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Una mujer camina a orillas del lago Ontario haciendo sonar una piedra en una reja. Acaba de enterarse de la muerte de su madre en la otra punta del continente y la luz del atardecer, que percibe en forma difusa a través de los colores, acompaña su recorrido doliente. Una mujer delgada, desnuda, se estira hasta el infinito en una pose de danza, alguna de las que no hace mucho presentaba en su oficio de modelo para pintores. Una mujer activa barre el suelo de su departamento a pie pelado.

Cada cual fija la vista en lo que le conmueve o le llama la atención. Cuando se trata de una película dirigida por una realizadora que prácticamente solo ve luces ysombras, debido a un proceso paulatino de ceguera, la situación va del asombro a la curiosidad y la emoción. Alguien del público se sintió conmovido al verla pintarse los labios frente un espejo, ante la mirada expectante de la nieta. Una amiga de la adolescencia, al contemplarla haciendo los trabajos domésticos. Yo, al escucharla decir que tuvo que dejar de ir a clases de tango, porque el salón donde bailaba era poco iluminado  y como solo veía sombras se deprimía con la oscuridad.

Niña sombra es el relato de una cineasta independiente, María Teresa Larraín, que cuando estaba terminando su penúltimo documental , El juicio a Pascual Pichún,descubre que se está quedando ciega, debido a una condición genética. Eso fue en 2007 aproximadamente, en Toronto (Canadá), donde reside desde 1976.  El estreno de esa película  y la muerte de su madre la trajeron de vuelta a Chile. Entonces, habiendo abandonado otros dos proyectos en desarrollo, inició Niña sombra  que si bien es autobiográfica sitúa en contexto las experienciascotidianas de los no videntes.

“Esta es una película que nace de la desesperación. Tenía que mostrar lo que me estaba pasando” dijo la realizadora durante el estreno en Sanfic, festival de cine independiente de Santiago, a fines de agosto. Lo cuenta también en el filme: «Si hubiese sido artista habría pintado mi dolor. Si hubiera sido escritora hubiera escrito acerca de esto, pero como trabajaba en imágenes tenía que hacer esta película».

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Concretar este proyecto la enfrentó a varios desafíos: por una parte dirigir el trabajo de cámaras con muy poca visión; por otra, encontrar un punto de vista que diera cuenta desde esa  mirada. Fue un trabajo largo que en su desarrollo logró apoyos en Chile (Consejo Nacional de la Cultura) y Canadá, y también en festivales donde mostró los primeros avances (Barcelona, Buenos Aires). El resultado final ha sido un filme de gran luminosidad y humanidad que, como escribe su directora, «va mucho más allá de la ceguera, porque un ser humano es mucho más que sus ojos»

El proceso

Hasta ese minuto Larraín- que estudió leyes y teatro en Chile y, posteriormente, Radio y Televisión en la Ryerson University de Toronto- había hecho una carrera como cineasta independiente y desempeñado oficios diversos, además de criar un hijo que ahora vive en Costa Rica. Lo de la pérdida de visión era algo anunciado, pero no una certeza (su madre tuvo la misma enfermedad y también un hermano). La sentencia fatídica se cumplió- según relata en la película- un día en iba pedaleando en su bicicleta a orillas del lago Ontario. Entonces tropezó, cayó y al levantarse solamente veía sombras.

Al comienzo decidió no contarle a nadie lo que estaba ocurriendo, excepto a la especialista que la atendió, para no despertar lástima entre sus pares; procesar el dolor en soledad y cerrar las puertas, convencida que nunca más podría trabajar como artista. ¿Cómo podría hacer cine alguien que no ve más que sombras?

La muerte de su madre y el regreso a Chile marcaron una nueva senda: “Un día iba caminando por el centro de Santiago y me sentí perdida. Un vendedor ambulante que había sentido mi bastón me tomó del brazo y me ayudó” cuenta. Durante meses y años siguió su rutina- la de María Abaroa, Andrés Albornoz, Carlos Marconi- y más de una vez tuvo que sufrir el efecto de los gases lacrimógenos que carabineros dispararon indiscriminadamente en las calles de Santiago. Ellos, los no videntes del centro, se transformaron en maestros de vida:

– De los vendedores ambulantes aprendí que lo más terrible no es perder la luz sino perder la dignidad. Cuando te miras en el espejo y no  ves tu cara, como que pierdes la identidad. No me encuentro ¿quién soy yo. Y la identidad está relacionada con la dignidad. No ves, no te ves. Te preguntas ¿qué voy a hacer, cómo me voy a valer ? La gente ya no te trata igual cuando te ve con el bastón. Tienes que reconstruirte entera de nuevo. Los vendedores están trabajando en la calle día y noche, con lluvia, con sol sacándose la mugre. ¿Y por qué lo hacen? Porque quieren seguir trabajando, porque no quieren mendigar. También me pasa a mí: si puedo valerme por mi misma y ganarme la vida eso va permitir tener mi dignidad. Por eso es que quiero trabajar, aunque sea ciega – me dice.

