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Escribo con el vuelo de varios felices mates compartidos y la energía que revolotea luego del maravilloso encuentro realizado en Buenos Aires, que permitió crear la Red de Periodistas con Visión de Género de las Américas. Representantes de Bolivia, Brasil, Canadá, EEUU, Chile, México, Paraguay, Perú y Uruguay, junto a las anfitrionas argentinas, quemamos naves para esta apuesta colectiva.

Qué duda cabe que los medios de comunicación contribuyen a la construcción de realidades y que muchas de esas propuestas se hacen con prejuicios, estereotipos, invisibilizando a las mujeres o radicalmente violando sus derechos para así contribuir al statu quo.

Hace más de veinte años que flamea la bandera del apartado J levantada en el marco de la 4ª Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer de 1995, donde 192 países se comprometieron con la Plataforma de Acción de Beijing. En la ocasión se identificó a “las mujeres y los medios de difusión” como un área estratégica por lo que se debía trabajar para lograr imagen equilibrada de mujeres y hombres y aumentar la participación de las mujeres en los medios para que pudieran expresas sus ideas y contribuir a la toma de decisiones.

Las estadísticas globales nos muestran que sólo el 24 % de las personas entrevistadas, escuchadas, vistas, o sobre las que se ha escrito en los medios de comunicación escritos y audiovisuales son mujeres (GMMP, 2015). A lo menos una construcción parcial, muy lejos de ser inocua y que no presenta avances desde el último estudio realizado el 2010. El Proyecto de Monitoreo Global de Medios también evidenció que, en el caso de Chile, del total de los tópicos sólo el 3% de ellos tienen a mujer como centro y que en las noticias de crimen y violencia un 85% refuerzan estereotipos.

En Chile y en gran parte del continente, los casos extremos de violencia machista han mejorado su cobertura periodística al identificarlos como femicidios. Sin embargo, los asesinatos a mujeres han aumentando, se cuelan falsos argumentos como “celos por amor” y estamos lejos de poder dar cuenta de contextos estructurales que problematicen elementos para una transformación.

Pero la desigualdad y la violencia tiene múltiples caras. Revelador es el estudio que hizo la Oficina de igualdad de oportunidades de género de la Universidad de Chile que mostró que el 26 por ciento de los y las entrevistadas ha conocido situaciones de acoso sexual en la universidad y 14,7% lo ha sufrido directamente. ¿Cómo será la situación al interior de los medios de comunicación?

Un enfoque no sexista en la práctica periodística no sólo explora las expresiones extremas de violencia sino también otras expresiones como la participación de las mujeres en la política. Por ejemplo, también es violento que las mujeres chilenas solo ocupen un 15,8% de los puestos del Senado y de la Cámara de Diputados y que en las alcaldías solo un 12,5% de los alcaldes en el país sean mujeres.

También es imprescindible profundizar en las violencias más “sutiles” pero con consecuencias radicales para nuestra forma de vivir en sociedad. En Chile, sólo el 8 por ciento de las niñas se sienten hermosas. El estudio hecho por ONU Mujeres Chile, GFK Adimark y Dove, nos debería dejar muy preocupados. La encuesta “La autoestima en las jóvenes chilenas” hecha a 300 niñas entre 10 y 17 años devela una presión social tremenda por calzar con ciertos cánones de belleza y formas de ser. ¿Algunas implicancias? 47% siente presión por verse linda y que 36% de las encuestadas declaró que ha evitado realizar alguna actividad por haberse sentido mal con su apariencia.

¿Cómo no alzar banderas, profundizar argumentos, reforzar alianzas y generar nuevas conversaciones que permitan más y mejores cambios a favor de la igualdad de género y de una mayor responsabilidad en la construcción social que hacen los medios de comunicación?

Los cambios culturales se sienten demasiado lentos cuando nos siguen matando. Los poderes hegemónicos y la precarización de las condiciones laborales nos llevan a ratos a relajar la guardia y a concentrarnos en apuestas individuales. Pero no basta. Es necesario intensificar esfuerzos  colectivos para seguir cambiando lo que vulnera derechos y limita libertades.

Afortunadamente este impulso de una Red de Periodistas con Visión de Género para las Américas se suma a una tradición potente de trabajo en derechos de las mujeres y comunicación desde las organizaciones de la sociedad civil y la academia. Monitoreos, fomento de políticas en los medios, desarrollo de capacidades para periodistas y producción de conocimiento colectivo… todo es posible cuando lo local, nacional, regional y mundial se unen. Que no nos detengan y no nos silenciemos en esta lucha por los derechos de las mujeres y por hacer periodismo con enfoque de derechos, que es necesariamente un periodismo con visión de género.

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Alguien comentó sobre “Igualdad de género desde el periodismo

  1. Las transformaciones culturales en las relaciones de género nos permitirán no sólo vivir en comunidades más justas y desarrolladas, sino que también permitirá a las mujeres vivir sin discriminaciones de ningún tipo, desarrollar sus talentos y ser felices. Las comunicaciones y el periodismo deben sumarse a esta lucha por una igualdad real en todos los ámbitos. Me sumo a esta red. Un abrazo querida Victoria.

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