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Escribo. Desde que capturé la forma  dada para el sonido, escribo.  A veces solo ideas  planas o historias  llenas de excentricidades. Otras veces  algunas frases  cargadas  de poesía.  Escribo.  Me gustaría escribir cuentos para niños y que sitios como  este  tuvieran un espacio  para ellos: un “Cerito”, con  colores alegres y brillantes y letras grandes  que los niños pudieran sobredibujar con sus pequeños dedos, ejercitándose de paso  hacia la escritura. Una  “alita” donde se incluyan cuentos  tradicionales, como  los de  Jacob y Wilhelm Grimm  y cuentos  nuevos con  heroínas  propias y olor a  campo y montañas  de Chile.  Pero me conozco y sé que otros y otras escribirán mejor  las historias que los niños necesitan.

Escribo, creo historias desde el paso de cebra o desde  el asiento 1C de cualquier vuelo. ¿Sabes la alegría que produce encontrar las palabras que  representan de  mejor forma lo que  quieres decir?  No siempre existen. No están dichas  todas  las palabras. Nunca estarán dichas, no mientras sigamos con este sistema  que reprime la creatividad. Los árboles  serán siempre verdes y  sus  troncos serán café.  En las salas de clases,  el que osa pintar de  lila el follaje de un sauce o de celeste el  uniforme de un carabinero, recibe al menos un gesto de desaprobación.  No  se puede  cultivar la imaginación. No  se puede crear sin trazar las siluetas  de algo nuevo con  la imaginación. Claro, de vez en cuando escapa uno del Ritalín  y se vuelve un adulto creativo.  Pero sabemos que siempre lo fue. Sabemos que mientras  sus  compañeros oían como soldados el dictado del profesor, el creativo le dibujaba un sombrero y le ponía  alas en  su imaginación. Y  sonreía.

Creo que hay muchas cadenas, tenemos miedo de  la forma  en que nuestros pensamientos nos llevan  a crear. Salir de lo existente y escribir o   modelar o capturar  las  imágenes y colores que permanecen  guarecidos de nosotros mismos. Crear es parte de la naturaleza humana. Crear y disfrutar de la belleza de aquello que nace de la reflexión y la inspiración. Lo que nace de la imaginación, de la belleza de las cosas humanas.

En este  mes de los niños, piénsalo dos veces antes de que salga de tu boca alguna frase que suene a “los árboles no son lilas” o “los ratones no hablan”. Al contrario,  fomenta el cultivo de la imaginación y vuelve a tomar los viejos cuentos de los hermanos Grimm, para comenzar por algo.

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