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Teresa dio este argumento a las autoridades canadienses cuando descubrió que se estaba quedando ciega y pidió una pensión de invalidez. Había trabajado y cotizado durante 30 años en ese país y sentía que era su derecho. Entonces se la denegaron, porque seguía estando activa. Cuando casi no le quedaba dinero en la cuenta ni esperanzas en el juicio salió el dictamen. El jurado le daba la razón y celebraba su dignidad y ética profesional.

Es esa ética profesional y de vida la que  ha marcado su trayectoria en cine: desde el corto documental Looking for Findley, acerca del escritor y dramaturgo canadiense Timothy Findley, hasta Niña Sombra,  pasando por Amor amargo (sobre la violencia doméstica) y El juicio a Pascual Pichún, que habla del despojo y del enfrentamiento entre culturas. Larraín dice que le interesa mostrar la inclusión sexual, racial, étnica y la diversidad en sus más distintas formas, porque es una manera de construir una sociedad verdaderamente democrática.

Antes del cine trabajó en oficios diversos: como asistente judicial, como modelo, en proyectos de desarrollo social con mujeres inmigrantes. Luego cursó estudios de Radio y Televisión en la Ryerson University de Toronto y desde 1984, cuando se graduó, comenzó su carrera como cineasta independiente .

Volver

Teresa había decidido que esta sería su última película. Sin embargo, desde que estrenó Niña sombra en Docs Barcelona, en mayo, ha debido responder muchas veces la misma pregunta ¿está decidida a hacerlo?. Su forma de mirar sin ver es un aporte que ha sido destacado por el público y la crítica. Y ella, que ya había reflexionado la posibilidad de trabajar en el ámbito del sonido, lo piensa. De hecho, hubo una estrecha colaboración con los responsables de la banda sonora (Daniel Pellerin en Canadá y Pedro Ormeño en Chile) y el creador de la música, Jorge Aliaga. Dice“Quería que allí estuviera reflejado un proceso que ha sido doloroso, pero de crecimiento, de descubrimientos y alegrías”. Lo logra.

Actualmente está preocupada de llevar la película al circuito de festivales que partió en Barcelona esperando que pueda estar en distintas partes de Chile y en otros festivales internacionales fuera del país. Con la productora que la secunda también está explorando la venta a televisión y la salida en DVD. La carrera por la distribución ya ha comenzado. Joan Gonzalez, director de Docsbarcelona y director de Parallel 40, compró Niña Sombra y a partir de Marzo del 2017, la película será exhibida en salas de cine y en espacios no comerciales, a lo largo de España y Andorra.

En estos días María Teresa se prepara para su regreso a Canadá. En el país del norte está desarrollando dos proyectos: una exhibición itinerante que llevará la película a diferentes localidades en Chile, Costa Rica y Canadá, y un proyecto Transmedia dirigido por y para personas con discapacidad. También cursa Estudios de la Discapacidad en la Ryerson University.

Al cabo de los años ha logrado armonizar la relación con ambos países:

– Siempre he tenido un pie acá, pero sería muy difícil elegir, porque también formo parte de Canadá donde estoy muy inserta: trabajo y vivo en una cooperativa y participo en los procesos sociales. Con Chile tengo una relación más visceral, más profunda. Me reconozco en cada esquina, la gente me saluda en las calles y me involucro con los grupos de una manera más emocional, si tu quieres. Lo que se vive hoy en Chile no es tan distinto de lo que se vive en Canadá: hay luchas particulares pero los procesos son más o menos los mismos: allá también hay un debate por la democracia, por la exclusión que surge de todo el proceso del llamado terrorismo que a veces solamente esconde al rascismo. Acá esa intolerancia se da de otra manera, con las comunidades indígenas, por ejemplo; con los inmigrantes. La gente quiere inclusión, pero con dignidad y con participación en la construcción del proceso democrático– concluye.

Fotografías Cortesía Maremoto Productions

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5 Comentarios sobre “Cineasta Teresa Larraín: “Un ser humano es más que sus ojos”

  1. Vi tu película. Teresa mil felicitaciones , eres un ejemplo de vida. Fue muy emocionante y a la vez triste verla pero eres una persona de mucha fuerza y valentia .

  2. Es un tremendo aporte la película, emociona su profundidad y sencillez para compartir una experiencia tan difícil que viven miles de personas
    Gracias, Teresa

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