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¿Qué nos despierta? Un golpe, el dolor, una situación, el día, la noche y por cierto, el deseo profundo de que pase algo más en nuestras vidas.

Hace tres meses comencé con un proceso inquietante y creativo que avizoraba que una idea estaba por parirse. Mientras ese proceso sucedía, pensaba en las mujeres del planeta, en las que están cerca y en la posibilidad de desarrollar una experiencia-taller que pudiera en su intensidad transformarlas. Me preguntaba cómo podría hacerlo si el acto de cambiar requiere  de una decisión íntima y real que funciona al persistir en ella. Otros menos optimistas me comentaron con total seguridad que un ser humano no cambia.

Como fundadora de Colibrí Comunicaciones, mi propósito es trabajar en el desarrollo del potencial de las personas, pues tengo la certeza de que existe mucha madera dentro de cada ser humano sin revelarse, sin ser trabajada. Las personas por lo general poco se conocen. Cuántos de ustedes practican la autoobservación, la meditación o algún deporte que los ponga a prueba realmente. Es necesario salir de lo conocido y probar, identificar las técnicas que el cerebro utiliza para detener un proceso de cambio, poner atención en los pensamientos repetitivos y en la emoción que nos gobierna.

Así nace el proyecto Empodérate Mujer, una experiencia que comprende un formato de cuatro momentos diseñados para remover las capas que ocultan el potencial humano. Si bien, al inicio se pensó en un simple taller de prueba, aquello mutaría de manera orgánica en una experiencia de transformación.

Y por qué mujeres. Hoy la mujer está viviendo un momento histórico donde los espacios son “con ellas”, donde la política, la economía, los activismos, las tendencias y la fuerza de la familia son “con ellas”. Sin duda siempre fueron la “fuerza”, pero hoy no existe discusión ni ocultación al respecto, más bien reivindicación por años de olvido. Ahora, en medio de dicho proceso histórico, aún existen creencias paralizantes en el mundo femenino que entrampan su expansión, realización y libertad emocional de ser en toda su totalidad.

Las mujeres en su ejercicio de guardar, de contener, albergan muchos dolores, palabras sin ser expresadas, sentimientos sin liberar, sueños sin realizar, una ternura infinita y múltiples ideas para salir adelante.

Dentro de las diversas experiencias que he vivido como potenciadora, he experimentado en directo la tristeza  de una mujer que ha sido golpeada, abusada, que ha experimentado la extrema pobreza toda su vida y que sin embargo, ha decidió convertirse en líder de su causa, de su familia, de su labor, de su trabajo, en definitiva, resolvió ser protagonista de su existencia.

Cada vez que una mujer vive un proceso de entrenamiento para potenciarse, busca experimentar que sí existen posibilidades para ser feliz, que sí posee la capacidad para realizarse y que su vida sí tiene sentido. Es más, cuando viven un proceso de cambio real, las mujeres con asombro descubren su desconexión con su “ser mujer”, su cuerpo, la vibrante sexualidad y sobre todo de quiénes son realmente. Y todo lo anterior es dado muchas veces por los sucesos de la infancia, la rutina, los esposos, las parejas y las familias que emiten  relatos limitantes. Descubres que el miedo gobierna.

Y lo cierto es que cuando una persona trabaja en sus capacidades y potencial, descubre que los grandes obstáculos que la detienen y que configuran su comportamiento están dados por los sucesos vividos en la infancia, factor determinante a la hora de ver el mundo con posibilidades o sin ellas.

Cuando diseñé el proyecto Empodérate Mujer, estuve largos días estudiando, pensando y leyendo a los seres más grandes que han puesto su observación en el comportamiento humano. También fui a mis recuerdos, a las historias de diversas mujeres, salí a la calle, el mejor campo para la observación, mantuve muchas conversaciones y finalmente comprendí que durante la experiencia sería necesario que cada mujer fuera a su infancia, detectara sus jaulas personales y las abandonara para empoderarse.

Para cada mujer la experiencia de empoderarse es sin duda un acto de liberación para por fin “ser” sin límites. Cuando realicé la primera experiencia en Quito/Ecuador, fue asombroso ver la determinación de las mujeres asistentes frente a un cambio, su seriedad y disposición para hacer las acciones necesarias para salir de sus jaulas y la valentía para dejar salir a los fantasmas que alimentan el ego y que ocultan el potencial del ser.

Cuando viajas junto a las personas a su infancia, se hacen presentes padres exigentes, madres anuladas o golpeadas, escasez de dinero, bullying escolar o niñas y niños que no se sintieron amados.

Todo lo anterior configura en la adultez la forma en cómo ves y vives el mundo. Es más, descubrí que se vive más encarcelado de lo que se cree, mujeres y hombres en cárceles de barrotes infranqueables, pero invisibles.

Empoderarse es en sí mismo un acto de voluntad para reencontrarse con uno mismo. Es ir al interior y por fin ver las capacidades, los talentos y decidir usarlos. Es cuando despiertas ante lo que eres capaz de hacer. Sin duda este ejercicio profundo ilumina el camino del propósito de vida para que seres humanos despiertos vivan de verdad, sin límites, sin “tantos” miedos y sientan en la contribución una gran razón para vivir inspirados y con la certeza del porqué están en este mundo.

El proyecto Empodérate Mujer recién inicia su camino por Latinoamérica. En junio realizamos la primera experiencia-taller en Quito y, en menos de un mes, un nuevo grupo de mujeres lo solicitó para vivirlo.

Si bien jamás se sabrá dónde termina una breve idea, les sugiero que obedezcan sus impulsos, sus momentos de creatividad, de silencio y de incertidumbre, es en dicho devenir donde las cosas imprescindibles para el planeta surgen.

Es posible que la experiencia de empoderamiento con el tiempo mute y sea algo más de lo que hoy se puede vislumbrar, sin embargo, lo esencial es que hoy muchas mujeres están descubriendo su verdadero “poder” de ser y hacer, dos vías directas para cambiar el mundo.

Por lo tanto, mujer no olvides jamás de afirmar con fuerza “YO SOY LA VOZ”.

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Alguien comentó sobre “Empodérate mujer ¡ahora!

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