llevando las historias humanas. Me asomo y veo, un pañuelito que se llevó el viento, un zapato que quedó olvidado, un baobad que aún recuerda a su muerto, la memoria de unos ojos claros que preguntaron por su paradero. Después lloraron. Yo testigo, los pies adheridos a un manto de hojas, me aferro a tu abrazo y pregunto por estos misterios.

Vuelo hasta tu regazo. Inmanente sonríes de esa manera que repleta el alma de azahares. Abres la boca, nacen mariposas y vapor de agua. Ya no tengo huesos y soy tú entre las nubes, rodeada de  música y la pena es un mito porque me miras sin ojos. Innecesarios son para el milagro de verme/sentirme/desentrañarme.

Y la rabia es un mito, también… y toda esta existencia corpórea de montañas y fraudes, tragedias, construcciones entre las cuales, igual, se coló tu energía instalando la belleza. Me rio al escucharme decir, así, en medio de la noche y el otoño, “tu energía”, en circunstancia que ella me trasciende, me contiene, me conforma por completo.

Malucha Solari y Malucha Pinto
Malucha Solari y Malucha Pinto

Una tenue lluvia de luz sana los desfiladeros y riscos de mi vida y la de todo. Me miras desde lo que eres y soy. Solo hay aurora que nace de tus pensamientos creadores del mundo y el día se convierte en durazno. Igual este rodar y rodar ha tapizado todo de dragones y esperpentos, ángeles y bandurrias viajeras. En instantes como este, ya no importa y todo es tránsito de hechos, fechas, muertes, resurrecciones, personas. Me acunas en tu regazo traslúcido y por breves iluminaciones, estoy en paz, cierta de ti y de eso que atraviesa los mundos. Siempre nadaré en tus aguas originales y te agradeceré la vida que me regalaste. Esa vida que es un tornado, furia, relámpagos encendiendo el cielo y luego sobreviene la Paz y la dulzura hasta el próximo huracán y así y así y así hasta el día que partimos. En este movimiento sin fin me abrazo a una árbola frondosa, apoyo la mejilla a su tronco y recuerdo quienes somos para no perderme jamás. En el camino vas dejando tus semillas de cacao y tu risa que enciende la del alma.

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