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“Tengo algo que decir
Diáfano e inasible
Como canto de pájaro
En un tiempo de guerra”.
O. Elytis

El 21 de septiembre se conmemora en día Internacional de la Paz. Y para como están las cosas en el mundo, es importante que la mención al menos de la PALABRA paz, resuene para vibrar en las mentes con la intención de dirigir la voluntad hacia el territorio de la sana convivencia, el respeto y la valoración de las personas. La página de la  ONU la define así:

“El Día Internacional de la Paz fue establecido en 1981 por Naciones Unidas como una celebración anual de no violencia y cesación del fuego a nivel mundial. Cada año, muchas personas en todas partes del mundo rinden homenaje a la paz de diversas maneras el 21 de septiembre”.

No somos ya tan ingenuos de pensar que en este sistema, los organismos humanitarios no han sido también filtrados ideológica e instrumentalmente. Que su misión filantrópica, tiene su lado B. Que actúan como los Pilatos de la política internacional, muchas veces miran hacia otro lado, si bien en los aspectos técnicos contribuyen en misiones específicas de acuerdo a una agenda que tome en jerarquía los aspectos más urgentes de los conflictos mundiales, sanando de emergencia las heridas que dejan las decisiones imperialistas del sistema, que siempre implican guerras y hambres.

Pero la paz no surge de un dictamen internacional, ni de una efeméride. La paz es una práctica cotidiana. Un ejercicio que surge y se propone en los actos comunes, en saludo y la despedida; en la confianza, en lugar del desapego; en el compromiso, en lugar del interés, en la comprensión de la igualdad intrínseca, en estar primero en paz con nosotros mismos, en círculos concéntricos que abonen los territorios comunes con el mismo sentido común, y donde también tienen un papel también todos los otros seres vivos, con quienes compartimos este planeta. La responsabilidad social –el cuidado de los otros- se forma educando el sentido profundo de la comunidad. Desde la más tierna infancia, cuando aprendemos a valorarnos y a valorar a quienes nos rodean. La Paz Mundial, comienza por comprender que PAZ es un concepto arquetípico que representa una virtud superior, a la que no se accede a través de la mente, sino de la emoción. Que pensar PAZ, no es lo mismo que sentir PAZ, y que el primer ejercicio es unificar en nosotr@s, esa diferencia que culturalmente nos impide vivirla en el cotidiano.

Es una fractura SEMÁNTICA, podríamos decir. Nos educan para entender el significado de PAZ, no para “sentir” su sentido. Por eso vivimos en contradicción, porque entender es un ejercicio del ego; para comprender, se requiere humildad. Nos educan para defendernos, para sentir culpa, para responder a instrucciones, no nos educan para vivir la PAZ. La PAZ es mucho más que la práctica de hábitos y modales. Es sentirnos amados, y responder amando.

Ni más ni menos. Una tarea de largo plazo que empieza hoy. Hoy, cuando nos informan sobre las guerras continuas en oriente medio, hoy cuando nos cuentan en los medios que hay corrupción y delincuencia, y que es ese el mundo que veremos cuando salgamos afuera. Que la calle es peligrosa. Hoy cuando se presagia el comienzo del fin del mundo con el anuncio de la Batalla Final. Cuando “sentimos miedo” en lugar de “sentir paz.

No somos capaces de tolerar demasiada realidad, decía el porta inglés, T.S.Elliott. Un poeta que en muchos sentidos fue, también, un místico. ¿Qué hacer? Buscarla. Por todos los medios posibles. Reconocerla. Valorarla. Agradecer por ella. Comprender que es una virtud de la que depende la sobrevivencia de la especie, cuando menos. Sentir que es un fluido apenas perceptible.

El LENGUAJE, es un don que nos permite modificar los actos. Las PALABRAS dan vida o matan, parafraseando. Significan sin agotar el significado, que siempre es nuevo; sin perturbar el nido donde descansan del mito y la creación. Ejercer positivamente, constructivamente el lenguaje es una forma de cambiar el mundo, y es gratis, forma parte de nosotros, es el eslabón que hace posible que imaginemos hablar con dios, o proyectarnos hacia dimensiones fuera de lo real, porque las PALABRAS amor, trascendencia, vida eterna, alma, unidad, felicidad, gratitud, paz existen, aunque vayan extinguiéndose, en otros lenguajes más oscuros, siniestros, violentos, narcisistas. Un peldaño antes de descansar en el silencio, que es finalmente donde reside toda la comprensión de la que somos capaces.

Cuando los significados se desprenden de sus fuentes arquetípicas, se corta el cordón del flujo de la vida, que no es posible de vivir plenamente sin paz, esa fuente vital, el centro divino, lo innombrable y el lenguaje se vuelve vacío, es una voz con mente y sin alma, un coro de máscaras, que piensan sin sentir, roto el vínculo entre el pensamiento y la emoción.

Re-unirlos es algo que podemos comenzar a hacer desde ahora, volver a poner en el lenguaje el don de sanar, transformar, equilibrar, sintonizar, comunicar, acariciar, liberar y dejar fuera la violencia, la competencia, el egoísmo, el dolor, la culpa, el orgullo. No nos han llevado por buenos caminos esos ilustres demonios de la LENGUA.

Porque el 21 de Septiembre, conmemoramos también la llegada oficial de la primavera en el hemisferio sur. Viene llegando con el esplendor de una luna llena muy mágica, que impulsa sensaciones nuevas. Primavera y paz son dos PALABRAS que se llevan bien. Que hacen sentido juntas. Representan renacimiento y armonía, suenan a belleza y calidez, tienen el color celeste de la claridad mental, el azul del cielo, y la tibieza del un sol que esperábamos hace mucho, que nos llega a tod@s con igual generosidad y calidez, que hace posible que nuestros cuerpos sientan mayor placer y nos trasmitan eso, en su LENGUAJE de síntomas; un sol común, cuya energía, bondad, abundancia y amor podemos sentir, sin decir NADA.

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